Miami 3

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[Santiago]
Desperté después de esa gran siesta que tomé, ya me sentía mucho mejor a pesar de la tragedia de la noche, calculé haber dormido dos horas, no desperté porque ya no quisiera seguir durmiendo, pero el sol me estaba pegando tan fuerte en la cara que me fue imposible sentirme cómodo, no es como que me pudiera levantar a mover la sombrilla o hacer algo al respecto. Miré hacia el camastro de Laila,  solo estaba la toalla que colocó sobre el camastro, pero además de eso ninguna de sus cosas estaban, ni la bocina ni mi celular. Me asusté un poco pero no me quedó otra opción más que esperar. Pasó una eternidad y ella no volvía, el sol verdaderamente me estaba desesperando, mi rostro y parte de mis hombros ardían. Parecía que estaba pagando una de esas torturas mentales solo por ser cuadripléjico. Sentía una impotencia tan grande de no poder moverme con facilidad, miré a mi alrededor para ver si alguien me podía ayudar pero la única persona cercana era un salvavidas que se encontraba en su silla mirando hacia el mar como a unos 10 metros, le grité pero fue en vano pues el ruido del aire y de las olas le ganaba a mi voz. La frustración me llevó al límite haciendo que yo mismo intentara pasarme a la silla, el camastro era más bajo a comparación del asiento de la silla así que con todas mis fuerzas impulsé mis brazos para subir en ella, pero en uno de esos impulsos mis brazos no soportaron y lo único que logré fue caer, fue una caída pequeña, en realidad quedé desparramado a lo largo del camastro, parecía un borracho que no logro llegar a sentarse bien y por ende quedó en esa posición, lo único bueno de esto, es que el sol ya no molestaba más.
Después de algunos minutos Laila por fin se dignó a aparecer, llevaba en sus manos un plato de alitas bbq y papas a la francesa, primero me miró preocupada, pero al ver que estaba riendo su mirada cambió a desconcertada, finalmente se unió a mi risa.
- ¿Qué haces ahí?- Pregunta con extrañeza dejando el plato en el camastro.
- No te había dicho pero me encanta sentarme así.- Digo irónicamente.- Ayúdame y después te explico.
Ella como ya sabía, abrazó mi torso fuertemente por debajo de las axilas y de esa manera me alzó hasta el camastro para después subir mis pies uno por uno.
- Te dejo un segundo y ve lo que haces.- Resopla fingiendo enojo mientras sacude mi ropa de toda la arena que se había impregnado.
- Lo siento.- Hablo compungido.- Fue tu culpa. Me dejaste aquí, el sol me estaba quemando, me desesperé y me quise mover yo solo, pero terminó mal.- Ella examinó mi rostro un momento y después soltó una risa burlona.
- Con razón traes así la cara, la mitad está roja y la otra esta normal.- Sigue riendo y se sienta en el pequeño espacio que quedaba del camastro al lado mío.
- No me digas eso.- Palpo mi rostro como si eso me ayudara a verificar lo que estaba diciendo.
- Te tomaré una foto para que veas.- Tomó su celular y acto seguido me la mostró.- Ya me tengo que rasurar.- Le hago más caso a unos cuantos vellos que se asomaban entre mis labios y la nariz.
- Yo te rasuro.- Da un pequeño salto emocionada.
- ¿Quieres tener una escena como la de Yo antes de ti?- La miro expectante mientras coloco mi mano en su cintura pasando por sus glúteos.
- Sí, pero la diferencia es que a Will Traynor si le salía barba, a ti apenas te salen tres pelitos.- Habla riendo acariciado el surco de mis labios.
- Cállate, es mi mayor complejo después de no poder caminar.- Hago que ría.
- El espacio entre no poder caminar y no tener barba es inmenso... pero así te amo, sin barba y sin piernas que funcionen.- Termina por decir dándome un beso en los labios un poco más largo de lo usual.- Pero bueno, comete las alitas, seguro te estás muriendo de hambre.
Y era cierto, por estar luchando contra el sol, había olvidado que moría de hambre por no haber desayunado bien.
Lai plegó hacia adelante el respaldo del camastro y colocó detrás de mi espalda el cojín de la silla para que estuviera cómodo, después abrió mis piernas haciendo que quedara sentado y mis insensibles pies tocaran el piso de modo que ella tuviera lugar para sentarse frente a mi.
- Uff, que rico amor.- Saboreo las alitas.- Desperté y creí que me habías abandonado para siempre y que nunca te volvería a ver.- Bromeo.
- Sí lo iba a hacer pero luego pensé que sería muy mala onda de mi parte.- Responde con ironía y ambos reímos.
Como pude tomé una alita con las manos ensuciando toda mi mano, casi logro llevarla hasta mi boca pero fallé en el último momento haciendo que toda mi camisa se manchara de salsa.
- Ay no puede ser, tanto que me costó armar tu outfit.- Se queja entre risas. Toma una servilleta y limpia mi camisa.- Terminando regresamos a la habitación para que te cambies.
- Vale.- Lai saca el tenedor de ayuda, pincha una alita y lo coloca en mi mano deliberadamente.-¿cuánto falta para que te tengas que ir a alistar?- Hablo con un bocado en la boca.
- Ya casi, pero me tengo que apurar para bañarme y estar fresca para la competencia.
- ¿Estas nerviosa?
- Aún no, no sé por qué siento que no es real. Creo que me pondré nerviosa cinco minutos antes de entrar al escenario.
- Así es mejor, estresarse no sirve de nada, ya cuando estés en el escenario lo único que te queda es disfrutar.
- Eso creo.- Roba una papa del plato.- Por cierto, al rato me tendré que ir antes que tú.
- ¿Y yo cómo me iré?
- Ya hable con Juls y me dijo que Bruno e Isaac pedirán un Uber para el auditorio. Te puedes ir con ellos.- Lo dice con ligereza, como si ya tuviera todo resuelto.
- ¿Segura que no me puedo ir contigo?- Ya pasé la barrera de socializar con otras personas, pero que ahora otras personas me ayudaran era demasiado.
- No amor, el transporte donde iremos todas las chicas es solo para nosotras y no me puedo ir en otro lado.
- Bueno... entonces me iré con ellos.
En cuanto regresamos a la habitación Lai se metió a bañar, esta vez se tardó mucho más que ayer, seguro quería estar impecable para la noche. Mientras yo me saqué la camisa sucia que llevaba, por lo que quedé sin camisa en lo que Lai salía para que me ayudara. Las alitas me habían dejado con sed así que saqué una cerveza del frigorífico y la abrí con un destapa latas adaptado que estaba dentro de un cajón de la cocineta, no sabía que hasta esos artefactos existían. Definitivamente compraré uno.
Regresé a la habitación y conecté mi silla en el interruptor que se encontraba en el angosto pasillo de entre la ventana y la cama para cargarla un poco antes de salir, no quería que se quedara sin pila en ningún momento.
Laila salió de la ducha, pero esta vez ya llevaba puesta toda su ropa interior, me sorprendo pues ayer no mostró ningún tipo de pudor paseándose desnuda por toda la habitación.
- Ahora resulta que te da pena que te vea.
- ¿De qué hablas?
- Pues ayer saliste desnuda y hoy te pusiste tu ropa interior antes de salir.
- Es que es de día.
- ¿Y eso qué?
- Pues para empezar las cortinas están abiertas y para terminar pues... hay más luz, como que me siento más desnuda de día que de noche.
- Mmm. Si tú lo dices...- Me causan gracia sus razones aunque tenían un poco de sentido.
- En serio.- Baja su mirada hacia su cuerpo y la regresa hacia mi.- Aunque si tanto problema te causa que me haya puesto brasier.- En ese momento destapa sus senos bajando las copas de su brasier.
- Estás loca.- La miro perplejo por lo que acababa de hacer. Ella subió a la cama y gateó seximente hasta mi con una mirada lasciva aún con las tetas descubiertas, al llegar a la orilla se sentó frente a mi.
- ¿De aquí ya las ves mejor? O falta que me acerque más.- Me dejó inmutado. Verdaderamente me encantaba ese lado tan sexual de Laila. Sin pensarlo la acerqué más a mi tomándola de la cintura, su cabellera mojada hacía que el momento fuera más excitante. Apreté sus senos con la fuerza suficiente y después los besé suavemente terminando con un pequeño pero juguetón mordisco en el pezón.
- Auch.- Ella se queja y se echa para atrás.
- Cálmate, ni siquiera lo hice con fuerza.
- Me dolió, pero me gustó.- Me hace reír.- Es mejor que me apresure.- Se levanta y vuelve a acomodar el brasier en su lugar.
- Ya deja de calentarme así Laila.- Le reprocho, ya era como la tercera vez que hacía esto y si lo volvía a hacer una vez más yo me iba a morir por exceso de libido.
- Ya te dije que es un adelanto a lo que te espera en la noche.
- Te tendrás que lucir para compensar todo este dolor que me causas.- Bromeo.
Ahora sí Lai comenzó a alistarse, se cepilló el cabello, lavó sus dientes y encremó todo su cuerpo como lo había hecho el día de ayer, era su rutina. Cada vez la conocía más. Me hace pensar que la conocía demasiado y a la vez nada, y no era algo que me preocupara, al contrario, me emocionaba.
Ella vistió con una blusa de tirantes pegada que remarcaba su cintura y un pantalón holgado de tela, supongo que eligió ropa cómoda porque después se cambiaría a su vestuario. Al terminar con ella, ayudó a colocarme otra camisa, dijo que el atuendo debía ser versátil, semiformal para la competencia pero que también funcione por si vamos de antro en la noche, de ese modo me colocó una camisa polo color crema y un pantalón de tela beige.
- De accesorios te pondré el reloj que te acabo de regalar.- Tomó mi muñeca y abrochó el reloj.- Ahora un poco de loción.- Roció 5 veces el perfume en diferentes partes de mi cuello y brazos.- Uff, me fascina, me deleita, me excita sobremanera este aroma.- Respira profundamente cerrando los ojos con placer.- Pero cuando lo huelo en ti, me vuelve loca.
- Ya me di cuenta.- Me alegra como expresa lo mucho que me ama.
- Ya estás listo amor, ahora bajaré a la habitación de mi instructora, ahí estarán las personas que nos peinarán y maquillarán. ¿Necesitas algo más?
- Nop, gracias. Te espero aquí. Tal vez salga por algo de tomar.
- Vale, te amo.- Me besa en los labios.- Espero no tardarme tanto.- Sale de la habitación.
Una vez más Lai dejó todo desordenado , lo malo es que ya habían venido a arreglar la habitación, al menos ahora no había nada en el suelo. Quise ordenar un poco y las cosas que había dejado sobre la cama las ordené en el baño y en los cajones de la cómoda. Me miré al espejo con luz que se encontraba empotrado en la pared del tocador y recordé que debía rasurarme. Así que como me enseñó Violeta, tomé el rastrillo con ambas manos y lo pasé por mi barbilla y por debajo de mi nariz tratando de no cortarme como la última vez que lo hice yo solo.
Terminando de sacar la espuma de jabón de mi rostro me quedé mirando en el espejo. Creo que hace mucho no lo hacía tan detenidamente y tan de cerca. Antes de la lesión me miraba en cualquier mínimo reflejo que se cruzara ante mi, pero después del accidente odiaba verme, odiaba ver los cambios físicos de mis piernas y brazos más delgados, mi rostro cansado y pálido por la falta de sol al no salir de casa y mi reflejo en el espejo... siempre sentado en una silla de ruedas. El pasar del tiempo me ha hecho aceptarme más, no ha sido fácil, pero nunca dejo de anhelar el cuerpo que tenía antes que tanto trabajo me costaba mantener, ese aspecto había desaparecido.
Pero hoy, hoy fue diferente. Solo miré mi rostro. Mis ojos, mis labios, mi nariz, mis mejillas, mi cabello, mis lunares, mis pestañas, mis cejas, mi frente, mis orejas; fui recorriendo cada milímetro de mi. Y me gustó lo que vi. Ese Santiago deprimido y apagado ya no estaba más, el brillo regresó a mi. Por primera vez en mucho tiempo, sentí un verdadero amor por mi. Sonreí y agradecí.
Despejé mis pensamientos al escuchar mi teléfono sonar, era mi madre quien seguro me iba a preguntar miles de cosas para cerciorarse de que todo estuviera bien, y así fue, me preguntó que si ya había comido, que si ya había tomado mis medicamentos y blah blah blah. Definitivamente no le conté lo que había sucedido en la madrugada porque era capaz de tomar el primer vuelo hasta acá y llevarme de regreso.
Después salí a tomar algo pues moría de sed al no haber bebido nada desde que comí las alitas, pedí un tequila con más agua mineral que soda para hidratarme y me acomodé en una terraza a la que le pegaba el viento y un sombra exquisita. El olor de un cigarro entró a mis sentidos, no a muchos les agrada, pero ese olor era diferente, un aroma a tabaco, era ligero pero a la vez profundo. Provenía de un señor sajón de cómo unos 60 años, el tequila me relajó tan bien que un cigarro estaría perfecto para completar mi confort. Se me ocurrió pedirle uno, al cabo nadie le decía que no a alguien en silla de ruedas.
- Disculpa...- Hablo en inglés. El señor voltea a verme.
- Hola.- Me sonríe con amabilidad.- ¿Te puedo ayudar en algo?
- No no, bueno... le quería preguntar sobre sus cigarros, huelen muy bien.- Digo para no verme tan directo.
- Oh, son de una marca cubana que venden en algunos sitios de aquí. Me gustan porque casi no tienen tantos químicos, hacen menos daño de lo que de por si hacen.- El señor se notaba muy orgulloso de sus cigarros.- ¿Gustas uno?- Abre la cajetilla y me ofrece.
- Claro, muchas gracias.- Al ver que no lo podía tomar yo, lo sacó el mismo y lo colocó en mi mano, después yo me encargué de acomodarlo con ayuda de mis dientes y lo encendí.
Nos quedamos en silencio unos segundos hasta que volvió a hablar. Se veía de esos señores que tienen la habilidad de crear conversación con cualquier persona.
- ¿De vacaciones?
- Sí... bueno, más o menos, en realidad acompañé a mi novia porque tiene una competencia de baile.
- Oh, yo también vine con mi hija a una competencia de baile, tal vez sea la misma.
- Seguramente sí, es de danza contemporánea ¿no?
- Así es... ¿De dónde vienen ustedes?
- De México, llegamos apenas ayer. ¿Y ustedes?
- ¿De dónde somos o cuando llegamos?
- Ambas.
- Somos de Illinois, nosotros llegamos hoy.- Le quita la ceniza a su cigarro.- ¿Tu novia está nerviosa? Porque mi hija lo está.
- Me dijo que se pondrá nerviosa hasta que esté apunto de entrar al escenario.
- Vaya, cada quien lo toma diferente... mi hija lleva mucho tiempo preparándose, el que gañe significa muchas cosas para ella.
- Sí, no es cualquier cosa ganar una beca para el conservatorio de Nueva York.
- Claro que no lo es, ganar becas en el conservatorio de Nueva York es como ganarse la vida completa.
- ¿De verdad?
- Claro, la mayoría de gente que ingresa termina bailando con artistas importantes, en videos musicales o todo lo que la industria te permita hacer como bailarina.
- Wow, la verdad no sé nada sobre el mundo de la danza, no tenía idea.
- Lo sé porque mi hija me lo menciona cada qué puede, lástima que hay demasiada competencia. Todos los grupos son muy buenos...- Se queda pensativo.- En fin, tengo que ir a ver cómo va. Suerte para tu novia.- Apaga su cigarro.
- Suerte para su hija.- Me despido.
Claro que sabía que está competencia era muy importante para Laila, pero ahora me quedaba claro la dimensión que tenía y la forma en la que resolvería su vida si ganaba. Es por eso que se ha esforzado mucho en esto. La admiraba tanto.
De pronto pensé que no podía recibir a Lai con nada en las manos una vez que terminara la competencia, así que volví a recepción para ver si de alguna manera podían conseguir flores, y así lo hicieron, pidieron un gran ramo de claveles rosados con nubes blancas y se los agradecí con una generosa propina. Dejé que ellos cuidaran el ramo en lo que nos íbamos para que Lai no lo viera.
Regresé a la habitación y después de matar el tiempo como una hora más viendo realities por fin regresó Lai.
Cuando la vi acercarse, quedé sin aliento, no pude evitar sentir que el tiempo se detenía. Vestida con un deslumbrante vestido blanco que acariciaba delicadamente sus curvas. El escote, delicadamente adornado con encaje, dejaba entrever la suavidad de su piel, mientras que la falda, sutilmente abullonada, se deslizaba con fluidez a cada paso que daba. Su cabello, peinado con meticulosa elegancia, caía en suaves ondas que enmarcaban su precioso rostro. El maquillaje resaltaba su mirada profunda y sus labios. Le daba un resplandor que eclipsaba cualquier luz a su alrededor.
- ¡Wow! No hay palabras para describir lo deslumbrante que luces.- Hablo con una sonrisa en los labios que no podía contener.
- Gracias amor, tus elogios significan mucho para mi.- Siento su felicidad.
- El vestido, tu peinado y maquillaje... pareces una verdadera diosa.- Tomo su mano y le doy un beso en ella, como si se tratara de una reina a la cual le debo devoción.
- Gracias corazón. Tu siempre sabes cómo hacerme sentir especial. Te amo.- Me da un beso en los labios.- Es hora de irme.- Deja el romanticismo a un lado.
- Esta bien, ¿ya está todo listo?
- Según yo sí.- Su voz se escuchaba con tonos de nerviosismo.
- Ahora sí ya estás nerviosa.
- Sí, siento que voy a vomitar.- Respira hondo tratando de calmarse.- No sé que voy a hacer si no gano, me muero yo creo.
- Tranquila. Todo saldrá bien amor. Ganes o no ganes recuerda lo mucho que te esforzaste, recuerda lo lejos que has llegado y lo talentosa que eres.
- Sí, eso lo pensaré. Pero primero voy a llorar.
- No empieces con la negatividad. Si lo estás pensando lo vas a atraer y no queremos eso. Mejor ya enfócate en que todo saldrá bien.
- Sí sí sí. Tienes razón.- Mis palabras hacen que cambie de perspectiva.- Ya no te voy a ver hasta terminando la competencia. Así que deséame suerte.
- Suerte, mucha mucha mucha suerte. Te amo, eres lo máximo.- La lleno de picos en los labios cargados de energía positiva.
- Vale, no llegues tarde, ya sabes que te vas con los demás. Te amo.- Dice mientras sale de la habitación.
Después de un rato ahora sí era hora de irnos a la competencia. Chequé que todo en mí estuviera perfecto y bajé para irnos.
Isaac, Bruno y Lucio ya estaban en la recepción esperándome, era gracioso pues todos llevaban un ramo de flores en las manos, al parecer no fui yo el único de la idea.
- Santiago.- Dice Isaac al verme.- ¿Dónde estuviste? No te vimos en toda la mañana bro.
- Pues no me dijeron que harían algo.
- Pues estuvimos en la alberca, luego salimos a caminar a Bayside y pasamos a tomar algo.- Dice muy orgulloso de todo lo que habían hecho.
- Ah pues... gracias por invitar.- Digo algo triste al sentirme  excluido de su plan. Siempre se me ha hecho de muy mala educación hablar de planes en frente de gente que no fue invitada.
- No es cierto.- Dice Bruno riendo. -En realidad nadie hizo nada, nuestro día se basó en esperar a las chicas.- Sentí alivio de saber que todos habían hecho lo mismo.
- Solo estaba bromeando.- Agrega Isaac.
- Ya voy a pedir el Uber.- Dice Lucio viendo su celular. De los tres, él era el más serio y casi no hablaba, pero su personalidad transmitía tranquilidad. Nadie había mencionado nada de que debía ser un auto adaptado y me daba un poco de pena tener que reiterarlo pero no me quedó de otra.
- ¿Si checaste que fuera accesible?- Pregunto con temor.
- Yep...- Continúa entretenido mirando a la pantalla.- Listo, está buscando un conductor.
- Vale, gracias. Iré por algo a la recepción rápido en lo que llega.- Fui y regresé por las flores que había encargado. Los tres me miraron con gracia al ver el ramo.
- Creí que sería el único de los cuatro en llevar flores.- Digo riendo.- Que básicos son todos.
- Claramente yo soy el más original porque las mías son rosas con fresas de chocolate.- Las flores de Isaac estaban llenas de chocolate derretido y todo el papel con el que estaban envueltas estaba mojado y arrugado.
- Que asco, entonces prefiero no ser original.- Me burlo de sus flores.
- Ay las tuyas son claveles y ya. No tiene nada de sorprendente.- Se defiende.
- Puta madre.- Maldice Lucio de la nada.- Lo siento.- Dice al notar que había hablado peyorativamente.- Es que esto no me asigna ningún conductor y me rechaza el viaje.
- Deja lo intento en mi celular.- Dice Bruno.
- Los Ubers adaptados comúnmente tardan más en llegar.- Digo para que los chicos no se desesperen.
- Pues creo que en el mío tampoco. Hay que esperar.
Esperamos unos 15 minutos a ver si en cualquiera de los dos celulares iniciaba el viaje pero nada.
Ya se estaba haciendo tarde pues el auditorio donde sería la competencia estaba a media hora. Iniciaba a las 7:00 y ya eran las 6:28 y se supone debíamos llegar con al menos 15 minutos de antelación para tomar nuestros asientos.
- Definitivamente esto no va a funcionar, para qué ponen que hay autos adaptados si no llega nadie.- Habla Lucio molesto. Noto en todos desesperación y angustia por llegar tarde por mi culpa. Me sentía mal por eso tratando de encontrar una solución.
- No nos podemos ir en un auto normal ¿Verdad?- Dice Bruno.
- Es que la silla es muy pesada y no cabe en ninguna cajuela.- Contesto.
- Si quieren ustedes váyanse, yo me quedaré esperando a que un conductor llegue.
- No, cómo crees que te vamos a dejar aquí.- Dice Isaac. De pronto una idea surgió en mi.
- Ya sé, veré en recepción si me pueden prestar alguna silla manual y así nos podremos ir en un auto normal.- Propongo.
- ¿Seguro?- Preguntan al unísono.
- Claro, no pasa nada. Ahora vuelvo.
- Te acompaño.- Dice Isaac.
Rápidamente regresamos a recepción y pedí la silla, por suerte si tenían una en enfermería que me podían prestar. Entre un botones e Isaac me ayudaron a pasarme a la otra silla. No era la mejor pero tampoco estaba mal. No estaba adaptada a mi como la que tenía en casa, era algo chica y mis rodillas se salían hacia delante, pero lo peor era que no tenía ningún cinturón para sostener mi torso ni mis piernas. Me recordó a cuando fui por primera vez a comprar mi silla eléctrica. Mis padres me llevaron a un taller especializado y la hicieron a mi medida y necesidades. Al inicio no quedó del todo bien pues no había nada que sostuviera mi torso y por ende debía pasar mi brazo izquierdo hacia atrás del respaldo todo el tiempo para de alguna manera sostenerme y no irme hacia adelante. Era algo incómodo pues no podía usar mi brazo y eso me limitaba aún más de lo que ya. Afortunadamente después le agregaron el soporte al respaldo y problema solucionado, por fin podía usar ambos brazos sin tener que preocuparme por caerme. Sabía que durante el resto del día me la pasaría con el brazo ocupado como antes, aunque ahora no tanto pues en terapia he logrado tener más fuerza en el abdomen y también he mejorado moverme con la silla manual pero era cansado estar haciendo fuerza todo el tiempo.
Al regresar Lucio pidió rápidamente el Uber. En cuanto llegó los chicos me ayudaron a transferirme al asiento delantero. Fue gracioso pues nunca en su vida habían hecho algo así y la tarea fue más desafiante de lo que pensaban. Isaac y Bruno me transfirieron pero no calcularon bien y dejaron mi trasero posicionado en la orilla del asiento haciendo que me resbalara hacia delante. A pesar de sus mejores esfuerzos, la coordinación y la sincronización se escapaban de sus manos y yo me balanceaba incómodamente en el proceso haciendo que mis pies chocaran con la caja de la guantera y no me pudieran acomodar correctamente. Risas nerviosas y expresiones de determinación se entrelazaban en el aire y yo ya me estaba incomodando demasiado. Sin embargo, con perseverancia triunfaron después de varios intentos y ajustes.
- Por fin.- Resopla Isaac entre risas al haber hecho tanto esfuerzo, incluso pude notar unas gotas de sudor en su frente. Aunque me había dado vergüenza el show que se acababa de armar por mi culpa, al final también me divertí y celebré la pequeña victoria colectiva con una carcajada.
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[Laila]
Ya faltaban unos cuantos minutos para que iniciara la competencia, el barullo del público entrando al auditorio resonaba cada vez con mayor intensidad. Miraba y miraba entre las cortinas del escenario para ver donde se habían sentado Santiago y los chicos, escaneé cada fila pero nada. Me preocupaba que hubiera pasado algo pero no tenía manera de averiguarlo ya que nuestros celulares los habíamos dejado en el transporte.
- ¿Aún no están?- Pregunta Juls igual de preocupada que yo.
- No, no veo nada.
- Déjame ver.- Juls me mueve a un lado para tomar mi lugar.
- De verdad que si Bruno llega tarde lo voy a colgar de las bol...
- Chicas, no pueden estar ahí, la competencia ya va a comenzar. Regresen a sus grupos.- Un señor de la producción nos llama la atención interrumpiendo a Juls.
Traté de tranquilizarme y mejor me concentré en repasar toda la coreografía en mi mente para estar más que segura de que todo saldría bien.
El backstage realmente era impresionante. Las diez academias de danza que participarían se distinguían cada una por su nacionalidad, había canadienses, estadounidenses, colombianas, argentinas, chilenas y de algunas otras nacionalidades de América. Todas y cada una de las concursantes eran hermosas, y se regocijaban en su belleza mirándose unas a otras para ver quienes llevaban el vestuario o maquillaje mejor hecho. Así era cada competencia, y como su nombre lo dice, siempre existía una alta competitividad entre cada grupo, incluso el baile pasaba a segundo plano y la apariencia era mucho más importante. Debo admitir que yo también he criticado los grupos de baile que no tienen a las bailarinas más bellas, pero en este punto de la vida, la danza era mucho más importante para mí que cualquier otra cosa, no había tiempo para poses de ego cuando se trataba de mi futuro.
- Concursantes, estamos por comenzar. El Conservatorio de Danza Contemporánea de Buenos Aires deber irse preparando. Son las primeras.- Grita el mismo hombre que nos llamó la atención hace unos minutos.
El tiempo es tan relativo, en algunos momentos se pasaba rápido y en otros lento. Y de un momento a otro, estaba por terminar el grupo anterior a nuestro turno.
- Listo chicas, llegó el momento que hemos estado preparando con tanto esmero. Están radiantes y listas para brillar en el escenario. Recuerden, cada ensayo, cada paso, ha sido párate del camino hacia este instante.- Dice la instructora con emoción.- Confíen en ustedes.
- Es hora de que entren.- El hombre de dirige a nosotras.
Entramos al escenario y me posicioné en mi lugar. Busqué a Santiago por todos lados, alzó su brazo de un lado a otro para que lo ubicara más fácil y ahí estaba, se encontraba en una de las primeras filas.
Al verlo pude leer sus labios diciendo: Suerte, confío en ti. Te amo.
En el instante antes de que la música comenzara a acariciar mis oídos, sentí la energía palpitar en el aire como un latido ansioso. La adrenalina corría mis venas mientras mis pies se preparaban para danzar sobre la delgada línea entre la realidad y la expresión artística. Ahora sí comenzó la música.
Bajo el resplandor de los focos, mi cuerpo se convirtió en una extensión de la melodía que inundaba el escenario. Mis pies, ligeros como plumas, paseaban el suelo en armonía con la música, mientras mis brazos dibujaban arabescos en el aire transmitiendo la esencia misma de mis emociones. Cada salto y giro era una expresión liberadora.
Pronto llegamos a la parte del solo, las chicas se posicionaron en su sitio dejando el centro del escenario libre para mi. En ese momento, el escenario se desvaneció, y solo existía la conexión tangible entre mi ser y la música que me guiaba. La audiencia se sintió como un eco distante y me dejé llevar por el flujo inagotable de la danza contemporánea.
El último compás resonó en el escenario, marcando el fin de mi interpretación. En el silencio que siguió, pude sentir mi corazón latir y mi cuerpo, aunque exhausto, irradiaba la satisfacción de haber entregado todo mi ser. De repente, una ola de aplausos inundó el espacio, como una lluvia de reconocimiento que caía sobre mi. Después de unos segundos estática, me deshice de mi posición final y con una sonrisa en el rostro pero manteniendo la compostura salimos del escenario.
- ¡Lo hicieron increíble!- Dice la instructora con una expresión de felicidad y satisfacción inconmensurable.
Todas saltamos de alegría y nos abrazamos entre todas agradeciendo el esfuerzo que cada una había hecho.
- ¡Quedó perfecta!- Me dice Juls.- Y el solo, te quedó genial.
- Gracias Juls.- La abrazó con fuerza.- Tu también lo hiciste genial, no creas que no vi el perfecto salto con giro que hiciste.
- Te amo.- Nos volvemos a abrazar.
Tan solo faltaban dos números más para que la competencia terminara. Se escucharon los últimos aplausos y la voz por el micrófono del presentador diciendo que el momento de que los jueces deliberaran al ganador había llegado.
Nos indicaron a todos los grupos pasar al escenario. En el tenso momento previo al anuncio de las ganadoras, el auditorio estaba cargado de expectación. Mi corazón latía con fuerza, y mis manos, ligeramente temblorosas, se aferraban a la esperanza de un resultado favorable. Cuando la voz del presentador resonó por el lugar, anunciando las posiciones, mis nervios alcanzaron su punto álgido.
"En tercer lugar, la Escuela de Danza Harmonía. En segundo lugar, la Escuela de Danza Éclat. Y finalmente, el primer lugar, la máxima distinción, es para la Escuela de Danza Contemporánea CENART".
En el instante en que mi escuela fue anunciada como la ganadora, un torrente de emociones me invadió. Una oleada de alegría y asombro recorrió mi ser. Las lágrimas de felicidad asomaron en mis ojos mientras el auditorio estallaba en vítores y aplausos. El nombre de nuestra escuela resonaba como un eco triunfal, y la dicha de haber alcanzado el primer lugar inundaba mi corazón. Miré a mis compañeras compartiendo una conexión de incredulidad y gozo, mientras nuestras risas y abrazos se entrelazaban en un caleidoscopio de celebración. Este logro no solo era mío, era de todas las que participamos, de mis padres, mi familia y de Santiago. Era una victoria colectiva que pintaba el camino hacia nuevos horizontes, que cambiaría mi vida para siempre.

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⏰ Última actualización: Feb 28 ⏰

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