12 - {II}

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[♥] Viernes, 25 de marzo de 2010



Jungkook se acercó a la sala cuando decidió que no valía la pena seguir en la cama. De hecho, no podía dormir tranquilo con la silenciosa presencia de Jimin a su alrededor. Lo encontró en una plácida conversación en el sofá, junto a su madre. Se le veía animado y profundamente interesado en las palabras que Minso, quien por cierto, había caído en las garras manipuladoras de Jimin. Él tenía una preocupante obsesión con estar bien con todos, y de alguna extraña manera siempre lo lograba.

—Oh, Jungkook, querido. Jimin se ha ofrecido a llevarme a la ciudad —dijo su madre al notar su presencia—. ¿Estás seguro que quieres quedarte? El hotel es mucho más seguro.

Uhm, sí, hotel que se costearía con los impuestos que pagaba la gente del pueblo. Sonaba magnífico dada la situación actual.

En lugar de responder, Jungkook miró a Jimin con reproche. Con esa sonrisa angelical y apropiada actitud colaborativa, de verdad era alguien que temer. Y sobre todo, poder domar a la bestia controladora, paranoica y acosadora en la que se había convertido su madre. Eso ya era un logro.

—No iré a ningún lado. Que tengan buen viaje.

—No se preocupe, señora Jeon. Puedo vigilarlo muy de cerca —declaró Jimin, juntando sus manos en una palmada—. Podemos irnos ahora, si gusta.

Complaciente, bonachón. Dando un paso atrás para ver la situación de forma panorámica, Jungkook podía notar que siempre estuvo metido de cabeza en Hogwarts, hablando con víboras. Enemigos del heredero, temed.

—Jungkook, ayúdanos a subir las maletas.




[♥]




—Taehyung, hora del almuerzo.

El aludido levantó la cabeza con sorpresa al escuchar el llamado de su jefe y no pudo evitar mirar la hora en su celular, dándose cuenta de que el hombre no mentía. Estuvo absorto organizando los estantes todo ese tiempo, ni siquiera había prestado atención a su ruidoso estómago.

—Regresa a las dos y media —dijo Namjoon—. Debes pasar por la casa del contador. Llamaron porque su televisor está fallando. Revísalo y me cuentas, para ver si necesitamos traerlo.

El pelinegro miró las películas bajo sus dedos, caminando sobre ellas con su mano. Huh. La casa del contador, ¿eh? El mordió su labio y trató de ignorar la deliberada sensación inquieta en su estómago. Una parte de él quería estar prudentemente lejos de Jungkook, y aún no podía explicar por qué. No es como si estuvieran en malos términos —no esta vez—, pero... aun así.

—Por cierto, mañana faltaré al autocinema —le recordó Taehyung, repentinamente angustiado de que el hombre lo hubiese olvidado—. Dijo que me daría permiso. Visitaré a mi hermano.

—Cierto. Bueno, solo dime qué sucede con el televisor. Creo que sabrás qué hacer con lo que encuentres —Le dio unas palmaditas de confianza en el hombro y Taehyung sacudió la cabeza, bufando. Solo era el asistente, sabía algunas cosas y aquí y allá por repetición. Nada especial.

—Bien. Me iré ahora, entonces.

El clima estaba frío, aún. Aunque se sentía era más cálido ahora que entraba la primavera, el viento dejó sus mejillas frías cuando subió a la moto y manejó por las carreteras del pueblo, bajo aquel sepulcral silencio que rondaba entre ellos como una nube de incertidumbre.

The village - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora