Taehyung detuvo su moto frente al edificio, sintiendo que era ilegal. Era tan alto que parecía perderse entre las nubes y tenía detalles tan comedidos que ni con todo el oro del Vaticano en su fachada podría verse más fino y costoso de lo que ya aparentaba. Se sintió incómodo de solo pensar en entrar e incluso contempló la idea de tomar su orgullo, su casco, su moto, y emprender un viaje suicida por las oscuras carreteras que llevaban hacia el pueblo.
—Avisaré que estamos aquí —anunció Jungkook bajando de la motocicleta. Su cabello castaño terminó siendo un desastre cuando se quitó el casco, pero no le prestó mucha atención; levantó su mirada hacia el edificio con un suspiro pesado, como si la sola idea de entrar le atormentara tanto o más que a Taehyung.
—Luce como si no quisieras hacer esto —murmuró el pelinegro, llamando su atención.
—No quiero hacer esto —concedió Jungkook con las cejas fruncidas profundamente, casi angustiado. Taehyung estaba inquietándose.
—Pensé que eran amigos —dijo dudoso—. Es decir, si no es así, podemos regresar al pueblo...
—Somos amigos. —¿Entonces qué era? No lo sabía. Esa sensación en su pecho bien podía ser su orgullo doliendo, la amargura reviviendo, la vergüenza carcomiendo sus entrañas o un infarto. O en su defecto, todas las anteriores—. Iré a anunciarnos. Abrirán las puertas y nos veremos adentro, ¿está bien?
Así sucedió. Las amplias puertas metálicas se abrieron e ingresar fue como entrar a un nuevo mundo. Taehyung había ahorrado demasiado tiempo para su preciada moto; no era un último modelo y no fue excesivamente cara, pero siempre pensó que era lo mejor de lo mejor entre las chatarras del pueblo. Ver tantos autos lujosos en un solo sitio y tantas motocicletas ostentosas golpeó su ego sin misericordia alguna.
—Tu cara. Luce como si no quisieras hacer esto —Fue el turno de Jungkook para señalar lo obvio.
—No me jodas ahora. Estoy de mal humor.
—Huh. Bastante raro.
Llamaron al ascensor, el cual tardó un poco en abrir sus puertas. Jungkook soltó un suspiro antes de marcar el quinceavo piso; en la espera, dio una mirada de soslayo al espejo. La fría luz sobre ellos creaba sombras lúgubres sobre el rostro de Taehyung; el tinte violáceo bajo sus ojos y aquella expresión cansada solo le hicieron recordar lo exhausto que él también se sentía. Tal vez ninguno de los dos deseaba estar allí —aunque por razones distintas—, pero estaba agradecido de que Seokjin, pese a todo, siempre le tendiera una mano.
¿Qué esperaba encontrar Taehyung cuando Jungkook timbró en el apartamento que marcaba 1101? No lo sabía. Pero definitivamente la imagen mental que tenía de Seokjin era bastante errónea. En cuanto la puerta se abrió, un borrón beige atrapó a Jungkook en un aparatoso abrazo. Un abrazo corto, pero fuerte y tan ansioso que Taehyung sintió que sobraba.
—Kook —Su suspiro fue de alivio, de emoción y de tristeza al tiempo. Todo un mar de emociones tiñó su voz en ese ínfimo segundo antes de que Jungkook le apartara suave pero con toda la firmeza del mundo. Como si el gesto lo lastimara—. Sé que prometiste que vendrías, pero aun así no puedo creer que estés aquí —dijo este tipo, Seokjin, haciéndose a un lado para dejarlos pasar—. Sigan. Lo siento. Adelante; pueden dejar sus zapatos allí.
Transmitía esta extraña vibra de profesor de inglés pacífico y adicto al café. El pensamiento hizo que Taehyung mirara con recelo hacia Jungkook, su expresión incómoda y la manera en la que ni siquiera podía sostenerle la mirada. Oh, no, eso sí que no.
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The village - KookV
Fiksi PenggemarAcabas de decir que te gusto. Francamente no te culpo. Y yo tengo curiosidad, así que, resuelve mi duda y todos estaremos satisfechos. Historia inspirada en la canción The village - Wrabel