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[♥] - Sábado, 26 de marzo de 2010




Chaewon cerró su chaqueta con un suspiro y vio el vaho de su respiración perderse frente a ella. Era una mañana especialmente fría y no hablaba solo del clima: el ambiente en el pueblo se sentía gris, pesado, triste.

En contra de las réplicas de su madre, había decidido viajar al pueblo para el funeral. Sentía que era lo mínimo que podía hacer después de que su padre se llevara el pueblo por delante.

Vio su casa con los cristales rotos, medio vacía, con porquerías en la entrada, mientras su padre gozaba de plena seguridad en un hotel en la ciudad. Los ojos curiosos de sus vecinos se asomaban por las ventanas mientras la veían ojeando la propiedad, pateando aquí y allá lo que se cruzaba en su camino. Ni siquiera la cinta amarilla policial en la puerta los había detenido de saquearla.

Miró su celular y lo vio sin notificaciones, marcando las seis y media de la mañana. Taehyung aún no contestaba. Qué amargura tragarse su orgullo y luego ser ignorada. Como fuera, llegaría por su cuenta al cementerio. Solo sentía que su auto rojo era demasiado llamativo para la ocasión, y bueno, caminar no era una opción para ella.

Se estacionó frente al autoservicio para poder tomar un café. No ver a Jennie allí fue un poco sorprendente. En cambio, llegaba la hermana menor de Lalisa para el turno de la mañana. Aquella niña tonta se atrevió a darle una mirada despectiva. Como si realmente le interesara. Jungkook estaba en la caja aún, terminando de contar el dinero en la registradora. Apenas le dio un asentimiento como saludo.

—¿Vienes por el funeral de Jennie? —Quiso saber él. Resultaba obvio por la vestimenta negra, pero bueno, no es como si alguna vez la hubiera visto vestir otro color.

—Sí —respondió castamente—. ¿Puedes servirme un expresso mediano, por favor?

Mientas esperaba por el café, viró la mirada hacia afuera con un suspiro. Vio una moto acercarse y fue una tonta al pensar que podía ser Taehyung. En cambio, vio los destellos rojos en la carrocería, muy típicos de Hoseok. El autoservicio no parecía ser su destino, pero frenó bruscamente al ver el auto rojo.

—Tu café —dijo Jungkook. La puerta del local sonó entonces, llamando la atención del castaño. Casi sintió en deja-vu y su estómago brincó emocionado un instante viendo aquel paso confiado, la chaqueta de cuero y las botas militares, pero no, no era él. Solo era Hoseok. Aunque no es como si esperara a alguien más.

Hoseok no parecía interesado en él. Fue directamente hasta Chaewon, ocupando la silla junto a ella.

—¿Quieres que te lleve? Taehyung dijo que no estaba seguro de asistir.

Chaewon rodó los ojos internamente. ¿Podía Taehyung guardarse algo para él?

—Es hasta las ocho, me las arreglaré —respondió tajante antes de darle unos cuantos sorbos a su café. Estaba hirviendo y sintió calor en su abrigada chaqueta de piel sintética, por lo que no dudó en sacársela de encima. Llevaba un crop top negro sin tirantes, que dejaba su espalda y su abdomen a la vista. Para ser exactos apenas cubría sus senos, y por supuesto que no llevaba sostén.

—Oye —Hoseok rascó su cuello, carraspeando—. Espero que no planees ir... así.

Chaewon lo miró con aburrición. No era tonta. De verdad, podía ver a un kilómetro de distancia que desde la primera vez que Taehyung los presentó, el chico quiso saltar sobre ella. Ni siquiera era feo. Hombre, tenía un perfil afilado, su nariz y su mandíbula, ojos pequeños y rasgados, y una sonrisa deslumbrante. Pero se metía en el mismo saco que todos aquellos idiotas del pueblo: tan arcaicos.

The village - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora