Epílogo: Jazmín

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"Pase lo que pase, jamás te olvides de tus raíces".

—Siento mucho haberles causado tantos problemas. –comenté seria mientras nos encaminábamos a la salida una vez más.

—¿De qué hablas? –respondió Ezequiel.

—Creí que podría con todos ellos. Es decir... realmente estaba dispuesta a quedarme peleando ahí.

—Sos una pelotuda, nadie puede con eso. Ser mitad bicho no te convierte en míster músculo. –se metió Dylan.

—Vos callate. –Abril lo empujó.

—No, está bien. –la miré–. Tiene razón.

—Lo hiciste. —Lucas me sonrió–. Todos acá lo hicieron muy bien.

Llegando a la frontera, admiramos la tan anhelada salida del nefasto territorio al que nos habían obligado a entrar. Mis compañeros se miraron con alivio, pero yo miré a Dylan, quien me devolvió la mirada de forma comprensiva.

Sabía que podría irme con ellos tranquilamente, volver a las calles finalmente, volver a casa.

¿Pero tenía una casa a la cuál regresar?

—Chicos... –se voltearon a verme–. Lo siento mucho.

—No. –Ezequiel me interrumpió–. No vas a venir con eso ahora, siempre estuvimos juntos, y ahora también.

—No voy a volver. Hasta acá llegué.

—¿Por qué?¿Por qué ahora? –Abril se desesperó.

—Lo acordé con Dylan el día que Lucas se perdió, en la torre. Desde ese día asimilé que solo regresarían ustedes.

—¡Dejá de sacrificarte! ¡La vida no funciona así! –Ezequiel subía cada vez más el tono de voz.

—Ahora que podemos estar juntos. ¿Realmente querés esto? –insistió Abril.

—Aunquequisiera, no podría. Adentro mío llevo una bestia que no conozco, sería la carnada de los posibles sobrevivientes de Belerofonte que hayan quedado. No tengo control de mis instintos, no sé quién soy ni a dónde quiero ir, y si me atrapan; sería legalmente un sujeto de pruebas y observaciones.

Abril me miraba sin poder creerlo. Nadie podía contradecirme.

—Aún no es tiempo. –los mire apenada–. Si de algo me di cuenta acá dentro, es que tengo muchas cuentas que saldar. Y las deudas se pagan, y si no se pagan la gente que te rodea sale herida... Y yo ya no puedo permitirme herir a nadie más.

Mi voz se quebró pero no me permití llorar. Deseaba una vida normal, pero era un lujo que no podría permitirme.

Las mentes que sufren tantos daños como la mía jamás vuelven a ser lo que eran. El cuerpo tiene memoria y los recuerdos de las personas que murieron en consecuencia de mis acciones me perseguiría hasta mí último día.

Isaac y Luca, ellos lo habrían entendido. Daría lo que fuera por tener la oportunidad de disculparme.

—Siento haber traído tantos problemas. Siento haber tenido mala conducta, siento haber hecho enojar a Abril, siento mucho pelear con tu novia. –miré a Ezequiel–. Fue divertido cuando no sabíamos la verdad, y agradezco que me hayan salvado. Ahora, por favor, déjenme salvarlos a ustedes.

Ezequiel avanzó dispuesto a hacer algo, sin embargo Dylan intervino por su espalda tirándolo hacia atrás con violencia.

—¡Soltame o te mato! –se sacudía–. ¡Hagan algo!

Fue lanzado por Dylan hacia el interior de la cápsula, cerrándose el compartimiento al instante.

Antes de que Abril pudiera hacer algo, la embestí con los hombros obligándola de forma bruta a aproximarse a su cápsula correspondiente, empujándola con fuerza. Escuché un quejido de su parte y vi con claridad su rostro, divisando una mezcla de expresiones entre susto e impacto. Estaba totalmente estática, y me miraba a los ojos.

Anticuerpos 2: Código QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora