12

579 108 13
                                    


Malestar...੭ु

Jaemin se sentía triste.

Había despertado mucho antes de lo que generalmente hacía. Jeno seguía durmiendo tranquilo en su cama.

La pequeña hada estaba sentada en una de las ventanas, perdido en sus pensamientos.

No quería irse, pero debía. No quería dejar a Jeno, no podía hacerlo ahora que entendía que era lo que sentía.

Se había enamorado de un humano.

Jaemin quería llorar de la impotencia ¿Por qué le sucedía eso a él?

El hada sabía que el humano lo olvidaría con el tiempo, después de todo, la mayoría de los humanos lo hacían. Era fácil olvidar los recuerdos de las hadas, incluso si lo recordaban pensaban que solo eran tontos sueños.

Y aunque eso debía aliviar el corazón de Jaemin, porque sabía que Jeno no sufriría por su partida, él solo sentía dolor. Se iría y no lo vería nunca más.

Su corazón quedaría roto para siempre y el único culpable sería él mismo.

No sabía que haría sin la compañía del pelinegro. Volvería a sentirse solo, todos volverían a ignorarlo, volvería a ser el mismo tonto solitario de siempre.

Ni siquiera quería seguir con las misiones, porque no podía siquiera pensar en estar junto a otro humano que no sea Jeno.

Jaemin cerró sus ojos y trató de calmarse. Debía pasar un lindo día en compañía de Jeno.

Pues sería el último.

El pelinegro volvía de su turno en la cafetería

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El pelinegro volvía de su turno en la cafetería. Jaemin estaba dentro de su bolsillo, pero extrañamente no jugaba con sus monedas o teléfono.

Luego le preguntaría si sucedía algo.

Solo quería llegar a su hogar para descansar, ese día no iría a la universidad.

Tenía un horrible malestar y no sabía a qué se debía.

Al llegar a su hogar, Lee por fin se sintió en paz.

El hada salió del bolsillo y se dirigió a la habitación del humano sin pronunciar ninguna palabra. Jeno no entendía que le sucedía, pero no dijo nada. Primero iría a buscar algo de comer para ambos.

Tomó una manzana para él y unos dulces para el pequeño, y fue detrás del rubio.

Entró con cuidado a la habitación, viendo al pequeño sentado sobre la cama. Parecía estar desanimado.

Camino hasta quedar frente a él y se sentó en el suelo para quedar a su altura.

— ¿Estás bien, pequeño? — Preguntó con preocupación.

Cuentos de Hadas II NOMIN (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora