Cuando tu respiración se agite y las yemas de sus dedos pasen por cada rastro de piel erizándola. Cuando tus músculos se tensen en espasmos y lagrimees de placer, ten en cuenta siempre de quien adorna tu vista y se adueña de esas sensaciones. Ten po...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Caminaba de un lado a otro, había permanecido inquieto durante bastante tiempo. Tú solo te limitabas a mirarlo sentada en el sofá que tenía dentro del taller, lo habías sorprendido muchas veces durmiendo ahí, al trasnocharse y llegar tú en la mañana te preocupabas demasiado por él y era objeto de pequeñas discusiones entre ustedes dos. Cuando el estrés y la ansiedad lo carcomían, Mitsuya no dormía y pasaba sus madrugadas diseñando, bordando o cociendo piezas realmente hermosas, su talento no era opacado por eso, pero su mentalidad si y esto lo orillaba a desarrollar un perfeccionismo enfermizo, eso a ti te tenía nerviosa por temporadas que dejabas tu vida a un lado por apoyarlo, pero era una tarea difícil.
—Takashi, tienes que calmarte.
—No puedo, necesito que este vestido sea puramente hermoso — Exclamó rascando su nuca.
Esta era una de esas oportunidades donde tu estómago se revolvía por cuidarlo y sacarlo del taller, pero su terquedad era estrafalaria y el proyecto que tenía en mente no lo dejaba pensar con claridad, se negaba a todo, menos a comer y bañarse, era algo en lo que, si insistías bastante, aceptaba a regaña dientes, pero era muy rudo y él estaba muy delgado.
—Pero te va a dar un colapso nervioso, o peor, puedes...–
—¡LO SÉ JODER, LO SÉ! — Gritó, tomándote por sorpresa, — Si quieres ve a casa, pero no me reprendas por favor, no estoy para eso. — Puntualizó.
—No es por reprenderte, es por tu salud — Insististe.
—Déjame solo — pidió, — por favor.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cumpliste tu palabra solo por unas cuantas horas, te daba rabia tener que ceder, te causaba molestia tener que verlo así y que no se dejara, realmente se nublaba y solo había una manera de lograr distraerlo siquiera por un tiempo.
Entraste al taller a un paso normal, como pan de cada día él estaba postrado en la mesa de diseño haciendo trazos, con montones de muestras de telas preciosas y objetos regados al rededor. Él sintió tu llegada y al oír tus pasos aproximarse giró a verte para volver a lo suyo.