Cuando tu respiración se agite y las yemas de sus dedos pasen por cada rastro de piel erizándola. Cuando tus músculos se tensen en espasmos y lagrimees de placer, ten en cuenta siempre de quien adorna tu vista y se adueña de esas sensaciones. Ten po...
🧶Disclaimer🧶 Voyerismo, lenguaje vulgar, sin protección.
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Descripción: Donde Souya le pide a su hermano que lo ayude a complacer a su linda nueva novia t/n, Nahoya con gusto accede a enseñarle lo que sabe.
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Souya es un novio dulce y amable, es un chico atento en el amplio sentido de la palabra. Le gusta invitarte a comer helado y caminar a tu lado tratando de tomar tu mano luchando contra el nerviosismo de su cuerpo. Te prestaba atención, era un chico callado, que adoraba verte sonreír, decía que tus ojos se achinaban tanto que parecías un emoji, te hacía sonrojar de manera inocente, adulándote de manera automática y sin pensarlo.
Su primer beso fue bastante cómico y agradable, él dio el primer paso justo cuando contabas una anécdota cualquiera de tu vida, te tomó por sorpresa y tu rostro se tornó rojo a más no poder. Él ni siquiera lo pensó dos veces al hacerlo, quedó tan embobado que sin escucharte solo accedió a sus impulsos y te besó. De ahí en adelante las cosas siguieron bastante bien.
Fueron tantos los momentos de besos húmedos que se acoplaban de manera increíble, sus lenguas húmedas se acariciaban de a ratos y el peliazul era fan de morderte los labios y robarte jadeos, su posición favorita para besarte era de horcadas, ya que según él, así podía sentirte entera, y más allá de eso, podía demostrarte lo que tú le hacías sentir a él, queriendo acortar la distancia siempre y punzando tu centro con su prominente erección, la cual utilizabas de excusa para mover tus caderas lentamente, tentándolo a desvestirse y desesperándolo de manera innata.
Sin embargo, el Kawata menor divagaba bastante acerca del sexo y cómo complacerte.
"El cuerpo femenino es tan complicado" pensaba.
Nunca oyó quejas de tu parte, nunca te vio disgustada ni vacilante al momento de entregarte a él una y otra vez, pero en su mente no podía soñar más la imagen de verte llegar al orgasmo, de revolverte entre espasmos y gemir su nombre en un hilo de voz. En ocasiones, el peliazul se encerraba en su habitación y se tocaba de solo pensarlo, lo tenías tan mal, su propia idea de no poder complacerte lo desconcentraba hasta de su propia vida personal.
Fue ahí donde tuvo la idea.
Una tarde te invitó a casa, no era la primera vez que visitabas aquel lugar que compartían ambos hermanos para independizarse. Smiley los acompañaba de vez en cuando a ver películas cuando tenías citas casuales con tu novio. Sin embargo, no era mucho lo que irrumpía el hermano mayor solo por querer darles privacidad.
Souya adoraba a su hermano mayor, lo admiraba y seguía fielmente, desde luego, Nahoya era en quien más confiaba.
Aquella tarde como las demás, asististe, todo iba de manera amena y familiar como cada cita que compartías con el peliazul. Sin embargo, llegada la noche Souya comenzó a ser más directo contigo, mirando la televisión comenzó a acariciar la piel de tus muslos lentamente, fingía estar distraído mientras su mano ascendía por tu cuerpo. A pesar de estar ambos arropados en su habitación, tú piel se erizó de manera instantánea, sentiste un escalofrío que ignoraste, quisiste dejar que todo fluyera según el peliazul deseara.