𝕮𝖍𝖎𝖋𝖚𝖞𝖚 𝕸𝖆𝖙𝖘𝖚𝖓𝖔

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Eran tres meses los que llevábamos saliendo, al principio se mostró bastante tímido, arrastraba sus palabras y su mirada tenía una especie de trance con la que luchaba frente a un pequeño tic que lo hacía apartar su vista mientras se sonrojaba. Lo conocía desde hace bastante tiempo dado a que estudiábamos en el mismo instituto, fui testigo en primera persona de como cambio drásticamente su manera de ser tras ser transferido Baji Keisuke al instituto. Al pelinegro lo conocía de antes, pues el mismo se había mudado a mi vecindario y fue gracias al de colmillos afilados que tuve la oportunidad de conocer a Chifuyu y más allá de eso, poder llegar a donde estoy actualmente con él, con una pronunciada cercanía, pequeños secretos compartidos y largas noches donde nos escapábamos fuera de casa a crear teorías conspirativas que creíamos fielmente hasta caer en insomnio y llorar de la risa con cada broma que nos gastábamos el uno al otro.

Chifuyu siempre ha sido un alma libre, su amistad con Baji era algo que envidiaba, pero me deleitaba a la vista, su lealtad era cegadora y siempre adore su inocencia para saltar al vacío con ojos vendados ante lo que llene su gran corazón. Fue por esos mismos aspectos por los que caí perdidamente enamorada en cómo sus ojos brillaban cuando hablaba, como nunca se cansaba de armar planes fallidos y como podía ser el ser más respetuoso y a la vez osado como para robarme besos cuando sabía que bajaba la guardia. Mi corazón revoloteaba cada vez que me agarraba de la mano, cada vez que sonreía alegre tras un cumplido y como me presentó ante sus amigos como si nunca se fuera a ir de mi lado.

No dudé en entregarme a él aquella noche donde me prometió sonrisas ante el brillo de las estrellas, él sabía lo que decía y lo que hacía, fue aquel picnic nocturno el plan que surgió exitoso, donde acepté formalizar lo nuestro y embriagada por el amor le entregué mi cuerpo entre lágrimas de lujuria.

Me hallaba ensimismada recordando todo nuestro recorrido, de donde salí cuando mi burbuja fue explotada por una mano en mi hombro, era Chifuyu, quien me llamaba al parecer repetidas veces de las cuales solo escuché dos veces mi nombre. Qué vergüenza.

—Perdona, me distraje—, Le dije al rubio a mi lado.

—No te preocupes— me susurró.

Estabamos reunidos en casa de Hakkai, era nuestro amigo con piscina la cual era mediana, situada en un jardín amplio con pasto natural y bastante preservado. Algo muy común en la familia Shiba era la estética y su hogar cumplía los requisitos al punto exacto, con tumbonas y sillas con mesas donde descansaba el alcohol y comida que reunimos para pasar el rato. Al ser verano la noche no era fría, aunque al principio moríamos temblando por la temperatura del agua, tras tomar más shot de la cuenta y los tragos de dudosa procedencia que ofrecía Mikey ya estábamos todos un poco idos sin excepción alguna.

—Déjala Chifuyu, te dije que no le metieras pastillas a la bebida para poder besarla— Exclamó Baji; Mikey se reía de fondo. Abrí mis ojos ampliamente.

—La mezclé en tu vaso, es que te confundí con ella. Disculpa—, Le siguió el juego.

—¿Estás diciendo que tengo un lindo cabello o que quieres besarme? — Enarcó una ceja el pelinegro acercándose. Kazutora los veía expectantes desde la esquina, cargaba una sonrisa estúpida mientras que a su lado había un Mitsuya ocultando su rostro en un face palm, avergonzado de semejante escena que empezaba a cruzar la delgada línea de lo bromista a lo real.

—¿Es una pregunta o una propuesta? — Contraatacó el rubio a centímetros de distancia. Cuando ya todos empezaron a caer en el juego la tensión y el silencio se hizo mientras ambos chicos se miraban en una peligrosa cercanía. Cuando los presentes pensábamos que llegarían a más el pelinegro soltó una risa nasal, a lo que contagio el rubio y con lo cual la pareja de chicos estalló en carcajadas acompañados de nadie.

Tokyo Revengers - ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora