Bullying (Stony)

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Tony siempre había sido alguien que destacaba por sobre los demás, no solo por su innegable belleza y ternura que emanaba, sino también por su gran inteligencia. Su apellido también influía en eso, su padre quería que el menor entrara a una gran escuela de prestigio, pero tanto María como Jarvis lograron convencerlo de inscribirlo en una más pequeña.

Aunque en un inició no deseaba aceptarlo, cedió al entender los argumentos que le decían su esposa y su mejor amigo. Tony merecía tener una infancia normal, como la de cualquier otro niño de su edad.

Querían que triunfara y que tuviera éxito, pero no que fuera soberbio y engreído.

Encontraron una buena escuela, lograron crear un acuerdo con el director para que la vida estudiantil de su pequeño Tony fuera lo más normal posible, pero lo que no pudieron conseguir fue dejar al castaño en el grado acorde a su edad, pues iría dos grados arriba. No se podía esperar menos de un genio como lo era el menor.

Al inicio su pequeño siempre se mostraba alegre y feliz, emocionado por querer ir a la escuela todos los días, pero poco a poco vieron como esa emoción iba disminuyendo lentamente. Creían que se trataba de lo que sentía cualquier niño al descubrir que no todo eran juegos en la escuela.

...

Tony terminaba de desayunar sus panqueques que le había preparado Jarvis, junto con su vaso de leche.

— Howard creo que Tony quiere copiarte tu estilo — dijo María, tanto Howard como Tony voltearon a verla dejando el trozo de panqueque en sus platos, se vieron entre sí y el mayor solo rió.

— ¿Qué ocurre mamá? — María y Howard reían al igual que Jarvis, pero este se acercó a él y un pequeño espejo le dejó ver su reflejo.

— No se si sea su estilo querida — dijo Howard.

— Así es, no lo es — su madre limpió su boca y con ello el bigote blanco que había dejado la leche — no quiero verme como un viejo.

Howard volteó a verlo exagerando su expresión mientras que los demás reían, al final el mayor también se rió de lo que había dicho su hijo.

— Joven Anthony, suba a cepillarse los dientes, tenemos que irnos. No querrá llegar tarde a la escuela — el castaño asintió y la bonita y gran sonrisa que se había formado en sus labios se borró.

El castaño cepillo sus dientes y tomó su mochila, se vio por última vez en el espejo. Usaba una sudadera, una playera, unos jeans y unos tenis. Podía pasar como cualquier otro niño a simple vista, se puso sus gafas para pasar más desapercibido. Amaba usarlas, se sentía como si fuera Superman al ocultar su identidad, pero Superman era un superhéroe, todos lo querían y peleaba contra sus enemigos, siempre ganando cualquier pelea.

Él no podía pelear, y no podía derrotar a esas malas personas. Él no era un superheroes.

Bajó las escaleras y vio a las tres personas más importantes en su pequeño mundo frente a la puerta.

— Vamos Tony, tu madre y yo te acompañaremos a la escuela el día de hoy — su sonrisa volvió al escucharlo, corrió hacía ellos, los abrazo y tomó sus manos para salir de ahí.

Durante el camino su padre le habló de lo que tenía planeado hacer, de qué trataba su siguiente proyecto. Lo escuchaba maravillado ante sus ideas, aún más cuando este le dijo que podría ayudarlo en su taller. Su padre no siempre lo invitaba a estar en este.

— Joven Anthony, llegamos — escucho a Jarvis y volteo a ver por la ventana donde vio su escuela y cómo varios niños iban entrando a esta — agrege un pequeño refrigerio para usted, que creo que será muy de su agrado — dijo y el castaño asintió.

Sus padres y Jarvis le desearon un buen día, su madre besó sus mejillas, su padre alborotó su cabello y Jarvis le regaló una sonrisa. Bajo del auto y comenzó a caminar hacía el interior de la escuela, pasó entre algunos empujones al que era su salón de clases.

Todo fue normal y tranquilo durante sus lecciones, escribía sus notas, participaba en sus clases y prestaba atención a sus maestros. Todo iba bien hasta que la campana que anunciaba el almuerzo hizo que todos salieran hacía el patio. Podía ver como todos jugaban entre sí y como varios comían entre ellos lo que habían llevado o lo que conseguían en la cafetería, él por su parte estaba sentado en una banca lejos de los demás, no había conseguido formar amigos, revisó lo que Jarvis le había dejado y sus ojitos brillaron al ver un par de donas glaseadas con chispas.

Tomó la primera dona y la saboreo, estaba deliciosa. Cuando iba a comer la segunda esta fue arrebatada de sus manos, iba a decir algó cuando vio de quien se trataba.

— Muchas gracias por la comida niño — dijo el chico que le había quitado su dona, el resto de sus amigos rieron al ver como el castaño frunció un poco su ceño.

—Esa dona es mía, devuelvemela, por favor — pidió, y el chico pareció querer dársela, pero cuando estaba por tomarla este la alejo y la mordió.

— Vaya que está deliciosa — dijo mientras volvía a morder la dona.

Tony intentó golpear o al menos quitarle su dona, pero cuando se acercó uno de los chicos a su lado lo empujaron, sus mano y su cuerpo dolieron tras el impacto contra el suelo, se puso de pie y vio como sus manos estaban enrojecidas y raspadas.

— ¿Acaso intentaste golpearme ñoño? — el chico lo tomó de la sudadera y lo levantó.

— Tú me quitaste mi dona Rumlow — reclamo Tony tratando de no mostrarse asustado, pues esos niños eran más grandes que él, no solo de altura sino también de edad.

— ¿Y qué harás al respecto? ¿Eh? ¿Llorar? — nuevamente fue arrojado al suelo, cuando vio como aquel niño junto con los otros se acercaban para golpearlo se hizo bolita, pero antes de que pudieran hacer algo escucho el grito de una maestra preguntando qué ocurría, de inmediato todos se fueron corriendo — ¡No creás que te has salvado, te veré en la salida!

Aquello claramente lo asustó, pues en la salida los maestros estarían demasiado ocupados supervisando la salida como para percatarse de que lo pudieran golpear. Se diriguió a uno de los baños y cuando levantó su playera vio cómo un costado de su estómago estaba enrojecido, de igual forma su pierna y sus brazos. Su ropa estaba sucia y desordenada. Trató de sacudir todo el polvo con el que se había ensuciado, pero a pesar de eso los golpes le dolían.

Pasaron las siguientes clases, las cuales deseaba que fueran eternas.

Pero no era así, la última clase había llegado y se había ido en un abrir y cerrar los ojos. La campana que anunciaba el final de las clases sonó y todos sus compañeros comenzaron a guardar sus cosas rápidamente y a salir de ahí, quería seguirlos para que así Rumlow y sus amigos no lo agarraran, pero cuando termino de guardar todo solo quedaba él y un chico más que estaban con el profesor.

No los iban a dejar salir tan rápido. Estaba seguro de que Jarvis ya lo esperaba en la puerta, tal vez si corría podía salir de ahí antes de que lo atraparan.

No fue así, tan pronto salió del salón fue jalado por ellos, taparon sus boca con una pelota como si fuera un perro y lo arrastraron por los pasillos hasta llegar a la parte trasera de la escuela. Lo aventaron y su espalda chocó contra la pared.

— Ahora, donde nos quedamos idiota — estaba por ponerse de pie cuando este pateo su estomago, soltó un gemido de dolor al sentir como volvía a caer. Sus lentes se cayeron y fue cuando Rumlow pasó sobre ellos rompiéndose de inmediato.

La pelota en su boca hacía que su mandíbula comienzaba a doler y que no pudiera gritar. Lo siguiente que sintió fue como algo frío caía sobre él, dos de los amigos de Rumblow vaciaron un par de botellas de agua sobre él. Todos comenzaban a reír, se puso de pie y trató de abalanzarse con él, pero recibió un duro golpe en su estómago, para después este lo golpeara con su rodilla en el mismo lugar. Esta vez se quedó en el suelo, no podía casi respirar.

—- Entiéndelo de una vez nerd, tú no eres más que una simple basura — su pie estaba en su cara.

No quería llorar en verdad, pero un par de lágrimas comenzaron a salir. No sabían si era de dolor o de miedo.

— ¡Alejate de él Rumlow! — abrió sus ojos y vio a un delgado chico rubio.

— Vete de aquí Rogers, antes de que te pateé a ti también el trasero — dijo mientras volteaba a verlo, presionó más contra su rostro.

Steve al ver eso avanzó hasta él y lo golpeó, logrando alejarlo un poco del cuerpo del castaño.

— Ahora tú también me las pagaras Rogers — Rumlow lanzó un golpe, Steve estaba dispuesto a recibirlo si podía golpearlo igual, pero antes de que eso ocurriera alguien detuvo el puño de Rumlow y lo golpeó logrando dejarlo en el suelo con eso.

— ¿Quién pagará qué? — dijo Bucky, todos al verlo se tensaron, Rumlow se puso de pie y estaba por decirles a todos que atacaran, pero vieron como el resto de los amigos de ambos se acercaban.

Rumlow chasqueó su lengua y les dijo a todos que se fuera, que por ahora lo dejarían en paz, pero que eso no terminaría ahí.

— ¿Estás bien punk? — el rubio asintió mientras que se agachaba frente al castaño que retrocedió.

— Esta bien, puedes estar tranquilo no te haremos nada — el castaño quitó la pelota de su boca y Steve le tendió su mano, Tony pensó en rechazarla, pero cuando vio los ojos azules del rubio de alguna manera su cuerpo se calmó, dejó de temblar y aquel miedo parecía cesar de a poco.

Con un poco de desconfianza tomó la mano del otro, le ayudó a ponerse de pie.

— G-gracias...— murmuró.

— No tienes porque agradecerme, lo importante es que estas bien — la mano del rubió acarició la adolorida mejilla del castaño, se podía ver la marca enrojecida de donde antes estaba el pie de Rumlow.

Steve le sonrió a Tony y el castaño agacho su cabeza. Steve le entregó sus lentes rotos y lo acompañó hasta donde estaba Jarvis quien de inmediato se acercó al castaño y comenzó a revisarlo, volteo a ver al rubio con enojo dispuesto a hacer algo al respecto, pero Tony lo detuvo.

— ¡Él no me hizo esto, Jar.! ¡Lo juro! — el mayordomo miró al castaño — é-él me salvó — el mayor miro al rubio y este asintió, soltó un frustrado suspiro.

— ¿Quién es él joven Anthony?

— É-él es...

— Soy su amigo — respondió antes Steve, Tony volvió a verlo con sorpresa — ¿No es así? — el castaño asintió de inmediato sin dudarlo.

Había hecho un amigo.

Jarvis volvió a suspirar y aceptó lo dicho por los infantes, hizo que el castaño entrara al auto. Ya habría tiempo de hablarlo en casa

ANGSTRUARYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora