Capítulo tres.

371 43 14
                                    


|Nostálgia|

- ¡Oigan, ustedes! ¡¿Qué creen que están haciendo?! - Gritó un niño a lo lejos, llamando la atención de los tres idiotas que masacraban a un chico mucho menor que él -. ¡Déjenlo en paz!

Los adolecentes dieron un respingo al escuchar la chillona voz del chico a lo lejos. Uno de ellos volteó para encararlo. Inmediatamente soltó un bufido.

- ¡No te metas, Izan! - protestó, mirándolo, sin una pizca de sensibilidad -. ¡¿Es que no lo entiendes?! ¡Es una puta basura! - Soltó, refiriéndose a su pobre víctima, la cual se encontraba tendida en el suelo, con sus rodillas en su abdomen, y sus manitas rasposas cubriendo su rostro.

El cuerpecito del pelirojo tembló al sentir la fría mirada del chico sobre él, pero en un acto de valentía, no retrocedió.

- Él no les ha hecho nada. Váyanse de aquí - exigió, con una voz apenas audible.

- ¡¿Qué dijiste?! ¡No te escucho! - Gritó en su dirección, en un tono burlón. Quería humillarlo y posiblemente después golpearlo.

El niño no pudo articular alguna oración, sus pequeños labios temblaban exageradamente. Se maldijo a sí mismo por interrumpir tan impulsivamente, tal vez debió pensar en otra solución para ayudar en vez de actuar de esta manera. No lo representaba en lo absoluto.

Pero ya no iba a retroceder.

Se haría cargo de su error, y ayudaría al pequeño de su edad.

Lo haría...

- ¡Déjalo en paz!

Y lo siguiente sucedió rápido.

No supo cómo ni cuándo, pero ya se encontraba corriendo hacia los grandotes para darles la paliza de su vida. O eso es lo que intentó.

Pues uno de ellos logró atraparlo antes de estampar su cuerpo contra la del chico con el que habló anteriormente.

- ¿En serio crees que vale la pena arriesgarse de ese modo por este inútil? - preguntó el que parecía el más participativo en el grupo. Uno de ellos sostuvo al pequeño Izan por sus brazos, y éste otro lo tomó bruscamente del cabello, haciendo volar la bolsa que utilizaba para tapar su tono rojizo -. ¡Ugh! ¡Qué asco!

De inmediato se apartó del chico al ver aquél tono tan carmesí como la misma sangre.

En aquellas mentes ignorantes y poco educativas, esto era algo repugnante. Por lo cual, algo más por deshacerse.

- ¡Otro puto fenómeno! - exclamó otro de ellos.

- ¿Sabes lo que te va a costar éste acto de valentía, Yoshiki? - murmuró uno, acercándose más a él - un buen castigo, que quedará grabado en tu memoria.

Antes de siquiera reaccionar, escuchó el jadeo de la pequeña víctima, la cuál estaba tan mal herida, que sus aberturas no tardaban en infectarse, y costaría mucho dinero enmendar aquello. Al moverse, sintió un potente dolor en su abdomen, y es que las patadas habían sido tan agresivas, que todavía le costaba respirar. Su corazón se aceleró de inmediato, y empezó a inhalar cada vez más rápido, en un acto desesperado de conseguir oxígeno. Su mirada de inmediato empezó a visualizar su alrededor, buscando ayuda.

Se sorprendió de sobre manera al mirar como sus tres agresores golpeaban a un pequeño niño de más o menos su edad.

¿Por qué?

¿Por qué le estaban haciendo daño?

- ¡¿Sabes lo triste de ésta situación, Izan?! - preguntó uno de ellos con una mueca de asco al estar ensuciando sus manos con la sangre de un fenómeno - ¡Pudiste haber evitado todo este maldito teatro! ¡Si tan solo no hubieras intentado hacerte el héroe defendiendo a este marica, estarías bien!

𝕸𝖎 𝕻𝖆𝖘𝖆𝖉𝖔 |ɢʸᵘᵗᵃʳᵒ×𝗼ᶜ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora