Capítulo diez.

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                    |Reunidos|

La tensión se hizo presente en cuanto salimos de la habitación de Hinatsuru. Ninguno de los dos hablaba ni nos dirigíamos mirada alguna. Estábamos en nuestros mundos.

En el mío, el recuerdo de las personas a quiénes muy pronto tendré frente a mí, estaba más vivo que nunca. Miles de preguntas pasaban por mi mente, la mayoría sin respuesta alguna.

Pero la más repititiva era; ¿Qué carajos voy a hacer cuando los vea?

¡¿Qué voy a hacer?! ¿irme de su lado? ¿luchar contra ellos? ¿si quiera podría tocarle un pelo a Gyutaro y Daki?

Y no precisamente por la gran fuerza que deben portar, el maldito tema es aunque sea obligatorio, jamás me permitiría rozar violentamente sus cuerpos; cortar sus rostros o ensuciar mis manos de su sangre.

¡Jamás!

Pero tampoco me agrada la idea de alguna pelea con Tengen. No quiero ver una mirada de desprecio en su rostro, porque, aunque me cueste aceptarlo, es de las únicas personas que he querido de verdad después de esos dos.

Por eso me siento tan culpable. No por la asociación de cazadores. No por mis compañeros. Ni siquiera por el patrón, a quién respeto demasiado, pero no tengo un aprecio mucho más allá. Sino por Tengen y sus esposas; Makio, Suma y Hina. Esos cuatro me dieron ánimos en muchos momentos.

Tal vez no llevamos diez o quince años de conocernos, pero la confianza que les tengo, el cariño y el agradecimiento, es de treinta y más.

Porque me sentía tan sólo. Soledad y trabajo era mi círculo personal. Mi mejor amiga era mi katana. Mi razón de vivir era el dinero. Mis descansos eran mis entrenamientos y mi esponjada cama. No futón, cama.
Pero llegaron estos chicos, y en cuando los conocí, supe que serían esenciales en lo que restaba de mi triste y solitaria vida.

Yo... no puedo ser tan hijo de puta.

El potente estruendo debajo de nosotros llamó mi atención, y por lo visto también el de Tengen.

Ambos páramos nuestros pies y bajamos inmediatamente hacia el suelo. Miré a Tengen y el me miró a mí.

- Estás idiota si piensas que yo lo voy a hacer - me quejé, ante su mirar. Él frunció sus cejas y dio un suspiro cansado.

- Igualmente eres demasiado lento...

Ni sabría describir si estar ofendido o calmado por saber que no seré yo quien excave.

Tomó sus katanas, las cuales se encontraban cruzadas en su espalda, y me alejé. Sabía perfectamente que los movimientos de Tengen serían veloces y que necesitaba cierto espacio para no lastimar.

Dio un profundo suspiro y sus brazos se empezaron a mover velozmente contra el suelo.

Sus movimientos eran rápidos y precisos. Elegantemente y vistosamente, excavaba en aquél suelo que parecía infinito.

No supe por cuánto tiempo hizo aquello, sólo que al menos para mí, fue tortuoso. Pequeñas piedritas llegaban a mis ojos de vez en cuando, ocasionando cierto ardor molesto, impidiendo mirar bien.

Era tan molesto que empezaba a frustrarme.

- ¡Vamos!

Aquella orden me sacó de mis pensamientos y rápidamente la acaté. Me dirigí a paso veloz hacia la gran abertura en el suelo y me adentré.

Al caer, cierto hormigueo inundó mi estómago. Las caídas no eran mi pasatiempos favoritos, por lo que mi estómago se revolvió al instante.

Al caer, la tierra se convirtió en polvo, y eso permitió a Tengen hacer su entrada tan extravagante.

𝕸𝖎 𝕻𝖆𝖘𝖆𝖉𝖔 |ɢʸᵘᵗᵃʳᵒ×𝗼ᶜ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora