Antes de empezar les invito a que me sigan si no lo hacen ya por que tengo historias preparadas qué les pueden llegar a gustar.
Este extra va a ser una pequeña continuación de "16. ¿Quién lo diría?"
El especial San Valentín, lo prometido es deuda. Perdón por no publicarlo antes :v la vida de una escritora que estudia es difícil saben?
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- ¡Adiós mamá nos vemos el lunes! - Gritaron mis pequeños mientras se iban en los hombros de Rindou.
Mi pequeño Jomei tenia apenas un año y ya caminaba como podía, estaba hecho un campeón como su hermana que lo cuidaba mejor. Escuché la puerta cerrarse y me dirigí seriamente al despacho de mi marido, si, el que había iniciado todo esto.
- ¡Idiota con el pelo que parece lamido por una vaca y es un poste telefónico... Más te vale dormir en el sofá hoy por qué si no conocerás el mismísimo infierno! - Le grité en la puerta pues se había encerrado.
Todo había comenzado a inicios de mes, era febrero y como cualquier pareja normal, queríamos hacer algo por San Valentín. Pero como ya saben, hay algunas personas que cuando llega el catorce en vez de hacer algo lindo, como una cena, solo piensan en mojar el churro; y por desgracia descubrí que mi marido era de esos, gracias a Mikey.
Cuando me enteré ya no tenia nada más que hacer pues al día siguiente Rindou se llevaría a nuestros hijos que pasarían el fin de semana con Mikey. Estaba enfadada por que no creía que mi marido fuera así, no tenía nada de malo que lo fuera, pero a veces pienso que lo voy a tener que castrar para que no nos llené la casa de críos y no me haga tener otros 50 partos más.
Ran sabía que me enteré pues cuando Mikey me comentó lo de su plan le pegué tremendo puñetazo frente a Rindou. En fin, para la suerte de mi esposo, también me encontraba un poco necesitada, pues casi nunca tenemos relaciones, así que tracé un plan para darle su merecido pero tampoco privarnos de esta oportunidad que había generado.
-¡¿Por qué amor?! ¿Si sabes qué lo hice por ti? - Dijo quejándose desde la puerta, pero no le contesté.
Me encontraba poniéndome un lindo uniforme de policía, me parecía gracioso que volviéramos a estar en la misma situación que en la que se generó a Yumei.
- ¡Sal de ese asqueroso despacho ya! - Grité sentada en la cama.
Escuché la puerta abrirse y sonreí pues ya se había dado cuenta de que no estaba allí, entonces empezó a buscarme hasta qué llegó a nuestra habitación, que ahora mismo estaba con las luces apagadas. Él al ver esto, encendió la luz y pudo verme. Se quedó unos minutos analizándome mientras que cerraba la puerta detrás de él y tragaba saliva.
- Te has estado portando mal últimamente pequeño gamberro~ - Alcancé a ver cómo sus piel se hacia parecida a la de una gallina. - Es hora de que te castigue delincuente~
