Las entrañas me escocían. Parecía que miles de cristales rotos recorrían mis intestinos como si durante cinco días, no me hubiese alimentado con nada más que bombillos triturados por mis propios dientes. La angustia era la culpable de todo. Angustia por no saber qué era lo que había pasado aquella noche en la que, luego de varias horas de ausencia, Shaun fuese el único en pasarla durmiendo en su recámara para a la mañana siguiente, durante el desayuno, hacernos partícipes de cómo su hermano mayor se había encargado de dejarlo sano y salvo, tomando unas cuantas cosas de su respectiva habitación, sacando a Demon de los establos y abandonando nuevamente la Hacienda a todo galope.
"No lo sé, papá, simplemente dijo que necesitaba un tiempo a solas". Respondió el ojiazul ante el interrogatorio de Lucas, cuando este precisó saber hacia dónde se había marchado. "Ni siquiera se llevó su celular".
Chase no le había hablado de lo nuestro, eso era bastante evidente, de otro modo los preparativos para la cena de compromiso se hubiesen parado mucho antes de echarlos a andar. Por el contrario, los mismos cinco días que tenía mi agonía, fueron los necesarios para que el siguiente acto de nuestra puesta en escena se llevara a cabo.
—Es un hermoso vestido, Audrey —escuché detrás de mí parada en pos al espejo en mi alcoba probándome el vestido que usaría frente a los amigos de la familia, el que había comprado para la presentación en Helena y que por mi mala pata, no me fue posible lucir.
Ni siquiera supe que era la voz de mamá, simplemente me concentraba en pasar el nudo en mi garganta pues ese vestido lo había escogido, en su momento, pensando en sorprender a Chase. Pensando, en cómo sus ojos grises brillarían al verme cubierta en azul zafiro y joyería de plata, a fiel sincronía con sus iris.
Pero contra todo pronóstico, no eran sus ojos los que me escrutaban embebidos en fulgor sino los míos reflejándose en la luna de cristal, llorosos y ausentes.
Viernes por la mañana, vísperas del tan esperado día que a mi madre traía de cabeza, vuelta loca y detrás de Corine, a quien a leguas se le notaba la incomodidad. No la dejaba ni a sol ni a sombra. Emma podía ser un incordio sin siquiera proponérselo y miles de veces le pedí disculpas a la hija de Anoki, por tantas molestias de su parte. Ella, con ese mirar sereno que su padre le había heredado, simplemente me escrutaba como si también, habiendo heredado su inteligencia y sabiduría, consiguiera adivinar y leer en mi mente cuánto era que sufría. Sin embargo, tal y como en ese instante, finalmente sonreía condescendiente y a veces empática, con el afán de hacerme más llevadera la situación que estaba a nada de yo misma dar por terminada.
—Su mamá tiene razón, ese vestido le sienta muy bien —la respaldó Corine acomodándome el dobladillo. Aurora, sentada a los pies de mi cama, daba palmaditas cargadas de entusiasmo.
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"El poder de la pasión" (E. I. 1)
Любовные романы"Se habla sin cesar contra las pasiones. Se les considera la fuente de todo mal humano, pero se olvida que también lo son de todo placer". Desde que tuvo uso de razón, Audrey Nollan tuvo un lema: "Seguridad es igual a felicidad", lema que se afianzó...