Me quedé como un puto maniquí al escucharla decir esa frase.
¿Que Shaun no la miraba como lo hacía yo?
¿A qué demonios venía eso?
Y en todo caso, ¿qué diferencia había en su manera de mirarla y la mía?
"¿Acaso está tratando de decir lo que yo creo que trata de decir?" Pensé. Y luego de la disparatada concepción, la atmósfera se inundó con una de esas cabronas carcajadas que más que esbozarlas por hilaridad, se dejan fluctuar como un recurso defensivo, algo que tuve la gloriosa idea de hacer emerger tan solo porque el saber expuesto ante ella lo que Audrey y yo teníamos, me producía una enorme e incómoda opresión en el pecho.
—Sigo sin comprender. En realidad, ahora te entiendo menos —pronuncié, aclarándome la garganta y fingiendo diversión cuando de lo que sufría, era de terror puro.
Suspiró, negando con un movimiento de cabeza lento y elevando las cejas, como si no se estuviese tragando absolutamente nada de nada.
—Conozco esa mirada, Chase. Nadie mejor que yo sabe lo que significa —dijo, dejando de lado a los caballos y centrándose solamente en el pésimo actor que tenía haciéndole compañía, interpretando un papel de embustero que por primera vez apestaba más que la mierda.
"Respira profundo y concéntrate". Me dije. Aunque, ciertamente la razón para estar jugando ese juego, no me estaba quedando muy clara que digamos.
Aceptémoslo, Sofía se sabía de memoria cada uno de mis gestos. Los leía. Engañarla me iba a costar más allá de lo imaginable, pero tampoco podía permitirle aseverar algo de lo que ni yo mismo tenía conocimiento.
Resoplé.
—Lo que estás tratando de decir es, ¿qué mi hermano no está enamorado de la pelirroja, pero yo sí? —Formulé incrédulo, y otra carcajada brotó —Estás algo pirada.
Sonrió sin ganas, como si su paciencia se estuviese esfumando y eso me hizo fantasear con que dejaría de lado el tema tan descabellado. No sucedió.
—Quizás —respondió con calma, conservando ese temple que siempre la había caracterizado —. Pero, ¿qué crees? No soy yo quien se mete a su recámara y sale a altas horas de la madrugada, cuando cree que nadie se dará cuenta.
Y ahí comenzó la verborrea, una narración de nuestras aventuras del fin de semana anterior en orden cronológico, a la cual, una estúpida línea del tiempo le quedaba corta. Nuestro arribo al Country Line fue su punto de salida, describiéndome la actitud lasciva tomada de mi parte ante el atuendo de la pelirroja y después, el cómo me había deshecho de su mano aferrada a la mía, por el sondeo envidioso de la chica en cuestión.
Me paralicé. Hasta el resto de la carcajada se me quedó atascada en el tracto, como si el sonido estridente hubiese chocado con una enorme pared de concreto anti resonancia.
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"El poder de la pasión" (E. I. 1)
Romance"Se habla sin cesar contra las pasiones. Se les considera la fuente de todo mal humano, pero se olvida que también lo son de todo placer". Desde que tuvo uso de razón, Audrey Nollan tuvo un lema: "Seguridad es igual a felicidad", lema que se afianzó...