Adiós Promesa

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El fin de semana había terminado, y hoy tenía que regresar al colegio. No tenía ganas de ir. Dylan también regresaba, y estaba segura de que todos hablarían de lo que pasó entre nosotros. Lo peor es que Melanie no perdería la oportunidad de burlarse de mí.

—Issy —me llamó Meg desde la puerta.

—¿Qué pasa? —pregunté, distraída mientras ajustaba mi mochila.

—Ya llegamos —me dijo con una sonrisa.

Mi estómago se revolvió. El simple hecho de estar ahí me hacía temblar. Sentía como si todos me miraran, aunque sabía que probablemente solo era mi imaginación. Las primeras clases transcurrieron tranquilas, pero al llegar el receso, todo el mundo empezó a hablar de Dylan. Su llegada era el tema del día.

—Pueden salir —anunció la profesora de Filosofía al final de la clase.

Recogí mis cosas rápidamente y me apresuré a salir. Quería encontrar a Laech, él siempre sabía qué decir para calmarme. Pero al llegar a la cafetería, lo primero que vi fue a Dylan sentado con su grupo de amigos, y a Melanie a su lado, riendo de algo que él decía. Mi corazón se encogió al verlo con ella. Estuve a punto de salir corriendo, pero Laech apareció de la nada y me tomó de la mano.

—Sé fuerte —me dijo con una sonrisa calmada.

—No quiero —respondí, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos.

Con Laech a mi lado, comenzamos a caminar hacia el grupo de amigos de Dylan. Cada paso se sentía como una eternidad. Mi corazón latía tan fuerte que pensé que todos podían escucharlo.

—¿Qué quieres? —preguntó Melanie con tono burlón, mientras se cruzaba de brazos.

—Carlos, ¿tienes los apuntes de hoy? —preguntó Laech, ignorando por completo a Melanie, lo que me dio una pequeña chispa de coraje.

—Sí, claro —respondió Carlos, buscando en su mochila sin prestar atención a la tensión en el aire.

Dylan ni siquiera se molestó en mirarme. Parecía completamente ajeno a mi presencia, lo que me dolió más de lo que estaba dispuesta a admitir.

—Dylan, Issy, vamos al patio —ordenó Luke, el mejor amigo de Dylan, con una mirada seria.

Miré a Laech buscando apoyo. Él asintió, dándome a entender que debía ir. Con un suspiro, solté su mano y seguí a Luke y a Dylan hasta el patio. Al llegar, Luke me miró con una mezcla de tristeza y preocupación.

—¿Por qué no se hablan? —preguntó Luke, rompiendo el silencio.

—¿Por qué deberíamos? —respondió Dylan, sin emoción alguna.

Mi mirada cayó al suelo, y una lágrima se deslizó por mi mejilla sin que pudiera evitarlo.

—¿De verdad no la recuerdas, Dylan? —preguntó Luke, con incredulidad en su voz.

Dylan negó con la cabeza, mientras Luke suspiraba profundamente. Yo, en cambio, lo miré. No podía entender cómo alguien que una vez me miraba con tanto amor ahora me veía como si no significara nada.

—No entiendo nada de esta situación —dijo Dylan finalmente, con el ceño fruncido—. Melanie me dijo que Issy estaba obsesionada conmigo, que convenció a todos de que éramos novios, pero no lo éramos.

—Eso no es cierto —dije desesperada, intentando contener las lágrimas.

Luke negó con la cabeza, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo.

—Dylan, ¿nunca lloraste por una chica? —preguntó Luke, mirándolo fijamente.

—No —rió Dylan, como si la idea de llorar fuera una broma ridícula.

—Te equivocas —dijo Luke, mirándome por un segundo antes de volver a Dylan—. Lloraste por Issy, y no solo una vez.

Dylan soltó una carcajada, pero su risa era vacía, sin emoción.

—¿Cuánto te pagó para decir eso? —preguntó Dylan, burlón.

—Nada, Dylan —respondió Luke, con seriedad—. Pero en fin, los dejaré solos para que hablen.

Luke se fue, dejándonos a Dylan y a mí en medio de un patio vacío. Había tanto que quería decir, pero las palabras se me atoraban en la garganta. Dylan me miró, finalmente, pero sus ojos no tenían el mismo brillo que antes.

—¿Qué les dijiste a todos? —me preguntó, con desconfianza.

—No les dije nada —respondí, casi en un susurro.

Dylan soltó una pequeña risa.

—No te quiero ofender, Issy, pero nunca fuiste mi tipo. No te arreglas, y... bueno, te falta tener curvas —dijo, con una sonrisa que me rompió el corazón.

Las lágrimas finalmente empezaron a caer de mis ojos.

—¿Sabes? —comencé, tratando de mantener mi voz firme—. Me duele verte así. Me duele ver en lo que te has convertido, el chico que me hizo perder a mis amigos. El chico que me hizo tanto daño. La última vez que te vi, me devolviste el anillo, y ambos nos amábamos. No me diste tu cadena porque aún me amabas. Pero ahora, es mejor que me la entregues —extendí mi mano, temblando—. Nos prometimos que cuando dejáramos de amarnos, nos lo daríamos.

Dylan bajó la mirada a la cadena que llevaba en el cuello, la que tenía mi inicial. Se la quitó lentamente y me la entregó sin decir una palabra.

—Melanie era la que estaba obsesionada contigo, Dylan —dije en voz baja, dándome la vuelta para irme—. No yo.

Y lo dejé ahí, solo, con sus dudas y sus decisiones.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora