2

587 74 6
                                    




— ¿Estas segura de todo esto? Bueno estábamos bien decidas, peor ahora que sabes quién es, supongo que no le caerá de perlas que llegues y digas oye tu estoy embarazada.

—Si lo pensé toda la noche, porque debe ser un hombre como esos —me hago ovillo en el sofá —No dejo de ver quién es.

—Aun  así no vas por ahí embarazando mujeres, esas son las consecuencias de no usar protección, ¡En que estabas pensando!.

—Ese es el problema no pensaba en nada, solo disfrute no sé, me deje llevar, y ahora no hay marcha atrás, si estoy en esto no me iré sola.

—Y si él no quiere Silvia, te haz puesto a pensar en eso, ese hombre es de dinero, ellos viven de lujos.

—Lo dices como si nosotros viviéramos no sé, en la pobreza.

—Aun así, es descabellado, pero iré contigo cuando nos bote con seguridad a la calle.

—No seas negativa.

—No es que lo sea, es solo que no crees que muchas mujeres han intentado eso, llegas y le dices oye soy una de las que te acostaste y que crees estoy embarazada.

Tenía razón Bella, era algo que dudaría en creerme,  igual me puse de pie el embarazo se notaría, y ya puedo escuchar a mi madre con la víbora de mi hermana decir que me desgracie la vida, que no seguí los pasos de mi Jess y perfecta hermana.

En la familia siempre habrá la oveja negra por más que trates de ser la mejor nunca es suficiente para algunos padres.

—No le debes nada a tus padres, ellos no confiaron en ti cuando decidiste ir a la universidad, y cuando lo lograste  tampoco te felicitaron por graduarte, tu misma te haz forjado relájate, y si ellos no quieren saber nada de ti , tiene a mí y el tendrá a una tía.

—Gracias.

—Ahora debemos irnos la cita con el señor Leah es dentro de una hora y con este tráfico llegaremos a justo.

Los nervios me ganan adentrándome al lujoso edifico, la gente está enloquecida corre de aquí y allá,  voy hasta la recepción indicando mi cita, indica que es el último piso. Como si me agradan las alturas, los mareos  no ayudan mucho, Bella aprieta mi mano dándome fuerza, me da una pastilla de menta para evitar las náuseas.

Las puertas se abren sigo caminando con todos los nervios del mundo, tal vez esto es mala idea, puedo con ello, no sería la primera mujer que es madre ostrera. Perro mis salud se está habiendo algo perjudicada, los mareos, el sueño profundo y el dolor en mi vientre es desgastante, es como si absolviera toda mi energía sin dejarme nada.

Lo que no entiendo cómo  es que mi frijol parece un bebe de tres meses, es algo loco.

—Disculpe tengo  cita con el señor Leah —me presento con la de recepción.

—Si claro, nombre.

—Silvia Watson —le indico ella me barre discretamente, noto que movió la nariz ¿Me está olfateando?

A discreción me huelo, solo noto mi perfume, los ojos de la mujer tiene un brillo extraño que se pone de pie como resorte, diciéndome que espere.

—Como que es muy rara —murmuro solo para que me escuche Bella.

—Si lo note, ahí viene.                   

—El señor Leah está en una junta, si gusta pueden esperar en su oficina en un momento el podrá atenderla señorita Watson.

—Claro, vamos.                   

—Creo que no me entiendo solo puede pasar usted, la señorita tendrá que esperar en el lobby.

—Entiendo, —Bella me desea suerte, espero tenerla.               

Tomo asiento ante la piel negra de la silla, notando que está muy sombría le hace falta un poco de luz, todo es negro y gris, claro para un hombre  es típico no complicarse la vida en poner vida en su oficina, hasta siento que me deprimo.

Husmeo un poco notando dos recuadros,  esta con otro hombre que parece ser su hermano, el parecido es demasiado. En la otra esta con dos personas tal vez sus padres aunque se ven muy jóvenes, para serlo. Para ce que le gustan las motos, en el vitral tiene muchas.

Mi vientre me incomoda con ciertos piquetes, que acaricio sobándome.

—Tranquilo frijol veremos si tu padre se hará responsable o nos mandara por esa  ventana.

Un escalofrío recorre detrás de mí nuca, no sé si moverme o dejar que él se acerque.

Los pasos se escuchan tan fuertes o son los nervios que me engañan, que está pasando aquí, mi vientre duele más.

Alzo mi rostro cuando está enfrente de mi recargado en el escritorio, me siento tan pequeña, tan diminuta que él se ve tan grande como esa noche, tan imponente, tan..

—Eres tu —su voz gruesa hace aun hormigueo en mi estómago.

—Yo..... —el afirma cruzando los brazos. —Yo vine ahhhh.

Abro los ojos como platos, su mano está en mi vientre, noto su loción masculina, huele tan bien como esa noche, giro despacio mi rostro casi con el suyo, sus ojos claros me miran.

—Ahí está —no dejo de ver sus labios. —Mío.

—Disculpe, disculpe —mi auto reflejo de defensa  lo empuja. —Lo siento es solo que..

—Siento mucho no buscarse, pero si al menos no te hubieras  lanzado mis llaves al rio.

—¿Me... Me ibas a buscar? —pregunta toda sorprendida.

—Tenía  mucho que no dormía, de esa manera, además es tan curioso tu existencia para mí.

Frunzo el ceño creo que este tipo esta loco, le agrada volverme a ver, que loco esta.

—Yo solo vine, a decirle algo, vera, no crea que me interesa el dinero, ni nada de eso, creo que es mi deber informarle, no decirle que estoy... Estoy.... Embarazada.

No miro auto reflejos, o que la notica le haya sorprendió, solo me mira, detallándome, y eso hace que mis mejillas arden de calor.

—Este... Yo... Eh... Bueno no sé qué va a decir.

—Pude notarlo cuando entre, parece que la vida me está enseñando algo.

—No estoy comprendiendo nada.

—Están fácil pequeña humana.

¿Humana? Creo que mejor debería irme.

—Bueno yo creo que debería irme mejor, esto fue un error veni...—no puedo moverme.

—Creo que eso no se va poder.

—¿Disculpe? —trato de ponerme de pie.

—Lo que acabas de escuchar, tu viniste a mí y de aquí no te iras.

—¡Esta loco!

—Creo que ahora lo estoy —su mirada cambia, acaso sus ojos se están volviendo oscuros.

—¿Qué.. Que eres? —forcejeo tratando de llegar a la salida. —Creo que es un error venir

—No lo creo.

—Creo que es un error venir —dijo temblando cuando suelta mi boca.

—Demasiado tarde— grito esperando su cuerpo enciman mío.

El mismo me estampa contra la pared, su cuerpo esta pegado al mío, tengo miedo, no sé qué estar pasando.

—Sabes lo que soy —me esta olfateando.

Niego moviéndome, quiero gritar notando como gruñe sobre mi oreja.

¿Qué está pasando?

—Sabes lo que soy, lo puedes intuir ahora. —me esta erizando la piel con solo escucharlo tan cercas.

Niego entre lágrimas, estoy realmente asustada.

—Mío —apunta mi vientre.

—No... No...

—Tarde pequeña, el lobo no te soltara.

FEROZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora