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Silvia soltó un suspiro tan largo, en primera no asimilaba que esto era un secuestro. ¡UN SECUESTRO! Pero cierta persona no le cabe en la cabeza, agrando la forma en como la mira.

Ella grito pataleando  como una pequeña niña, es que acaso el ganaba a todo esto, claro que ganaba porque tenía ese rostro que no le puedes negar absolutamente nada.

—Tu ganas, hombre o lobo lo que seas, solo no me veas de esa manera.

—De que manera, es así como veo Silvia.

—Pues así —mordió su labio inferior.

Es que este hombre no se daba cuenta de cómo hace que sus hormonas se aborten, no lo conoce aunque haya tendió sexo no sínica que baje la guardia al desconocidos ser. Si era el papa de su frijol pero  hay reglas y debía ser clara.

—Sé que esto está mal...

— ¿Porque debería estar mal?

—Porque si, y déjame hablar.

—Siempre eres así.

— ¿Así como? —ahora ella cruzo los brazos.

—¿Realmente eres un lobo?

—Ya te lo dije no tengo porque ocultar lo que soy y lo que llevas en tu vientre será uno igual a mí, es por eso que necesitas estar conmigo, los cachorros se debilitan si no están con su padre.

—Y cómo es que es verdad.

—Humana.

— ¿Humana? Ya no soy Silvia —Sebasstian ahora no sabía cómo tocar a esa mujer, era algo desesperante solo un poco.

—Silvia.

—Mucho mejor —respondió ella tomando lugar en la silla de madera que estaba al fondo. —Adelante te escucho "Lobo" todo esto es un sueño así que dejar que el sueño avance y suene la alarma.

—Sigues sin creerlo, pero sé que no puedes negar sentirte cansada, con dolor de vientre y estas así de gruñona siempre.

—¡OYE! —lanzo aquel cojín azul —Mas respeto a la madre de tu hijo.

Eso fue suficiente, el lobo sonrió con alegría y su lobo ronroneo al saber que la humana amara a su hijo, entrar en su vida tal vez tomaría tiempo pero era ganancia.

—Porque te ríes lobo, eres algo extraño.

—Haz dicho algo que me alegra saber porque eres digna de cargar a mi cachorro.

Silvia pestaño varias veces descifrando a que se refería, tal vez no era tan lista es algo más torpe pero no tonta. Agregando lo despistada que siempre era.

Comprendió sus palabras y el efecto que causo al hombre de casi más de un metro noventa, era muy alto tanto que ya ni se acordaba si tenía novio, según estaba por terminar después del robo de proyecto.

Sus ojos claros se abrieron más como él se acercó ofreciendo su mano con ese rostro que derretía a cualquiera.

—Silvia, eres mi compañera de vida, no desconfíes de mi yo jamás te voy a traicionar.

—Cómo puedo estar ten segura y como puedo confiar no te conozco.

—Podemos empezar ahora en hacerlo mujer.

—No lo sé, realmente no sé nada de ti, dices que eres un lobo, te mire en una revista es más no sabía que eras uno de los empresarios más cotizados de la ciudad vez no soy ambos si eso crees de mí.

—Entonces abre tu mente y conoce este mundo —tomo su mano llevándola  hasta el jardín.

Silvia se impresiono con todo este lugar, realmente era muy hermoso, parecía un cuento de esos que te cuentan de un bosque.

—Hay historia que no se necesitan contar, solo con ver más allá —con cuidado Sebasstian la abrazo por detrás.

Silvia dio un pequeño brinco peor se contuvo como el la envolvía entre sus brazos maravillada por algo tan mágico, difícil de creer que fuera real, sintió el remolino en su estómago y con ello los piquetes de su bebe, como si le indicara que estaba en casa.

—Él sabe que está en casa —susurro en su oído erizándola.

—Quiero saberlo todo —respondió con la vista al bosque —Podre saberlo todo.

—Te contare todo sin ocultar nada.

—Vives aquí —fue lo único que dijo ella.

—Solo por una temporada, tengo un primo que es el Alfa y es quien debe guiar la manada.

— ¿Manada? Entonces son como esos lobos.

—Los familiares, unos fuimos bendecidos al tener semejanza con los humanos, y algunos decidieron ser como su naturaleza llama aun así tenemos esa conexión.

—Es algo que no puedo creerlo, es magia.

—Una magia que pocos humanos se les confía cuando son mates de nosotros, ellos viven aquí Silvia.

—Viviremos aquí —no entendió porque lo afirma.

—Sí, el nacerá aquí y se familiarizara con su naturaleza.

—Si será como tú me dolerá, ya sabes eso —indico al parto.

—Absorberé todo el dolor, pero descuida yo estaré ahí Silvia, no trenas miedo —giro su cuerpo lentamente. —Sé que no puedo engañarte en decir que no dolerá al cien, pero tomare tu mano cuando eso pase, él nos unirá y aunque sé que no te agrado a la mejor o no sientas algo por mi yo ya siento que te amo.

El corazón de Silvia ahora galopaba como un caballo, es que este hombre no entiende lo que dice decirle eso de sopetón, sus ojos lo dicen por completo "Él ya la ama" no sabe porque pero solo sonrió y como el rostro del lobo se acercó acariciando con su pulgar su mentón.

—Créelo Silvia —susurro tomando sus labios en un beso lento.


Ella sabía que ese hombre acabaría de empalagandola demasiado  si continúa con esas palabras.

FEROZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora