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Apenas logro meter un pequeño bocado la mirada del lobo, que estaba atento, sintió un poco de incomodad, pero que fue la misma Isa  quien tosió teniendo la atención de ellos, es que su sobrino no dejaba de admirar a la pobre chica.

—Sebasstian, al menos deja que coma un poco, hasta yo me daría de hacerlo.

—Lo siento es solo que no puedo evitarlo.

—Lo se cariño, dime Silvia como vez todo esto, el lugar es de tu agrado.

—Yo...

—Tía...

—que tiene, si va hacer tu esposa y compañera quiero saberlo todo.

— ¿Esposa? —Silvia tomo el vaso de agua bebiéndolo de un solo sorbo, sintió calor tanto que tomo la servilleta en dase aire — ¿casarnos?

—Silvia, creo que debemos discutir después ahora quiero que Silvia se sienta cómoda tía.

—Lo estará, desde que Marcus se fue a la ciudad y tú tienes que hacer esos viajes me siento vieja y sola, ahora tendremos un cachorro jugando de nuevo.

—Sobre eso quiero que Silvia este cómoda con mi hijo.

Silvia tenía la boca abierta y si es que no tenía una servilleta en su piernas podía sentir la humedad de su baba caer, ese hombre desprende amor, de donde carajos estuvo todo este tiempo, era claro que ella  estuvo perdiendo el tiempo en la ciudad de a ver sabido fuera una chica exploradora en el bosque, quiera una docena de esos lobos.

—Hablando de eso, debes decirle a Emma es muy buena se acaba de recibir de ginecóloga, creo que nos haría bien, no sé si es mucho atrevimiento Silvia, tal  vez tienes un doctor, pero en caso de cachorros debes ser atenida por una partera de confianza, cuando tu gestación llegue a los siete meses.

— ¡SIETE MESES!

—No le has dicho cariño —comentó la loba.

—No tía, silva la gestación de un lobo es de siete meses, es un pequeño detalle que se me escapo, pero descuida yo estaré presente cuando llegue, es por eso que tiene razón mi tía, debe atender una partera de lobos, porque para un humano darle el termino de tu gestación no lo entenderá.

—Solo siete meses, tengo casi los dos meses cumplidos, por dios lo tendré muy pronto en tres mis brazos.

Ambos lobos sonrieron al ver el amor que tiene Silvia por ese bebe, estaba contenta que a menos unos de sus dos hijos fuera feliz, ya que su hijo era un tonto, pudiendo tener sus nietos muy pronto los arruino.

—Tranquila Silvia, bueno ya termine supongo que la llevaras con conocer mas la reserva —soltó una pequeña risa Issa. —Cariño saldré con Marcos debemos comprar los boletos, me prometió un viaje a las amazonas ya que estas aquí, queremos aprovechar.

—Descuida tía, la llevare esteremos una temporada debe familiarizarse.

— ¡Una temporada! Creo que estas olvidando que antes de secuéstrame tengo una vida.

—El secuestro no procede cuando eres mi compañera.

—Claro que lo es, mírame, bien no es que este amarrada en una cama, y amordazada ante mi verdugo, pero si quieres que esto funcione debes darme al menos no se ir por mis cosas.

—La apoyo Sebasstian, no somos salvajes cariño bueno cuando el lobo encuentra su otra mitad no piensa más que..

—¿En qué? —pregunto curiosa.

—Ya lo sabrás —dio otra risa mirando a su sobrino pícaramente.

Silvia asintió, pero era hora de llevarla a otra parte  del lugar, cada vez se impresionaba, mojo sus pies ante el rio era todo bello tanto que podría acostumbrarse a este lugar.

Pero la vista era más llamativa cuando lo vio a él haciendo esa llamada, tan apuesto que no podía negar quitar la mirada y lanzar uno que otro suspiro, que sacaba de su boca, se preguntaba si su frijol.

No iba a dejar que una per lagartona tocara a su niño, aun no nacía pero sería una leona.

—Debemos ir no —dijo Sebasstian dándole la mano.

—Tan pronto, un rato más.

—Anochecerá no quiero que te resfríes.

—Aun así, porque no vienes y te sientas conmigo, y discutimos sobre nuestro hijo —dijo Silvia impresionado al lobo.

Sebasstina tomo lugar lado de ella, y como  escuchaba con tanta atención a la madre de su cachorro, la luz iluminaba su rostro y no podía negar que otra parte de su masculinidad despertaban entre más la miraba.

Silvia noto la mirada intensa recordándole aquella noche, sus ojos brillantes sobre ella,  humedeció sus labios algo nerviosa. Querías poner su rostro debajo de la tierra al recordad cierta acontecimientos íntimos que pasaron.

—Quiero hacerte el amor —Sebasstian rompió el silencio.

—si —dijo sin poder asimilar todo.


Pero para Silvia aunque fuera directo eso le gustaba tanto.

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