Ese jueves en la mañana, Taeyong llegó temprano a la escuela como ya era costumbre. Estaba esperando ansioso porque Yoonoh apareciera y lo mirara al pasar como hacía todos los días, quería fijarse mejor en él, específicamente sus ojos, por ahí dicen que los ojos son la ventana del alma.
Pasaron veinte minutos y ya casi estaba toda la clase, entonces él apareció un tanto agitado, era claro que había llegado corriendo, parece que no quería llegar tarde de nuevo y procuró apresurarse. Ya un poco más calmado y luego de haber recuperado el aliento perdido, Yoonoh entró al salón pasando en el proceso al frente de Taeyong, le dio una mirada en un tipo de saludo.
—Buenos días, Yoonoh.— Pero hoy Taeyong no se iba a quedar callado.
—Oh, buenos días, Taeyong.— Respondió mientras se sentaba en su respectivo asiento.
Yoonoh dejó ver una pequeñita sonrisa asomarse en su rostro, era la primera vez que le deseaba los buenos días a Taeyong apenas entrar al salón de clases.
Taeyong no pudo notar nada en su mirada, solo que le estaba haciendo saber que moraba su presencia, eso le molestó un poco, pero ya qué, le tocaría ser más atento a sus acciones.
—¿Es esto un progreso?— Doyoung, que había llegado unos minutos antes que Yoonoh, se dirigía a su amigo apoyándose sobre su pupitre.
—Eso creo... wow.— A pesar de que llevaba un par de días más cerca de Taeyong, algo tan pequeño como eso lo hacía sentir muchas cosas.
—Que bien por ti, arriba las esperanzas, Jaehyunnie.— Con un toque de burla le sonrió y empujó levemente su hombro, sacándole un pequeña sonrisa.
Yoonoh realmente estaba empezando a creer que tenía alguna oportunidad, con el que para él era, su crush inalcanzable.
