Capitulo 3

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El cuerpo inerte del chico se queda apoyado en el asiento, la cabeza le cae como un peso muerto en el hombro de Amara. Ella le acaricia el pelo, un gesto de cariño, incluso maternal, ya que la diferencia de edades podría llevar a pensar que son madre e hijo. Pero claro, desde la perspectiva de Amara, no es más que un simple gesto para despedir a esa alma inocente. La parte racional de sí misma le lleva a hacer gestos como esos cuando su parte irracional actúa. "Tranquilo, no serás el único en morir hoy" –

Quedan 4.

Amara vuelve a analizar a los participantes de su juego, un juego en el que no hay opción a ganar, la única opción es morir. La siguiente jugadora es una chica que hasta este momento había pasado desapercibida para Amara, y hubiera seguido así, si la chica no hubiera presenciado la muerte de Leo.

La chica lleva una falda negra, en la parte superior lleva una camisa blanca y una americana azul con un escudo de algún instituto, en la parte izquierda de la chaqueta, lleva el pelo suelto, y un manto de rizos castaños le cae sobre los hombros. Están una en frente de la otra, solamente las separa unos 7 metros de distancia. 7 metros que podrían jugar en contra de Amara, pero ella es la creadora de su juego diabólico.

"Es valiente, pero no lo suficiente" – Amara se levanta de un salto, haciendo que la chica se asuste. "Puedo oler tu miedo, y me encanta su olor". Amara se sienta al lado de la chica. La chica se endereza en su asiento, y junta sus manos en su regazo.

"No tendrá más de unos 15 años, aun lleva uniforme, por lo tanto aun ira al instituto." –

Amara le aparte un mechón de pelo oscuro de la cara y se lo coloca detrás de la oreja, la chica tiembla ante su contacto.

- ¿Cómo te llamas?- La voz de Amara suena ronca y seca. "Debería de dejar de fumar" –

- ¿Me vas a matar?- La chica mira a Amara a los ojos. Amara se sorprende cuando ve que la chica está llorando. "Normalmente lloran cuando están a punto de morir, no antes" –

- Dime tu nombre- Su voz es demandante y amenazadora, suficiente para hacer que la chica cubra su rostro con sus brazos, en un intento de protegerse de algún ataque.

- Elia- responde la chica entre sollozos.

Amara la toma del mentón y la obliga a mirarla, los ojos marrones de Elia, reflejan el miedo que siente, un miedo que alimenta la locura de su asesina. Amara la observa como si fuera una ecuación matemática, ella nunca se había encontrado en la situación en la que su víctima supiese lo que ocurriría.

- ¿Me vas a matar?- el llanto de la chica se ha hecho más visible, y sus sollozos más audibles.

- Sigue haciendo ruido, y te cortaré el cuello- La chica se muerde en labio, en un intento de contener sus sollozos, pero sus lágrimas siguen humedeciendo sus mejillas.

- Buena chica - Amara mete la mano es su bolsillo, y saca un frasco, en su interior hay algún tipo de líquido transparente. – Esto es Ricina, es una toxina que proviene de la planta del aceite de ricino, solamente con una dosis del tamaño de unos pocos granos de sal, bastarán para matar a un humano adulto.-

Amara destapona el frasco, y se lo da a la chica. La chica se lleva el frasco a los labios, pero no lo toma. La mano con la que sostiene el frasco tiembla, Amara le sujeta la mano, y le obliga a beberse el veneno. La chica cierra los ojos, y deja caer el frasco. Este se rompe en el momento en el que impacta contra el suelo, pero nadie parece haber escuchado el ruido. El cuerpo de Elia comienza a temblar violentamente, la chica se retuerce de dolor en su asiento.

- Estás loca- Pronuncia Elia con su último aliento.

Amara la observa, hasta que sus ojos se cierran y su corazón deja de latir.

El tren de las 05:00 AmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora