- No hace falta estar loco para hacer una locura- Le dice Amara al cuerpo inerte de Elia.
Quedan 3.
Las siguientes almas en morir serán la señora y su hijo, las primeras personas que vieron a Amara. Se levanta de su asiento, y avanza hasta los asientos más cercanos a la puerta, la señora y su hijo están situados en frente de la puerta.
La señora se ha quedado dormida, la cabeza reposa sobre la ventana, creando un círculo de vaho alrededor de su nariz y boca. Su hijo esta distraído jugando con el móvil de su madre, no le presta atención a Amara.
"Serás el primero en caer mocoso" –
Amara avanza hasta colocarse enfrente del niño, se acuclilla para ponerse a su altura.
El niño que hasta ahora había estado ocupado jugando a algún juego que su madre habría descargado anteriormente para que no la molestase cuando ella dormía, la mira y frunce el ceño, su madre le había enseñado a no hablar con desconocidos, pero también le enseñó que debía de ser amable y respetuosos con los mayores, por eso le dedico a Amara un sonrisa mellada, ya que se le habían caído los primeros dientes de leche. "Haces mal en dedicarme a mí tu última sonrisa, tu madre habría matado por verte sonreír una vez más" –
Amara se lleva un dedo a los labios, un gesto de silencio. El niño deja el móvil a un lado, y centra su atención en Amara. En sus cortos 5 años de vida, nadie nunca intento hacerle daño, tampoco sabía con certeza que era la muerte, o que significaba, pero Amara se encargaría que él supiera el significado de la muerte. O al menos se encargaría de enseñarle lo que es que un humano pierda el sentido racional, y se deje llevar por la locura de una mente enferma.
"Esto será muy rápido" – Amara saca una aguja del tamaño de un cuchillo de cocina, la tenía guardada en el bolsillo del interior del chaquetón, oculta a la vista de cualquier persona. En un solo movimiento, se la clava en la garganta, la aguja traspasa piel y tejidos. El niño suelta una especie de gemido lastimero, y empieza a llorar. Amara saca la aguja de su garganta violentamente. Un fino hilo de sangre cae por el orificio que la aguja había creado.
-Te he dicho que no hagas ruido- Vuelve a insertar la aguja, pero esta vez se la clava en la yugular, traspasando el cuello de izquierda a derecha, creando un orificio de entrada y otro de salida. El llanto del niño cesa, y su cabeza cae inerte sobre el regazo de su madre.
Amara saca una pequeña navaja, la tenía oculta en el interior de su bota. La madre del niño sigue durmiendo plácidamente, sin saber que el cuerpo de su hijo muerto descansa sobre su regazo, sin saber que su único hijo acaba de morir, y ella no estuvo ahí para protegerlo.
"No te preocupes, te regalaré un descanso eterno junto a tu hijo" –
Amara levanta el cuchillo, la hoja de este centellea con la luz del sol. El filo del cuchillo traspasa el pecho de la señora, traspasando piel, músculos, y seguramente parte del pulmón izquierdo. No ha emitido ningún sonido, una muerte directa.
ESTÁS LEYENDO
El tren de las 05:00 Am
Misterio / Suspenso5 personas. 5 almas. 5 muertes. una asesina.