Capítulo 8

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—Oye. No estés así, mírate. Sonríe por favor. —pronunció aquél niño frente a él.

—Pero... no puedo. Me duele el cuerpo, me duele el rostro. Me duele todo. Incluso el corazón. —respondió Dongmin al borde del llanto.

—No te preocupes. Verás que todo mejorará. ¿Recuerdas lo que mamá decía? —preguntó suave—. Los días en donde la lluvia abunda siempre traerán un hermoso arcoíris al final. —el niño sonrió en grande.

—¿Eso crees? —susurró.

—¡Sí! Verás que todo esto terminará pronto. Más pronto de lo que crees.

Dongmin intentó sonreírle.

Pero segundos después lo único que vio en el niño era una horrible mueca.

No era un niño. Era solo un espejo.

Dongmin se encontraba en el baño mirando su propio reflejo frente a él. Sus pequeñas manos abrieron el caño dejando que el sonido del agua caer llegara a sus oídos y deshaciéndose del sepulcral silencio de hace unos momentos.

Con lentitud fue bajando su cabeza para luego mojarse el rostro y quitarse los rastros de tierra y comida que habían en este producto de una de las jugarretas de Kai como venganza por lo que le hizo en el partido de tenis.

Volvió a mirarse en el espejo. ¿Quién era esa persona frente a él?

¿Dónde estaban sus ojos de ensueño, sus lindas mejillas que eran esponjosas y que su madre amasaba todo el tiempo? ¿Dónde está aquél brillo en sus ojos que demostraban gozo, esperanza y sobre todo felicidad?

No podía reconocerse.

Con la mirada baja, salió del baño tragándose sus lágrimas y el dolor que sentía en sus rodillas. Tenía que volver a clases o de lo contrario recibiría otro castigo.

Sus ojos dolían por la falta de sueño, y no hablar de su cuerpo el cual tenía grandes moretones bajo esa ropa que lo cubría.

El castigo que recibió por haber golpeado a Kai fue... indescriptible.

"—¡Paren, por favor paren!".

Aún podía recordar la sensación de su espalda ser golpeada una y otra vez por aquellas varillas que poseían un pequeño voltaje al tacto. El agua helada helada caer sobre su cuerpo y las pocas raciones de comida que le daban al día.

Solo faltaba una gota para que el vaso dentro de él rebalsara.

Antes de ingresar al salón, levantó su mirada posándola sobre la cámara al final del pasillo la cual lo estaba mirando fijamente.

Sus ojos reflejaron odio puro hacia la persona que se encontraba tras de ellos, el señor Jeon. Sabía que era él, pues pudo oír las conversaciones de varios soldados los cuales afirmaban que el señor Jeon los vigilaba todo el tiempo.

Como odiaba a ese hombre y ni siquiera le había visto el rostro.

Ingresó al salón y se sentó en su lugar. Minutos después el maestro ingresó e hizo que en la pantalla de todos los alumnos apareciera el examen de memoria. Era el séptimo esta semana, y su cerebro estaba cansado de tanto leer aquellos libros y recordar patrones.

Omega: The Subversion || Binwoo [ Omegaverse ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora