Capítulo 7-

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Narra Megan-

¿Qué hacía? ¿Debería denunciar como me había dicho Brandon? No sabía. Si pasaba algo más este fin de semana, iría a la policía. ¿Qué querría Angie? Voy a llamarla.

Al segundo Pi, lo cogió.

-¡TÍA, ¿Dónde andas?

-Ahora mismo en mi casa, no chilles –dijo apartándose el móvil de la oreja unos centímetros por los gritos.

-¿Vienes hoy?

-No creo. No dormí bien esta noche –mintió.

-Pero tía, ¿cómo te lo vas a perder? Te encantará, verás.

-No lo dudo. Pero no quiero ir.

-Siempre estás igual, tía. Pf.

-¿Tienes algún problema?

-Lo tienes tú, yo solo intento ayudarte.

-¿Para qué?

-Salir. Hacer más amigos. Tener una vida divertida.

-Ya sabes que no la he tenido.

-Tienes tiempo para cambiarla y quiero ayudarte.

-Angie, porque no quiera ir a esa fiesta de curso no tengo que tener una vida mala.

-Lo sé. Pero por algo tenía que empezar. Haz lo que veas, yo ya paso de insistirte. Tú allá-y colgó.

-Pero… Ang…-suspiró Megan.- Idiota. –y tiró el teléfono.

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-¿Cómo? ¿Tom y Michael, a Megan?

-Sí, tío.

-Esos se enteran, verás.

-Pues ya ves, yo estoy contigo.

-Tío, te dejo que me llama Rachel.

-Nos vemos. –se despidió Brandon.

-Dime.

-¿A qué hora hoy? –dijo fríamente Rachel.

-A las 6 para ensayar.

-¿Tan temprano?

-¿A qué hora quiere la señorita?

-Vale. Adiós.

James estaba preocupado por Megan.

-Tendría que haberla acompañado a casa, soy idiota –se dijo.

En ese momento su madre y hermano pequeño volvía de una larga mañana intensa de compras.

-MIRAAAAAAAA, BROTHER. TENGO PALMERAS DE CHOCOLATES –dijo muy feliz.

-Vaya, espero que me dejes una –dijo dándole un beso.

-Hola mamá.

-Hola, hijo. Hay te traigo los pantalones que me pediste.

-Muchas gracias.

Su madre sonrió.

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Las 9 de la noche. La fiesta seguro que había empezado, pensó Megan.

Estaba tirada en la cama desde la llamada de Angie. Su estómago rugía. Le dolía. Tenía una fatiga de no comer nada. Le dieron arcadas y fue al baño. Cuando salió se sentía mejor, pero su estómago seguía vacío. Se miró al espejo. Estaba muy delgada y no podía probar bocado. ¿Se estaría volviendo anoréxica como antes? De nuevo todo el pasado se le vino a la mente. Intentó autolesionarse, el problema con su hermanastro, le dan un porro y ahora eso. Sintió miedo, no podía seguir así y menos encerrada. Para su padre era como un cero a la izquierda. Susan y su padre siempre trabajaban, o se iban solos por ahí, como si solo existiera ellos y su condicional amor. Paul, iba a su bola, haciendo pensar que era el tío más bueno y un ejemplo a seguir, era todo lo contrario. Ahora lo de Angie, se sentía más sola que nunca. Se limpió las lágrimas, mientras le sonó su móvil. Un mensaje, ¿De quién sería? Lo miró.

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