Capítulo 1-

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  Narra Megan-

Londres, la ciudad que le gustaría a la mayoría de la gente vivir. Desde que vine aquí hace unas semanas ha sido un infierno. Varias mudanzas, por mi padre que siempre cambiaba de oficia por cosas de negocios. Nací en Francia, yo era feliz con mi padre y madre, él un hombre alto rubio con ojos verdes, forma varonil y siempre muy educado. Mi madre por otra parte tenía una larga  melena negra, ojos verdes y muy flacucha. Yo por lo tanto saqué la melena de mi madre y los ojos verdes de los dos, aunque decían que tenía más parecido a mi madre. Cuando yo tenía tan solo 8 años, mi madre enfermó y al cabo de 2 años, murió. Mi padre y yo decidimos mudarnos de Francia y hacer un traslado a otro lugar. Le dieron a elegir entre Noruega, Alemania y la otra que no recuerdo cual, no lo conoce ni el mapa. Mi padre quiso salir un poco más y nos fuimos a Noruega. Yo solo tenía 10 años, allí empezaba un  verdadero infierno hasta el día de hoy. Perdí mis amigos franceses y lo perdí todo. Solo mi padre y yo, éramos dos pilares que se mantenían el uno al otro. En Noruega no hice amigos, solo una amiga que era gótica de 3 años mayor que yo. Un día estaba yo sentada al borde de la entrada de mi casa y se me acercó.

-¿Por qué vistes de rosa? –me preguntó de repente.

Yo sollozaba en ese momento, maldiciendo de lo marginada que estaba en ese lugar. Y la mayoría del día sola en casa, solo venía a hacerme de comer la vecina anciana de al lado.

-¿Y tú, por qué vistes de negro? –le pregunté mientras me secaba las lágrimas con la manga de mi jersey.

La gótica rio, y me dio un pañuelo.

-Gracias –contesté.

-Soy Johanna, ¿Y tú?

-Megan. –contesté mientras me guardaba el pañuelo en el bolsillo.

-Cuéntame algo de ti.

Me quedé en blanco, ¿Qué decía? Hace meses que no me reconocía.

-Mejor empecemos por ti, mi vida solo se basa en las letras de mis nombres. –dije.

-Pareces interesante, ¿te gusta el rock?

-¿Qué es eso?

No debí hacer esa pregunta, al cabo de segundos empezó a chillarme sin saber por qué, bueno… luego lo descubrí. La chica gótica salió corriendo y yo empecé a sollozar de nuevo.

Mi padre volvía enfadado cada día, le habían timado  y estaba harto de aquel cutre lugar. Aquel piso que nos ofrecieron era en un barrio poco elegante. Solo teníamos una habitación, un pequeño baño, cocina y un salón, si se le podría llamar así.

Julia, la anciana vecina nuestra. Nos preparó una asquerosa sopa, que tuve que tomarla sin rechistar, ya que mi padre maldecía la existencia de todos sus jefes. Luego me fui a la habitación a pensar y ver pasar otro día de mierda más.

Lunes, como odiaba los lunes, y más en aquel lugar. En el recreo me gustaba ir a mi sitio favorito, era un pequeño rincón casi detrás de todo el colegio, cerca de la cancela de la salida. Me apoyé en un árbol pequeño y empecé a hacer deberes, hasta que oí una voz que me sonaba a mis espaldas.

-Megan.

-¿Si? –dije sin mirar. Seguro que vendrían a reírse de mí cuando volviera la cara o a decir dos o tres gilipolleces sin sentido.

-Mírame, hoy llevo algo rosa, como tú.

Miré sin entender nada y allí estaba Johanna, aquella chica gótica de ayer.

-Ah, ¿y? –y volví hacia las sumas y rectas.

-Soy como tú ¿no?

-A mí no me gusta el rock.

-Ni a mí el rosa.

-¿Y para que te lo pones?

-Para acercarme a ti.

-¿Por qué?

-La gente me margina por ser ¨gótica¨.

-¿Por eso vas vestida de negro?

-Sí, porque me gusta.

-¿Y para qué te pones esa camiseta rosa?

-Ya te lo he dicho –contestó un poco confusa.-eres más rara que yo.

-Vístete como quieras. A mí me da igual. Eso es decisión tuya.

Johanna se quedó perpleja y me abrazó. 

-Gracias –me dijo llorando y yo sin entender- tú sí que eres una  amiga.

-Será que no tienes muchas. –dije.

-Pues como tú –y reímos.

Aquellos días siguientes fueron un poco mejor, pasaba la mayor parte del tiempo con Johanna y cada una nos enseñábamos nuestros gustos.

Ella el rock, pintura negra y dibujar. Yo le ayudaba con las asignaturas, estudios y le enseñaba los libros que me había leído.

-¿Te gusta leer?

-Sí. ¿Y a ti?

-Nunca he terminado un libro entero.

-Yo no puedo escuchar una canción entera de rock.

Reímos las dos y luego Johanna dijo:

-Ya estamos en paz.

Pasó la navidad y mi padre no aguantaba más y quiso trasladarse. Gracias a que yo no tenía dificultades en los estudios e idioma y no tenía problemas a la hora de sobrellevar en otro nuevo colegio las asignaturas.  Me dio pena despedirme de Johanna, fue duro y doloroso, supe que era una amiga de verdad. Nos fuimos a Suecia y allí estuve 6 años. Los peores de mi vida. Seguía sola a todos lados que iba. A los 14 años, me hice ¨amiga¨ de un grupo hippie, por así decirlo. Empezaba a vestir de aquella manera que a mi padre no le agradaba, pero a mí me la traía bastante floja. Luego fue a peor, empecé a fumar y fumar como aquella gente. Mi padre me veía con el estado  que venía y decidió irse a otra ciudad de Suecia. Allí estuve de médico y demás hasta que cumplí los 15. En el hospital conocí a Karen, una chica que tenía mi edad y también se sentía marginada, pero aquella chica necesitaba psicólogos ya que se autolesionaba. Yo empecé a hacer lo mismo, hasta que mi padre me descubrió mis marcas y me llevó de psicólogos también, fueron pocas y pequeñas así que algunas casi ni se me notaba y otras desaparecieron con el tiempo. En aquel lugar mi padre conoció a una mujer, llamada Susan, parecía buena gente hasta que se convirtió en mi madrastra. Además tenía a un hijo mayor que yo dos años, y era el tío más geocéntrico y creído que existía en el planeta. Lo odiaba a muerte. Empecé a no comer casi nada, hasta el punto de hacerme casi anoréxica, Paul, que así se llamaba mi hermanastro, se reía siempre de mí a más no poder.

Y por último llegó la que sería nuestra última mudanza, a Londres. Aquí comienza mi otro infierno, menos mal que conocí a Angie, una chica regordeta de ojos azules que siempre estaba metida en problemas, cosa que no me extraña ya que siempre se metían con ella. Pero me trataba muy bien y era una buena amiga que me hacía no sentirme sola.

Lo malo es que a los 17 años, mi cuerpo se puso de más mujer y a mi hermanastro, le empecé a llamar la atención, espero que no llegara a más.

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