Narra James-
Me desperté sobresaltado, miré el reloj y eran las 9 a.m de un domingo.
-Pff,domingo -resoplé- como los odio.
Me levanté y fui a echarme agua en la cara. Me acordé de la escenita de ayer y del abrazo con Megan.
-Megan...-susurré abrazándome a mí mismo y sonriendo como un tonto.
¿Qué me pasaba con ella? ¿Me estaría empezando a gustar? No lo sé. ¿Qué hago? ¿La llamo? ¿La visito? ¿Estará despierta? Pff. Yo y mis preguntas de siempre. En ese momento sonó el 'Bip' de mi móvil.
-¿Sí?
-Hola, tío.
-Ah, hola Brandon.
-¿Te vienes esta tarde y echamos una partidita a la play?
-¿A qué hora?
-A la que quieras.
-Vale, sobre las 5 estoy allí.
-Perfecto, adiós.
-Hasta luego.
Era lo mejor para salir preso de mis pensamientos, así me olvidaba un poco de todo. De todo me refiero a Megan, que desde que la conocí, no sale de mi cabeza.
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-Estás muy guapo.
-Déjame.
-¿No pillaste cacho ayer?
-¿Qué te importa? ¿A ti te lo voy a contar?
Megan escuchaba a través de la puerta de su hermanastro Paul.
¿De quién era esa voz? No le sonaba de nada. De repente abrió de golpe la puerta su hermanastro, descubriéndola allí. Ella sobresaltada se quitó atemorizada e intentó huir. Paul, la siguió muy furioso y la cogió.
-¿Qué haces poniendo la oreja detrás de mi puerta?
-Nada, pasé por casualidad para bajar abajo.
Éste se quedó pensativo.
-Que no te vuelva a ver más, ¿Te enteras?
-¿Quién era ese?
-¿Quién? -Paul se puso tenso.
-Con quien hablabas.
-Un amigo por teléfono -y desapareció por el pasillo.
Megan dudó un poco y al fin bajó. Salió a la calle y tomó un poco de aire.
-¿Me das la pelota? -escuchó una dulce voz a sus espaldas. Cuando se dio la vuelta se dio cuenta que provenía de una pequeña niña morena de ojos azules. Megan sonrió.
-Claro, toma pequeña.- cogió la pelota parada casi debajo de sus piernas y se la devolvió dulcemente a la niña.
-¿Cómo te llamas, preciosa?-Le preguntó.
-Sarah.-contestó tímidamente.
-Yo Megan, encantada-y extendió la mano.
La niña muy tímida y educada, le ofreció la suya, haciéndola reír a ésta.
-Vámonos, Sarah. -era la voz del padre de la niña que al parecer vio toda la escena.
-Oh, hola, no te vi -le dijo Megan al padre. Era jovencito y tenía los mismos ojos que su hija.
-Tranquila-sonrió mientras le daba la mano a su hija- Gracias por ser tan amable.
-No hay de qué.