Estaba profundamente dormida cuando de pronto mi celular comenzó a sonar insistentemente. Era Laech.
—Issy —dijo con desesperación—, ¡Dalet está mala! Llora mucho y tiene fiebre.
—Ya voy para allá —respondí, sintiendo cómo el pánico comenzaba a apoderarse de mí.
Me coloqué rápidamente los tenis y salí de mi habitación. En la sala, Meg estaba sentada con Dylan.
—Issy, quiero hablar contigo —dijo Dylan, pero la urgencia me llevó a ignorarlo.
—Lo siento, no puedo —le respondí mientras salía apresuradamente de la casa. El carro ya me estaba esperando.
Cuando llegué, Dalet lloraba con desesperación; su llanto era diferente, más angustioso. Laech me miraba estresado.
—¿Y Roxan? —pregunté, preocupada.
—No me contesta —respondió, con el ceño fruncido.
Tomé a Dalet en mis brazos; su temperatura era alarmante.
—Vamos al hospital —dije, tratando de mantener la calma.
Cubrí a Dalet con su cobija de princesas, mientras Laech tomaba la pañalera y subía al auto. Él conducía a toda velocidad, y la ausencia de tráfico a esa hora de la madrugada ayudó.
—Princesa, cálmate —le susurré, tratando de consolarla.
Llegamos al hospital y, por suerte, Matilde estaba allí, lo que nos dio acceso directo. El doctor recibió a Laech y a Dalet, mientras yo seguía intentando comunicarme con Roxan, pero sin éxito.
A la una y cinco, Laech salió con un rostro de alivio.
—¿Qué pasó? —pregunté nerviosa.
—Dalet tiene bronquitis. Solo necesitamos cuidarla y darle su medicamento —dijo, sonriendo.
—Pero, ¿no es nada grave? —insistí.
—Si le damos la atención adecuada, no —respondió, y un gran peso se levantó de mis hombros.
Tomé a Dalet y regresamos al auto. Ella ya no lloraba, estaba tranquila en mis brazos.
—Roxan no contestó —dijo Laech, frustrado.
—No —respondí, recordando que Dalet, con apenas dos meses, aún necesitaba el pecho, pero Roxan no aparecía.
—Voy a llamar a su mamá —dijo Laech, tomando su celular.
Mientras Dalet dormía plácidamente, escuché a Laech hablando por teléfono.
—Hola, señora —dijo con voz amable—. Perdón por molestarla a esta hora, pero Dalet se enfermó y Roxan no ha aparecido desde la mañana. —Suspiró, claramente molesto—. Entiendo. Gracias.
—¿Qué te dijo? —pregunté, sintiendo cómo la preocupación crecía en mí.
—Que no sabía nada de ella y que no la metiera en sus problemas.
Eran las tres y cuarto de la madrugada, y me encontraba en la cocina preparando la fórmula para Dalet. La falta de sueño comenzaba a pesarme, pero sabía que ella era lo más importante en ese momento.
—¡Issy, tráete los pañales! —gritó Laech desde el piso de arriba.
Seré sincera: cuando Laech me avisó que sería padre, pensé que no sería un buen papá y que Roxan se haría cargo de todo. Sin embargo, él estaba siendo un gran padre, mientras Roxan desaparecía.
Subí las escaleras con el biberón y los pañales. Laech estaba sentado en el sofá, acariciando a Dalet con ternura.
—Toma —le entregué los pañales.
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El Fuck Boy (EDITANDO)
Romance-Pensé que teníamos algo-las lágrimas comenzaron a caer. -Pensaste?, enserio crees que yo me enamoraría de alguien y menos de ti solo quería acostarme contigo y lo logre. -Eres un idiota-digo con la voz entrecortada