Estrellita ¿Dónde estas?

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Su padre había dicho que era egoísta que se negara a dejar ir a sus amigos y todo por un niño que no tenía idea quien era, su madre comenzó a gritar mientras lo empujaba enfrente al hombre que tenía a otro niño en brazos como nunca lo tuvo a él.

— ¡Míralo! ¡Él es tu hijo!

Jiang Cheng vio como el niño en brazos de su padre se escondía aún más, pero esto no es lo que lo molestaba, si a él le prohibían entrar en la oficina de su padre y los muelles privados de su madre ¿por qué al niño nuevo no podían prohibirle entrar al muelle de sus perros? Fruncido el ceño ante la idea, cuando levanto la mirada se encontró con la gélida de su padre.

—Los perros se irán.

Díctamo para marcharse con el niño y Jie, su madre se quedó callada unos minutos para irse después dejándolo solo en medio del gran campo donde alguna vez estuvieron sus mejores amigos.

"Prometo cuidarlos sin importar que. "

Es cierto, prometió cuidarlos y su Jie dijo que los hombres debían cumplir sus promesas.

Se levantó y limpio las lágrimas de sus ojos y la tierra que tenía en la ropa, camino en puntillas a su habitación divisando por si algún discípulo o adulto estuviera cerca. Debajo de la almohada saco una pequeña bolsa que le hizo su nana y metió dentro de ella sus túnicas para dormir y una capa por si le daba frío. El sol ya se había ocultado hace mucho por lo que eso significaba que ya no había tantas personas cerca, se escondió entre los pilares pasando uno por uno y solo asomaba la cabeza cuando escuchaba pasos.

"Bien, aquí el agente A-Cheng al servicio. Misión: salvar a amor, princesa y jazmín."

Los discípulos que lo veían pasar solo podían reír ante los juegos de su joven maestro.

Se detuvo en un gran pilar que daba entrada al salón donde comía normalmente con su familia. Dentro solo se encontraba su padre, su Jie y su nuevo Gege. Recordó las palabras de los adultos, su madre y el no tenían lugar en esa familia.

Un pequeño ladrido lo saco de sus pensamientos, vio dentro por última vez y camino a donde sus amigos.

Los tenían en corrales separados, gemían del frío y soledad, Jiang Cheng se paró de puntillas tratando de alcanzar el pasador, logrando su cometido empujó con su cuerpecito las puertas para poder abrirlas, siendo recibido por pequeños ladridos y lengüetazos.

—Shu... no deben escucharnos— murmuro acariciando la cabeza de los tres.

Jiang Cheng saco tres pequeñas capas que había cocido con la ayuda de su nana y le puso una a cada uno, camino por los corredores traseros hasta llegar a la cocina, agarro dos bolsas de semillas de lotos y las bolsas de dulces que su nana escondía para él, lleno una cantimplora y la metió a su bolsa.

✔️Capa para el frío.
✔️Semillas para el camino.
✔️Dulces.
✔️Agua.
✔️Un cambio de ropa por si se mojaba.
✔️Y sus túnicas para dormir.
✔️2 monedas de plata que ahorro.

¡Listo! Tenía todo lo que necesitaba.

Salió de la cocina y le hizo señales a los tres perros para que lo siguieran... ¿Ahora a donde debería ir?

— ¿La abuela nos querrá ver?

Siguieron por el sendero con una linterna acompañándolo y los tres perros a su alrededor... esperen ¿dónde está la casa de su abuela? se sentó en el césped y comenzó a tocar su cabeza con uno de sus dedos, "piensa" "piensa" "piensa". En eso una pequeña luz pasó frente a sus ojos que lo hizo reír.

— ¡Vamos! — grito, para salir corriendo seguido por amor, princesa y jazmín. Sin darse cuenta que se adentraban por el bosque.

(.....)

— ¡Oye! ¿A donde crees que va tu mocoso?

—Es A-Cheng, no mocoso.

— Eso no responde a mi pregunta.

— Deberías de tenerle mayor respeto, es el destinado de tu niño— dijo la persona, mientras seguía viendo al niño que corría tras un hada en el claro del bosque.

Sonrió separándose de la orilla, se dirigió a su habitación y se cambió las túnicas por unas menos extravagantes, quito todo tipo de adorno en sus cabellos para solo tener un pequeño lazo adornando su coleta. Coloco su espada en la cintura y término revisando por última vez su bolsa qian-kun.

Soltó una pequeña sonrisa al recordar como su niño creía que podría sobrevivir solo con semillas de loto y dulces, había ocasiones en las que su A-Cheng era muy inocente.

(.....)

Si a Jiang Cheng le preguntaran que es lo que más le gustaba en el mundo, después la sonrisa de Jie, los mimos de su nana y las travesuras de su gege, diría que son las estrellas, tan lejanas, pero visibles, tan frías, pero a la vez tan cálidas, tan hermosas y únicas cada una.

Es por eso que mientras tanto en un bosque un pequeño niño dormía rodeado por tres cachorros y diversas luces, se le fue puesta una manta acogedora, mientras sobaban su cabeza.

—Xīng-Ge... ¿puede cantar? — murmura un somnoliento Jiang Cheng.

—Lo que A-Cheng quiera.

🎶Estrellita donde estás
me pregunto qué serás,
en el cielo y en el mar
un diamante de verdad.

Estrellita dónde estás
me pregunto qué serás.

Cuando el sol se ha ido ya
cuando nada brilla más
tu nos nuestras tu brillar
brillas, brillas sin parar.

Estrellita dónde estás
me pregunto qué serás

(.....)

Quedo cortito, pero ya vere como los alargo despues.

¿Alguna idea, sugerencia por la que quieren que pase nuestro A-Cheng, sus perros y su Xing-Ge?

¿Cual creen que sea la primera parada?

Las aventuras del pequeño ChengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora