¡Las hormigas nos van a comer!

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Después de que dejara de llorar el hombre cálido le pidió a Xu-ge que los llevaran a otra habitación siendo seguido por sus tres amigos, ahí lo dejaron con A-Chao hasta que Xu-ge regreso con un grupo de sirvientes con tinas llenas de agua. 

–A-Cheng, A-Chao se tiene que bañar y después podrán comer –dijo Wen Xu sentándose frente a los dos que tenían sus piecitos colgando de la cama. 

– ¡No quiero! – grito el Wen menor haciendo un puchero. 

–Chao'er deben de bañarse, estan llenos de caramelo y las hormigas se los comerán. – dijo Wen Xu. 

– ¿Princesa, Amor y Jazmín también se bañaran? – dijo Jiang Cheng mientras señalaba a los tres perros que se encontraban no muy lejos de ellos. 

Wen Chao copio la acción de su amigo y señalo a los perros con los ojos tirando brillantina, ante su falta de reacción Jiang Cheng comenzó a hacer un puchero para después bajarse de la cama e ir con los perros y abrazarlos por el cuello. 

Los sirvientes Wen que veían la escena tuvieron que taparse la nariz ante el eminente derrame nasal. 

¡Eran tan lindos!

¡Joven maestro si no dice que si habrá fracasado como futuro líder!

¡Los niños son el futuro de nuestro pueblo, joven maestro! Debemos de venéralos. 

¡Joven maestro diga que si! 

No nos defraude joven maestro. 

Y si como Wen Xu escuchara sus pensamientos solo pudo soltar un suspiro y pedir que paciencia a los cielos. 

–Lleven las tinas al patio rojo. – les dijo a los sirvientes que felices cumplieron con la orden. 

–A-Chao, A-Cheng vamos. – ayudando a su hermano a bajar de la cama le tomo la mano y llegando al Jiang realizo la mismo acción. – Amor, Princesa y Jazmín también pueden venir A-Cheng. 

Feliz, asintió y camino al lado del Wen hasta que a cierta distancia comenzó a copiar las acciones del Wen menor. Dejando a la vista a dos niños pequeños que saltaban a los costados del heredero Wen seguidos por tres pequeños perros. 

Cuando Wen Rouhan encontró a sus hijos y su pequeño e inesperado -pero querido- invitado solo pudo soltar una carcajada. Wen Xu se encontraba huyendo con los perros de los dos niños que llevaban consigo dos huacales con agua aunque al momento de salir corriendo dejaban caer casi todo el contendió, mientras que ellos mismos estaban llenos de jabón. En una Jiang Cheng cayo de cara parando el juego, Wen Rouhan preocupado se acerco al pequeño, pero solo frunció el ceño al ver como este se mordía el labio para evitar llorar. 

– No debes hacer eso Cheng'er, si quieres llorar entonces solo llora. – dijo tomando al niño entre sus brazos sin importarle que se mojara. 

– A-Niang dijo que un líder no llora – respondió entre hipos. 

– ¿Ah si? Pues A-Niang se puede confundir a veces.– dijo limpiando las lagrimas del rostro del Jiang y con su energía curando el pequeño golpe que se hizo a caer. – ¿Mejor?

– Mm, gracias gege... 

–Oh, no, no yo soy gege, Cheng'er– Wen Rouhan bajo al Jiang junto a sus hijo y señalo a Wen Xu. –El es gege, yo soy baba. 

Wen Xu sintió como se le iba el alma, ¿su padre se volvió loco? ¿Cómo se le ocurre decirle al heredero de otra secta que lo llame baba? Y aunque a él le gustaría llamar didi al Jiang ¡No puede! Ese derecho solo esta reservado para la doncella Jiang. 

Las aventuras del pequeño ChengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora