[Presentación ¦parte 5] Soy Emilio

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(5: 00 am)

El chico de ojos rasgados revisaba su teléfono mientras escuchaba música. Nadie estaba conectado, por lo que sólo veía algunas fotos que había tomado de sus amigos y él el año anterior.

Su padre era el encargado de cuidarlo esa semana, no estaba muy contento con él, pero por suerte estaban dormidos, tanto su padre, como madrastra y hermanastro.

No tenía ganas de salir, pues el día estaba bastante gris, nos es que no le encantara que estuviese así, pero la llovizna no parecía cesar.

Decidió hacerlo, ademas así estaría solo y no tendría que hacer tanto silencio, y no es como que viviera cerca del punto acordado. Ya estaba vestido, había tomado una ducha dos horas antes. Con agua caliente claro. Si se enfermaba para la escuela apenas empezando, recibiría un sermón por cuatro, sin mencionar el de cada uno de sus amigos le darían.

Se puso sus zapatos negros, y alistó su mochila, un cuaderno, otro para bocetos, una agenda. Era bastante organizado para los demás. Ya estaba listo, salió sin hacer mucho ruido de la casa. No había mucho color en su vestimenta. Llevaba el mismo uniforme que le habían asignado y además, una polera negra para cubrirse del frío.

Iba escuchando su música, mientras caminaba vio que una de las tiendas a las que iba estaba abierta.

-hey, Patrick- dijo entrando y quitándose uno de los audífonos de cable.

-¡Emilio!, hey... ¿No es muy temprano para que estés caminando por ahí y con este frio?- Patrick era un chico de unos 20 años, castaño de ojos oscuros, no era muy cercano a Emilio pero como era uno de sus clientes habituales se preocupaba.

-no te preocupes por eso, ya había quedado con alguien- respondió fríamente mientras veía el mostrador de un lado para otro.

-anda pecoso, ¿una chica por fin, quizás?- hacia su tono burlon notorio, para que no se enojara con él, tampoco es como que a Emilio le importase.

-bueno... ¿Que quieres que te dé?- Patrick ya sospechaba que iba a pedirle, pero aun así, le era costumbre preguntar.

-dame unas galletas, una bebida- dijo acomodándose las gafas -y unos cigarros...-

-vamos, te doy los dos primeros, pero los cigarros no- Ya lo había hecho una vez, y dos veces, y tres veces, Patrick se preocupaba por el vicio que el menor frente a él estaba adoptando. -No debo venderte cigarros, eres menor de edad y tu no deberías fumarlos, pensé que ya habíamos hablado-

-y pensé que te había dicho que no me importa- El del mostrador le pasó lo que anteriormente le había pedido sin incluir por lo que estaban discutiendo. Las miradas de ambos se encontraron demostrando desafío en ambas.

-está bien, no me los des, gracias por lo demás- Emilio sabía que no se los daría, el que atendía podía llegar a ser necio cuando era necesario. Además si seguía insistiendo recurriría a llamar a sus padres, eso no le favorecía.

Salió de la tienda comiendo sus galletas, ese sería su desayuno, unas galletas saladas y una bebida caliente. Se sentó en una banca que no estaba tan mojada, ya llevaba unas tres cuadras caminando, solo le faltaban 4 más. Mientras comía, la llovizna había cesado. Eso era bueno, pero a él le gustaba la lluvia, tampoco es que pudiera hacer mucho al respecto.

Al cabo de unos minutos volvió a levantarse sacudiendo su ropa. Seguía escuchando música, aun nadie había despertado. Esto lo sabía pues hacían una pequeña competencia en su chat grupal. "El primero en levantarse y mencionarlo en el grupo, gana", no ganaban nada en si, pero les parecía divertido.

"gané hoy" escribió. Añadiendo una foto de sus zapatos, mostrando que estaba fuera.

Guardó su teléfono, seguía caminando y caminando por las calles mojadas, a pesar de ya no estar lloviendo, no se quitaba la capucha negra de su cabeza.

De pronto, una llamada hizo que su música se cortara. Era Mía. (Claro que estaría despierta temprano) pensaba mientras dudaba si contestar o no.

-fuaaa no creí que me contestarías, pero me alegra que lo hicieras-, dijo una chica apenas levantada.

-bueno, pensé que querías algo importante- la última palabra fue resaltada, a él no le gustaban mucho las llamadas telefónicas, pero por sus amigos hacia más de una excepción.

-esta bien, esta bien, solo llamaba para preguntar, ¿que rayos haces despierto tan temprano?, estuvo lloviendo, te puedes enfermar- el regaño de la chica hizo que una pequeña risa se le escapara al varón.

-no pensé que serias la primera en regañar me "mamá", dime, ¿llegarán pronto, o Luis se esta levantando apenas de la cama?-, no es que le importara si estaban durmiendo aun o ya estaban despiertos antes. Y aunque le gustase la soledad, no quería estarlo y menos en la calle.

-va... Luis ya esta despierto y se está cambiando, creo, ni siquiera me pudo pasar la voz.-

-no puede ser... ¿A la señorita responsable le ganaron en despertar temprano dos veces?-dijo burlonamente mientras una carcajada salía.

-ja ja, que gracioso, Emilio... Te vemos en un rato, ten cuidado, besos- el chico sabia que se iba a alistar.

-claro, claro, los espero... ¿Y que es eso de besos?, ¿desee cuando me lo dices a mi?.-

Ambos se rieron, era la primera vez que Mía le decía así, no lo había hecho intencional, pero era su costumbre.

La llamada se cortó y Emilio siguió su camino hasta el punto, ya más tranquilo, sabiendo que sus amigos no tardarían tanto.

Los chicos rarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora