[Capítulo 3]

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(FELIX)

Apresuré el paso, la ansiedad incrementaba por cada paso que escuchaba detrás mío. ¿Por que el camino era tan largo?, ¿la distancia se estaba distorsionando por mi miedo?.

—¿Hey, por que tanto miedo?—, una presión se empezó a ejercer en mi brazo, era un agarre fuerte, sentí que me jalaron hacia atrás, en mi mente las oraciones de que no me robaran no se hicieron esperar. —No deberías tener tanto miedo de un viejo amigo—, jugó con la musicalidad de su voz, era algo molesto, yo muriéndome de miedo y él tomándolo a juego.

—¿Qué quieres Matías?, Tengo que volver a casa—. Su rostro demostraba una sonrisa burlona, el miedo de hace unos minutos no hacia mas que convertirse en enojo. Lo miré seriamente tratando de que se diera cuenta del descontento en mi rostro.

—vale peque, solo te quiero pedir un favor, ¿va?

—¿no me oíste?, debo irme—, alejé rápidamente mi brazo, por un momento su sonrisa desapareció, su rostro se tensó y parecía querer acorralarme. Volví a emprender viaje, sin embargo él no tenia la intención de dejarme ir.

—¡Oye, será mejor que me escuches o te usare a ti para acabar con ese "favor"—. no negaré que me metió un buen susto

—¿Que tal si tu me sueltas ahora?, no me interesa ayudarte en nada—. Matías es conocido por meterse seguido en problemas y su falta de respeto hacia los demás, yo no eh estado exento de sus acciones y temperamentos. Ahora solo quería ir a casa a descansar.

—vamos, se que te va interesar.

—¿que quieres?—, dije sin emoción, solo quería retirarme pero a la vez sabia que él podría fácilmente dejarme un ojo morado y si es que no se enoja mas.

—bueno, son dos cosas...ahora, pero necesito tu ayuda para una mas que todo.

—¿dos cosas? o no, no, no, ¿que te hace pensar que voy a ayudarte asi como si nada?

—son sobre tus amigos, ¿que tal así?—, sus ojos...esos ojos color cafés me miraron triunfantes. ¿Que podría querer él de mis amigos?

—que quieres...

—sabía que ibas a aceptar, verás, lo que necesito más que todo es que hagas algo con tu...Tomás, que se encuentre conmigo para ser más específicos.

—¿contigo?, ¿que tiene que ver Tomás contigo?, ¿te debe o que?

—¿que, celoso?, no te preocupes rulitos, me esta evitando y digamos que si, me debe algunas cosas.

En mis pensamientos abundaron las razones y las situaciones que se iban y podrían desatarse entre esos dos. No se caían bien mutuamente, siempre chocaban. —quieres que arregle un encuentro entre ustedes dos... ¿Enserio?—, había atinado, pero no estaba seguro de querer cumplirlo. De igual forma tendría que hablar con Tomás, me debe explicaciones y bastantes. Ignoré por completo el tono burlesco que le había puesto a su oración para poder continuar.

—Le atinaste gringo, solo hazlo y te dejo. De ti, es lo único que busco, al menos por ahora.

—¿Por ahora?—, (que ni cuente conmigo), —da igual, ¿para que quieres hablar con él de todos modos?

Agachó su cabeza y me miró juguetonamente, —son cosas entre nosotros, no te preocupes—, me quedé sin decir nada, no quería aceptar pero no quería terminar golpeado por algún problema en el que se haya metido Tomas. Me encontraba en un dilema mental, mientras mis ojos observaban al castaño parado frente a mi, sonriente como siempre. —no tengas miedo, vamos, ¿somos amigos no?

Esa palabra... hacia mucho que no la escuchaba proviniendo de él. —esta bien, veré que puedo hacer—, dije dándome la vuelta, esta vez si me dejó ir.

Los chicos rarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora