15.Por primera vez en mucho tiempo.

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15.Por primera vez en mucho tiempo.

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Advertencia: contenido sexual.

(Este tipo de contenido está avisado en el inicio de la historia, en las aclaraciones. Pero lo aviso de igual forma, por si alguien no se siente a gusto con escenas de este estilo y decide saltar esa parte del capítulo)

Zivah Mizrahi siempre había creído en ángeles. Leyó  cientos de veces el Talmud, en donde le demostraba que habían sido creados dos días antes del hombre, y que habían tenido la experiencia única de ver aquella tierra antes de que los humanos comenzaran el lento proceso de destruirla. Sin embargo, jamás había visto uno. Su madre decía que estaban siempre allí, a dónde mirase, a donde fuera. Pero Mizrahi jamás los había captado con sus propios ojos. Pero, en ese momento, se sentía muy cerca de uno. 

    Sam Wilson descendía con sus alas extendidas entre las patrullas de policía y las ambulancias. Su figura se encontraba en el nuevo traje de Capitán América, con un blanco pulcro y tranquilizador, y con el más profundo de los azules. Cargaba aún a Karli entre sus brazos, con sumo cuidado, como si aún ella pudiera sentir el trato de su cuerpo físico. Apoyó los pies sobre el suelo y entregó a la muchacha a los paramédicos, incluso cuando ellos ya no podían hacer nada por ella. 

    Zivah caminó al lado de Barnes y Walker. Ambos parecían realmente cansados y heridos, pero se mantenían perfectamente en pie. No habían cruzado ninguna palabra mientras salían de aquel edificio, y mientras Zivah miraba con cierta molestia a Sharon Carter. Después de todo, no se había equivocado al sentir desconfianza en ella cuando apenas la conoció en Madripoor, y entendía bastante bien por qué. En algún punto, creía que Barnes entendía su descontento, pero no podía saberlo con seguridad en ese momento. Se movió con cuidado hasta detenerse entre las ambulancias, donde Bucky decidió apoyarse unos instantes, y escuchó con atención lo que ocurría del otro lado. 

    —Nuestras tropas de paz reubicarán pronto a la gente. Los terroristas nos retrasaron un poco —habló una de las mujeres presentes, quien debía decidir junto al equipo político sobre el destino de cientos de familias desplazadas a lo largo del mundo. El estómago de Zivah se revolvió en su interior con fuerza al oírla.

    —Deja de llamarlos terroristas —pidió Sam con cierto disgusto, y Zivah hizo lo mejor para contener una pequeña sonrisa al oírlo. Después de todo, Sam si los había visto, y los había escuchado. Y eso llenaba el pecho de la castaña de orgullo. 

    —¿Cómo los llamaríamos si no?

    —Sus tropas de paz armadas obligan a millones a ir a asentamientos en todo el mundo, ¿no? —preguntó Wilson con seguridad en su voz—. ¿Cómo crees que los llamaran ellos? —hizo una breve pausa, en la que nadie se atrevió a responder. Zivah, observando a Wilson con emoción, apenas fue consciente de que Walker, solo unos pocos pasos más adelantado que ella, la observó tras escuchar aquellas palabras—. Esas denominaciones, “terroristas”, “refugiados”, “rufián”, se usan para eludir la pregunta: ¿por qué?

Bark Loud | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora