ᨳㅤֶ֢ ㅤ۫ 𝐕𝐞𝐧 𝐚𝐪𝐮𝐢 𝐲 𝐚𝐦𝐚𝐦𝐞 ᵎ

𓏲 🧃﹕𝐈𝐈 ˒˒

WonWoo caminaba por el pasillo con pesadez, sus ojos se cerraban cada tanto por inercia de lo temprano que aún era, mientras una de sus manos frotaba uno de sus ojos en un intento de poder leer mejor la hora en el reloj circular de color rojo y números grandes con negro. Eran las seis de la mañana y no tenía idea del porqué MinGyu siempre debía levantarse tan temprano y hacer tanto ruido. 

─ ¿Qué buscas? ─preguntó en voz baja, temeroso y observando al alfa caminar por toda la pequeña cocina. 

El castaño pareció asustarse, sin embargo, sólo detuvo sus pasos y se giró para verlo por sobre el hombro. 

─ Vuelve a la cama, es muy temprano para ti. 

─ Me has despertado, ya no tengo sueño. ─mintió, intentando ocultar un bostezo detrás de su mano. 

El alfa asintió, volviendo a su trabajo de, al parecer, revolver toda la cocina. 

─ ¿Qué buscas? ─le repitió el omega, un poco más fuerte. 

─ ¿Has visto el recipiente azul grande donde llevo mi desayuno? 

─ Debe estar en la habitación o en tu mochila de la escuela. ─se encogió de hombros, hablando con un poco de obviedad. 

─ De acuerdo, desayuna. ─comentó, apuntando la manzana en la mesa. Era lo único que había. 

─ ¿Qué? ─caminó hasta ella, tomándola entre sus manos y jugando un poco─ No me llenaré con esto, MinGyu.

El castaño se la arrebató, dándole un mordisco. 

─ Ese no es mi puto problema. ─reprochó y luego se la devolvió. 

¿Acaso nadie le había enseñado modales? ¿Su madre? ¿Nadie?, pensó WonWoo. Luego recordó que su madre era alfa también, tal vez por eso fue que criado para ser así de bruto. 

WonWoo miró la manzana roja en sus manos con aquella gran mordida a un costado y suspiró, dándole un mordisco suavemente al verse sin otra opción. Se sentó en la pequeña mesa, oyendo a lo lejos como MinGyu hablaba con alguien por celular, sonaba extrañamente alegre e incluso creyó oírle reír y algo en su pecho se removió en un molesto sentimiento cálido e insoportable. Mordió con rudeza la manzana, sintiéndose patético en ese momento y llevando con cuidado su mano hasta su vientre para calmarse un poco, logrando sonreír a medias. Sólo esperaba que su cachorrito endulzara al menos un poco al alfa, aunque lo dudaba. 

El de ojos avellana entró nuevamente al pequeño espacio de la sala, ahora con su mochila colgada en su hombro y su celular bailando por sus dedos, mientras en la mano izquierda sostenía aquel recipiente que había estado buscando tanto. 

─ ¿Con quién hablabas? 

Mierda, se dijo a sí mismo. Deseó no haberlo hecho tan pronto como sus nervios se pusieron de punta por la posible respuesta que recibiría, si es que tenía suerte. Jugó de forma distraída con el pequeño trozo de rama que sobresalía de la manzana.