Capítulo 16

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Sehun se despertó momentáneamente desorientado. Parpadeó varias veces para despejarse. Su mente seguía algo confusa, pero su cuerpo, aunque seguían doliéndole los morados, estaba sorprendentemente confortable y relajado. Se sentía como si se hubiese dado un larguísimo baño de agua caliente.


La luz se colaba por la ventana, que ya no estaba oculta tras la piel que hacía las veces de cortina, y, a juzgar por la posición del sol, vio que había dormido más de lo que pretendía. A Gertie no le haría ninguna gracia y Sehun tendría que esperar a la hora del almuerzo para comer, aunque quizá ya lo fuera.

De repente recordó todo lo que había sucedido la noche anterior. Notó un calor intenso en el abdomen, que le fue subiendo hasta las mejillas. Se sentó y se dio cuenta de que estaba completamente desnudo. Cogió las mantas y se tapó hasta la barbilla, pero luego las soltó enfadado.


Estaba solo en el dormitorio. Allí no iba a verle nadie. A pesar de ello, salió de la cama y se vistió apresuradamente. Tenía el pelo enredado y, a juzgar por el calor que sentía en las mejillas, seguro que seguía sonrojado.

Había tenido la desfachatez de decirle al laird que no se le daba bien hacer el amor. Y él le había demostrado justo lo contrario. Chanyeol le había hecho cosas que Sehun ni siquiera se había imaginado que pudiesen hacer dos personas. Con la boca... con la lengua.


Se sonrojó de nuevo y cerró los ojos, muerto de vergüenza. ¿Cómo iba a ser capaz de mirarlo?


Sehun adoraba a la madre Choi. Confiaba en ella por encima de todo el mundo. La abadesa había sido muy buena y paciente. Sí, la mujer tenía más paciencia que el santo Job a la hora de educarle y de contestar todas las preguntas que el le hacía incesantemente. Pero Sehun empezaba a creer que quizá la abadesa se hubiese olvidado de contarle muchas cosas acerca de hacer el amor. O de los besos.

Frunció el cejo y pensó en lo poco que se parecía lo que le había contado la madre Choi a la realidad. Si la abadesa se había equivocado en lo de los besos... y en lo de hacer el amor, ¿en qué otras cosas se podía haber equivocado? De repente, Sehun se sintió ignorante y mal informado.


Como nunca había estado a gusto con la ignorancia, decidió que tendría que buscar a alguien que la instruyese en esos menesteres. Christina... no, Christina era demasiado joven. Y no estaba casada. Los comentarios mordaces de Gertie le daban miedo. Además, probablemente se reiría de el y la sacaría a voces de la cocina. Lo que dejaba sólo a Maddie. La chica era mayor que Sehun y parecía haber visto mundo. Además, estaba casada, así que seguro que podría explicarle quién estaba equivocado en lo de hacer el amor.

Reconfortada por tener un plan, se cepilló el pelo hasta desenredárselo para que nadie viese que se había pasado la noche revolcándose entre las sábanas. Satisfecho con el resultado, abandonó el dormitorio y bajó la escalera.

Por desgracia, Cormac lo estaba esperando en el salón. En cuanto Sehun entró, el guerrero se puso en pie y se acercó a el. Sehun lo fulminó con la mirada, pero él se limitó a sonreírle y a darle los buenos días.

Decidido a no animarlo, Sehun, fingió que el hombre no estaba allí y se dirigió a la cocina para enfrentarse a la ira de Gertie. Cuando llegó a la puerta, el estruendo proveniente del otro lado la detuvo.

Pudo oír ollas y cazos chocando y los gritos de la mujer, quejándose por algo que había hecho una de las doncellas. Quizá aquél no fuera el mejor momento para entrar en la cocina y pedirle a la huraña cocinera que le sirviese el desayuno.

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