Capítulo 14

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Cuando Chanyeol y sus hombres entraron cabalgando en el patio del castillo Park, pasaba de la medianoche. Estaban sucios, ensangrentados y cansados, pero contentos por haber vencido con tanta facilidad.

Pronto lo celebrarían, aunque Chanyeol no tenía la sensación de que pudiese celebrar nada. La huida de Kim Jummyeon había impedido que pudiese saciar su sed de venganza y ahora ésta le quemaba en el estómago como un ácido. Chanyeol quería ver al muy bastardo clavado al final de su espada, y no sólo por lo que había hecho ocho años atrás, sino también por lo que le había hecho a Sehun.


Ordenó a sus hombres que redoblasen la vigilancia. Ahora que se había casado con Sehun tenía mucho que hacer. Iba a tener que reforzar las defensas del castillo y forjar nuevas alianzas, como por ejemplo con los Song, era incluso más importante que antes.

A pesar de las responsabilidades que iban acumulándose sobre sus hombros, su principal preocupación era su esposo. Lamentaba haberse acostado con el con tanta premura.

A Chanyeol no le gustaba sentirse culpable. La culpabilidad era un sentimiento propio de hombres que cometían errores y a él no le gustaba pensar que quizá hubiese cometido uno. Pero lo cierto era que le había fallado a su esposo y que ahora no sabía cómo arreglarlo.


Se tomó su tiempo para bañarse en el lago con el resto de los hombres. Si no fuese porque Sehun lo estaba esperando en la cama, se habría acostado con las botas puestas y no se habría preocupado de nada hasta al día siguiente.

Después de quitarse la suciedad y la sangre del cuerpo, se secó y subió a su dormitorio. La impaciencia lo hizo apresurarse. No sólo tenía ganas de demostrarle a su esposo que podía ser tierno, sino que también se moría de deseo por el. Antes sólo había tenido tiempo de probar su dulzura. 

Ahora quería disfrutarlo.


Abrió la puerta del dormitorio sin hacer ruido y se metió dentro. La habitación estaba completamente a oscuras. La única luz que había provenía de las brasas del fuego que ardía en la chimenea, frente a la cama. Sehun estaba acurrucada en el centro del colchón. Chanyeol apoyó una rodilla en la cama y se inclinó hacia el para despertarlo, pero entonces vio un bulto a su lado.

Extrañado, apartó las pieles y descubrió a Taeyong durmiendo entre los brazos de Sehun, con la cabeza recostada en su pecho. Sonrió al ver que el lo tenía abrazado. Se había tomado muy en serio su papel como madre del niño. Estaban tan pegados el uno al otro como dos gatitos una noche de invierno.

Chanyeol suspiró y se tumbó junto a Sehun, resignado a no despertar a su esposo con besos y caricias. Se acercó tanto como pudo, hasta que la espalda de el le quedó pegada al torso. Entonces los rodeó a ambos, a Sehun y a Taeyong, con un brazo y hundió el rostro en el pelo de el.


Nunca en su vida se había quedado dormido tan rápido.


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Chanyeol tuvo cuidado de no despertar a Sehun ni a Taeyong cuando se levantó, horas más tarde. Se vistió a oscuras y, mientras se encaminaba hacia la puerta, su bota tropezó con algo. Se agachó para coger lo que fuera que había en el suelo y vio que era el traje que Sehun había llevado en la boda.

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