CAPÍTULO X

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Después de una sopa de menestra caliente y de un poco de carne a la plancha, Xiao Zhan se sintió mejor. Yibo se acercó al supermercado durante unos minutos y, cuando volvió junto al pelinegro, sacó de una bolsa un par de revistas que le puso en el regazo y después sacó también un par de botes de helado.

    Puso los botes sobre la mesilla y se sentó en la cama, junto a Zhan. Después le colocó las almohadas para que estuviera más cómodo.

    Xiao Zhan inhaló su olor a jabón, mezclado con la brisa nocturna de junio, y oyó cómo él sacaba una última cosa de la bolsa.

    —He pensado que podríamos divertirnos con esto esta noche —le dijo, y le mostró un libro—: El gran libro de los nombres de bebé.

    Al verlo, a Xiao Zhan se le removió algo por dentro. ¿Por qué? Porque el hombre atractivo que lo había llevado a casa aquella noche estaba pensando en cómo podía convencerlo de que su relación se convirtiera en algo sexual. Aquél había sido su primer objetivo: pasar aquella noche y las demás con él. Sin embargo, el tierno protector que se había sentado a su lado en la cama estaba dispuesto a pasar la noche con él, sí, pero eligiendo el nombre de su bebé.

    Quizá todo fuera una tontería, pero fue aquél el momento en que Xiao Zhan se dio cuenta de que se había enamorado de Wang Yibo.
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    —Quisiera saber cuándo voy a conocer a ese esposo tuyo—le dijo a Yibo su madre—. ¿Por qué no lo has traído a cenar hoy?

    —Porque ha tenido un día muy largo en el trabajo y pensé que preferiría quedarse en casa y descansar.

    No era cierto. Yibo ni siquiera le había preguntado a Xiao Zhan si quería asistir a aquella cena. Le había dicho que era una reunión de negocios y que llegaría tarde a casa. Todas sus cenas con su madre acababan tarde, porque Yibo tardaba varias horas en sacarse todas sus quejas de la mente.

    —Quizá debiera llamarlo y pedirle que venga a comer conmigo al club.

    —Preferiría que no lo hicieras, mamá —le dijo Yibo, en un tono contenido.

    —¿Te avergüenzas de mí? —le preguntó su madre.

    —Claro que no —respondió Yibo, y alzó la vista del plato para mirarla.

    Observó su belleza. Era una belleza que un cirujano plástico había conservado a cambio de una fortuna. Las inyecciones habían borrado las arrugas de descontento de su rostro. Las cremas le habían suavizado la piel y le habían aclarado las manchas de la edad. Tenía el cuello liso como la hoja de un bisturí. Vergüenza no era la emoción que le provocaba su madre.

    —Entonces, ¿te avergüenzas de Zhen?

    —Zhan, mamá. Se llama Xiao Zhan, y tampoco me avergüenzo de él.

    —Pero es un enfermero, Yibo. ¿No podrías haber encontrado a alguien con más. . estilo?

    Yibo endureció su armadura mental para que aquel comentario venenoso no la traspasara. Lia le había preguntado en varias ocasiones por qué continuaba manteniendo aquellas reuniones con su madre. Pero su hermana no lo entendía. Ella era su madre. Al ser el primogénito, no podía librarse del sentido de la responsabilidad que tenía hacia ella.

    —Siempre me cayó muy bien tu primera mujer —le dijo su madre, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿Qué ocurrió?

    —Me dejó, mamá, ¿no te acuerdas?

Algo Inesperado - YizhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora