11. Amalgama

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CW: descripción de cosas algo asquerosas.

Paró en seco.

Definitivamente algo se arrastraba, y en ese momento estaba mucho más cerca.

Tenía que volver, eso era lo único que tenía claro en ese momento, pero cuando intentó dar media vuelta se dio cuenta que su pie estaba fijo en el lugar, no lograba moverlo. Intentó ver qué ocurría, pero en la oscuridad era imposible.

No fue hasta que sintió una presión aumentar en su tobillo cuando se dio cuenta que algo lo había agarrado y no pensaba dejarlo ir.

El pánico comenzó a invadir su cuerpo. Intentó liberar su pie a la fuerza, pero los dedos, o más bien garras, que se aferraban a él no pensaban ceder. No fue hasta que cayó hacia atrás que se dio cuenta que era completamente inutil luchar de esa manera, la fuerza de lo que fuera que estuviera agarrado de él no se comparaba con la suya.

Poco después de tocar el piso, un olor a carne podrida lo golpeó en la cara. Una arcada escaló desde su estómago, pero con los ojos cerrados y gran fuerza de voluntad logró no vomitar. Al final no tuvo más opción que aguantar la respiración.

Recogió la daga que había caído y rebotado a unos centímetros de distancia, y en un momento de desesperación apuñaló ciegamente en la dirección de su tobillo. El filo se enterró en la carne, en un instante sintió como su pierna era liberada, al mismo tiempo que un intenso dolor recorría su pierna como una corriente eléctrica, como si garras hubieran atravesado su piel.

Pero no alcanzó a lamentarse mucho, pues un grito gutural desgarrador resonó entre las paredes de la cueva y en sus tímpanos. Se llevó las manos a las orejas y se arrastró hacia atrás lo más que pudo.

A solo unos metros de distancia, sin poder ver nada, sentía como algo se retorcía y chocaba contra las paredes, a veces chapoteaba, a veces se arrastraba, a veces arañaba. Toda la orquesta lograba ponerle la piel de gallina.

Se puso de pie como pudo, dio media vuelta y se echó a correr a oscuras. Botó el aire que estaba guardando, el olor se había quedado atrás con la criatura.

Luego de correr unos metros tuvo que detenerse por el dolor en su tobillo, pero no podía parar por mucho tiempo. Esa extraña cosa se arrastraba en su dirección, podía escucharlo. Se acercaba muy lento, pero no se detenía, y teniendo en cuenta que el túnel solo tenía una salida en el techo, no tardaría en atraparlo.

Sin muchas esperanzas, cojeó en la única dirección que podía, su tobillo sangraba, y el sudor que se había enfriado hacía que su ropa se pegara a su piel, se sentía horrible y su único consuelo era la daga en su mano.

Justo cuando su respiración comenzaba a agitarse y sus manos a temblar, un eco lejano lo distrajo.

"¿Soren?" le llamó una voz conocida.

En cuanto escuchó esa voz, sintió como si su corazón hubiese dejado de latir por un momento.

"¡Caz!" llamó Soren de vuelta, corriendo hacia la abertura en el techo del túnel.

Antes de que el eco de su voz terminara de rebotar entre las paredes de la cueva, el demonio comenzó a golpear el suelo. Los golpes constantes resonaban en la cueva y pedazos de roca caían junto a Soren.

Estaba haciendo el agujero más grande. Mientras tanto Soren no podía hacer más que vigilar la oscuridad frente a él.

Pasaron un par de minutos hasta que una enorme figura cayó justo frente a él. Soren no pudo evitar sobresaltarse ligeramente, pero en cuanto sus ojos vieron la silueta de unos cuernos ondulantes su mente comenzó a tranquilizarse, una sensación de seguridad comenzó a invadirlo inmediatamente.

Encuentro de Dos LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora