1. Un encuentro

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Soren despertó boqueando en busca de aire, su corazón latía con fuerza y restos de lágrimas aún quedaban en la orilla de sus ojos. Rápidamente intentó levantarse, pero su cuerpo aún estaba adolorido. Con ojos entreabiertos escaneó rápidamente sus alrededores e inmediatamente se dió cuenta de que no estaba en el lugar que debería estar. Su cuerpo descansaba sobre una cama improvisada hecha de paja amontonada y una cobija vieja; a su alrededor todo estaba oscuro, solo podía ver que las paredes eran de piedra y que más allá un gran agujero dejaba entrar una luz fría. Estaba dentro de una cueva, y en la boca de esta una figura parecía estar observando hacia el exterior.

De forma instintiva aguantó la respiración y se puso de pie, ignorando el dolor de su espalda bajó de la "cama" y retrocedió torpemente, haciendo ruido al arrastrar los pies por el piso irregular de la cueva. Inmediatamente la figura se volteó, en ese mismo momento Soren sintió como si su corazón se detuviera por completo. Desde donde estaba, la figura parecía tener forma humana, aunque era bastante más grande de lo un humano común y corriente debía ser; por unos segundos su cerebro lo registró como un error cometido al mirar muy rápido, sin embargo no tardó en corregir este pequeño error, pues dicho "humano" parecía tener cuernos que surgían de su cráneo y una cola que continuaba su columna vertebral.

Al ver al indefenso ser humano despierto, el individuo misterioso levantó las cejas y se levantó para inspeccionarlo, pero por cada paso que daba, el humano retrocedía como una presa acorralada.

Las rodillas de Soren parecían querer ceder ante el miedo, pero siguió dando marcha atrás hasta que su espalda tocó el fondo de la cueva. Ya no había donde escapar, ya no tenía más opción que devolverle la mirada al sujeto, sin ser capaz de emitir un solo sonido o mover un solo músculo.

Si bien Soren tenía muchas cosas llamativas que observar en el sujeto frente a él, lo que más llamaba su atención eran los cuernos que surgían de su cabeza, que comenzaban justo sobre sus sienes y ondulaban siguiendo la curvatura de su cráneo para terminar en punta. En la base de los cuernos varias escamas de color violeta que parecían brillantes cristales escalaban las extrañas estructuras sobreponiendose una sobre la otra hasta desaparecer. Una de las escamas se ubicaba en medio de su frente y parecía brillar más que las demás. Su cabello era corto y de color negro al igual que sus brillantes ojos, y en su piel, de un color grisáceo que jamás había visto, pequeñas escamas aparecían de vez en cuando como si fuesen lunares que brillaban cada vez que la luz nocturna les daba en el ángulo correcto. Sus orejas terminaban en punta y estaban perforadas con todo tipo de aretes. Detrás de él le seguía una cola parecida a la de una lagartija, al igual que los cuernos era de color negro, a excepción de las escamas moradas que se espacían en algunos puntos. El extraño "hombre", si se le podía llamar así, llevaba solo una camiseta blanca con cuello en forma de v ligeramente pronunciado y unos pantalones color café, además de unas grandes botas que llegaban hasta la mitad de sus pantorrillas. Medía más de dos metros, por lo que se agachó para poder evaluar mejor al aterrorizado humano.

"Parece que no te rompiste nada." dijo el sujeto con una voz suave, evidentemente intentando no asustarlo mucho, "¿Te duele algo?"

La primera reacción de Soren en respuesta a la voz del misterioso "hombre" fue dar un respingo, pero luego de unos segundos de silencio incómodo, decidió que lo mejor era darle en el gusto y responder a su pregunta.

"S-sólo me duele la espalda, pero estoy bien..." logró contestar con la garganta irritada.

El sujeto dio un paso más adelante y extendió la mano hacia el dobladillo de su camiseta, pero Soren se sobresaltó, resultando en un golpe en la cabeza que resonó en la cueva vacía. Aspirando un aire helado entredientes, Soren llevó sus manos a su cabeza y restregó el sitio del golpe, deteniéndose inmediatamente luego de escuchar un resoplido y una risa justo frente a él.

Encuentro de Dos LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora