10. Quizás fue mucha exploración subterránea

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Nada amortiguó su caída.

Soren no estaba muy seguro de en qué posición había caído, pero las piedras del suelo se habían enterrado en la palma de sus manos y en sus rodillas.

Se incorporó entre quejidos e intentó ver a su alrededor, por el agujero que habían caído ingresaba algo de luz , pero este era muy estrecho como para iluminar sus alrededores en aquel momento.

"¿Dianthus?" llamó Soren.

"Estoy bien." se escuchó a unos pasos de distancia.

Soren no alcanzaba a verla bien, pero avanzó ciegamente en la dirección de su voz hasta toparse con ella. Le ofreció su mano y ella se puso de pie. Con los brazos cruzados observó el hoyo por el que habían caído.

"Mierda." murmuró al ver lo estrecho que era.

"¿Estás bien?" preguntó Soren preocupado.

Pero ella solo dijo, "No puedo sacarnos a ambos, si tan solo fuera más grande..." se lamentó.

Soren prefirió quedarse en silencio mientras Dianthus caminaba de aquí para allá, nada de lo que dijera sería de ayuda en aquel momento, tampoco tenía alguna solución en mente. Sacudió el polvo de los pantalones de mezclilla y con cuidado removió algunas piedrecillas que tenía enterradas en las manos.

De repente la mujer detuvo su andar y observó a Soren en silencio. Soren la miró de vuelta hasta que el contacto visual se volvió incómodo, pero antes de poder abrir la boca, Dianthus habló.

"Soren." le habló con una expresión dura que se le hacía algo conocida, "No te lo dije antes, pero soy muy hábil cambiando de forma. Si el hoyo del techo fuera más grande fácilmente podría sacarnos a ambos, pero viendo el tamaño de este sólo se me ocurre una solución." le explicó.

Soren intentó leer su expresión, pero la falta de luz no se lo permitía. Lo único que veía con claridad era el brillo de sus oscuros ojos llenos de determinación.

"Si voy yo sola, puedo salir sin problema. Si salgo, puedo buscar ayuda para sacarte de aquí lo más rápido posible." explicó lentamente esperando que no malinterpretara sus palabras como abandono.

Ah, que el problema soy yo, pensó Soren lamentando su inutilidad una vez más. Le incomodaba que tuvieran que cuidar de él constantemente.

"Volveré lo más rápido que pueda, te lo juro. Buscaré ayuda en el palacio, no estamos muy lejos." siguió explicando detenidamente.

Soren sonrió, y aunque la sonrisa no llegaba a sus ojos, Dianthus no tenía como notarlo, pues Soren estaba casi completamente cubierto por la oscuridad.

"Está bien, no te preocupes." le tranquilizó, "Lo entiendo perfectamente."

Dianthus intentó descifrar sus sentimientos, pero no lograba ver nada; por alguna razón el tono de voz de Soren desprovisto de preocupación le ponía incómoda.

"Yo estaré bien, esperaré acá sin moverme. Probablemente ni me de cuenta y ya habrás vuelto." dijo sonriendo una vez más.

"¿Estás seguro?" le preguntó indecisa.

"Lo mismo me preguntaste antes, y la que se topó con problemas fuiste tú, no yo." se defendió.

"..." eso era verdad.

Soren la intentó tranquilizar con algunas palabras más, hasta que ella accedió con un suspiro.

Dianthus se posicionó justo bajo el agujero del techo y lo miró por última vez, "Volveré pronto." dijo antes de transformarse en un pequeño pájaro de colores bronce, verde, azul y negro. Todo pasó muy rápido, no alcanzó a observarla con detención, lo último que logró ver fueron dos largas plumas azules con forma de corazón que desaparecían entre las rocas.

Encuentro de Dos LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora