4. ¿Ladrón que roba a ladrón tiene mil años de perdón?

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Soren se sentó en la única mesa exterior del local, situándose justo frente a Caz, quien llamó al servicio y rápidamente pidió dos especiales de la casa. Expectante, Soren intentó mirar hacia el interior del local a través de la única ventana, no podía evitar preguntarse qué clase de cosas se comía en el mundo de los demonios, sólo esperaba que fuera algo que pudiera comer. Por un momento la imagen de unas extremidades humanas flotando en un enorme caldero cruzó por su mente sin previo aviso. Rápidamente agitó la cabeza para eliminar ese pensamiento y fijó su mirada en la mesa.

Cuando la comida llegó, Soren se enderezó en su asiento y observó atentamente el plato que dejaron frente a él, pero contrario a lo que imaginaba, no era nada más que unas chuletas de cerdo y arroz blanco, la verdad era algo anticlimático.

"¿No te gusta?" le preguntó Caz con una pequeña sonrisa al ver como miraba su plato con el ceño fruncido.

"No, no, no, no. Solo pensaba que la comida aquí sería más... extravagante" se apresuró en aclarar.

Caz, que ya había comenzado a devorar la carne, comentó, "La vida acá está más influenciada por mundo humano de lo que crees"

Soren simplemente asintió y probó su primer bocado, no era nada especial, de hecho estaba algo seca, pero le servía para llenar su estómago. Mientras comía, no podía evitar sentir curiosidad, había aguantando todo el camino, pero la verdad era que tenía muchas preguntas que hacer.

"Olvidé preguntar ayer," comenzó a hablar, "¿qué pasó antes de llegar a la cueva? ¿Cómo me encontraste y por qué me llevaste?"

Era una pregunta válida, y sentía que por fin estaban tranquilos como para tener una conversación al respecto.

En cuanto Caz escuchó la pregunta, rio por lo bajo mostrando sus dos caninos perfectamente afilados. Soren no pudo evitar notar que cuando su sonrisa se volvía maliciosa, sus ojos se cerraban ligeramente, como la risa de un niño que planea hacer algo que sabe que está mal. Soren no pudo evitar que un escalofrío trepara por su espalda, tenía un mal presentimiento.

"¿Quieres que te muestre? Debería seguir ahí." le ofreció sospechosamente.

Dado cómo iban las cosas hasta ese momento, Soren consideraba que no tenía nada que perder, si bien aquella sonrisa y palabras eran sospechosas, si Caz hubiera querido hacerle daño, habría muerto hace un buen rato.

Algo confundido, Soren simplemente asintió, todas las preguntas que tenía atascadas en la garganta tuvieron que volver a su estómago, después de aquel intercambio tenía miedo de preguntar otra cosa.

Antes de darse cuenta, su plato ya estaba vacío. En ese momento más que nunca agradeció la presencia del demonio, pues si no moría por la caída, definitivamente hubiera muerto de hambre.

"Ey, zarigüeya." susurró el demonio inclinándose sobre la mesa.

"Me llamo Soren." replicó el humano con un suspiro igualando el volumen de su voz.

"¿Qué tan bueno eres para correr?" continuó Caz, ignorando su comentario.

Soren contestó con honestidad que correr no era su fuerte. De hecho lo detestaba, siendo esa la principal razón por la que decidió que los deportes no eran para él, correr era una tortura.

"Entonces cuando te cargue, no entres en pánico." dijo por último antes de enderezarse en su asiento y estirar sus extremidades.

Soren frunció el entrecejo confundido, "Por qué me cargarí- ¡aahh!"

No alcanzó terminar su pregunta, cuando el demonio lo tomó de la cintura para colocarlo sobre su hombro y salir corriendo dejando el local atrás a gran velocidad. Entre la sorpresa y el hombro de Caz presionando su estómago su grito se perdió de inmediato.

Encuentro de Dos LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora