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Cuando de hablar de amor se trata, las leyendas envuelven colosalmente a esta palabra de tan solo cuatro letras, se dice que cuando uno nace ya tiene destinado a encontrar a su alma gemela y al amor de su vida, personas totalmente distintas, Hürrem mucho antes de llegar aquí ya la había encontrado, Leo era su alma gemela, pero solo el Sultán Soliman estaba destinado a ser el amor de su vida, y quizás muchos ya encontraron a su alma gemela o al amor de su vida, pero tal vez otros nunca lo harán; entonces ¿Carina ya había encontrado alguno de ellos?
La muchacha castaña se encontraba caminando sola hacía los aposentos del príncipe como se le encargo, en la puerta la esperarían unas sirvientas que le darían las últimas indicaciones sobre el protocolo a seguir. Iba a paso lento y pesado, con la mirada perdida ¿Por qué de todas ella? ¿No era muy joven para esto?
- Carina... -susurraron a su costado, haciendo que ella se sobresaltase, al girar se topo con el príncipe Bayezid, quien con una mirada coqueta la miraba.
- ¿Qué haces? Debo irme - recrimino al notar la mirada del muchacho.
- ¿A dónde vas tan linda?- era claro que él lo sabía, destinarían a Carina como regalo de su hermano, no iba a permitirlo, no podía dejarle así de fácil a su hermano las cosas, mucho menos cuando aquella mujer parecía haberle hechizado con su sonrisa - No me digas que a los aposentos de mi engreído hermano.
Carina solo aparto la mirada, ir a la habitación de su alteza a "entretenerlo" no le hacia gracia, no quería hacerlo pero ¿Tenía otra opción? No nunca la tuvo.
- Debo irme, déjeme por favor.
- Estas siendo tratada como mercancía, pensé que tenias más carácter y no te someterias tan fácil.
Ella frunció el ceño y mirando a su alrededor - ¿Por qué le importa tanto?
Bayezid no supo que responder ante la interrogante o quizás sí "No me agrada verte con Selim" una simple respuesta a tan quisquillosa pregunta, pero no se lo diría podría quedar en ridículo y un príncipe nunca haría eso.
- Las mujeres que han pasado por la cama del príncipe de la corona - dijo lo último con cierto sarcasmo en su tono de voz - Son muchas, mi hermano no es un santo pero ninguna de esas mujeres volvía, nunca es vuelta a llamar, solo quiero protegerte de esa agridulce sensación.
La muchacha le sonrió con autosuficiencia y le dijo - No necesito de su protección, se protegerme sola, ahora, si me lo permite - anticipó con una reverencia - Debo irme o me cortarán la cabeza.
- Te espero mañana, ven aquí por la mañana, es una órden
- No puedo escucharlo... - negó mientras se alejaba del príncipe y lo dejaba con una sonrisa embobada.
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«𝕸𝖊𝖑𝖊𝖐»
Teen Fiction«ᴀᴍᴀʀ ᴘᴀʀᴀ sᴏʙʀᴇᴠɪᴠɪʀ ʏ sᴏʙʀᴇᴠɪᴠɪʀ ᴘᴀʀᴀ ᴀᴍᴀʀ» 𝖫𝗈𝗌 𝗃𝗎𝖾𝗀𝗈𝗌 𝖽𝖾𝗅 𝖽𝖾𝗌𝗍𝗂𝗇𝗈 𝗌𝗈𝗇 𝗂𝗆𝗉𝗋𝖾𝖽𝖾𝗌𝖼𝗂𝖻𝗅𝖾𝗌, 𝗎𝗇 𝖽𝗂̄𝖺 𝖾𝗌𝗍𝖺𝗌 𝖺𝗋𝗋𝗂𝖻𝖺 𝗒 𝗈𝗍𝗋𝗈 𝖾𝗌𝗍𝖺𝗌 𝖺𝖻𝖺𝗃𝗈, 𝖾𝗅 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗌 𝗉𝗈𝖻𝗋𝖾 𝗉𝗎𝖾𝖽𝖾 𝗌𝖾𝗋 𝗋𝗂𝖼...