☦︎CAPÍTULO IX☦︎

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El carruaje del príncipe se detuvo a cierta distancia antes de llegar a las puertas de Manisa.

-- Debo cabalgar desde aquí

Carina asintió con una
sonrisa -- Sonríe Selim, si estás así de serio, las personas que viven aquí no se llevarán una buena impresión tuya -- el pelirrojo soltó una risa ante el inocente comentario de la jovencita y se bajo del carruaje para proceder a montarse en su blanco caballo.

Continuaron andando hasta que lograron divisar una multitud de hombres que estaba alrededor de la entrada del pueblo, Selim se bajo del caballo y se acercó a uno de los jenizaros que resguardaba la entrada.

--¿Por qué hay tanta gente aquí reunida?-- consultó sin dejarde mirarlos.

--El pueblo de Manisa quiere conocer a su príncipe -- le respondió el guardia con la mirada baja.

--¿Cuál es la necesidad?

-- Un príncipe ha llegado a la provincia, están felices claro -- termino de disipar.

Selim volteó mirando el carruaje y le hizo la seña a uno de los Ağas para indicarle a Carina que debía bajar - Hoy me acompaña la princesa Carina de Venecia, será nuestra invitada, necesito que tomen todas las precauciones, no quiero que algo atente contra ella.

La radiante muchacha descendió del carruaje sonriente, portaba un hermoso vestido color lila que hacía juego con sus castaños cabellos y el color de su piel, camino hasta donde se encontraba el príncipe y le dedico otra sonrisa para apaciguar los nervios que detonaba su rostro -- No olvides sonreír Selim.

Entonces estaba hecho, el camino de Selim hacia el trono estaba empezando y este era su primer paso, el joven podía sentir cierto peso sobre sus hombros, sabía que la mayoría de los presentes esperaban a Bayezid o Mustafa en su lugar. Empezó a caminar por el camino alfombrado que lo guiaba mientras la castaña princesa lo hacía a su lado ante los ojos curioso de saber quien era y por qué caminaba a lado de su alteza ¿Qué eso no estaba prohibido?

-- ¡Larga vida al príncipe Selim! ¡Larga vida al príncipe Selim! ¡Larga vida al príncipe Selim! -- gritaban al unísono mientras transcurrían el camino.

El imponente palacio de Manisa se les hizo visible y el paso del pelirrojo se detuvo pues era obvio que los nervios seguían presentes -- Dame la mano su alteza, estamos juntos en esto.

𑁍

El palacio de Manisa los recibió y dentro del salón principal un hombre de avanzada edad llamado Lala le indicó al príncipe algunos pormenores de la provincia y su agenda que empezaba a regir desde el día siguiente.

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