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Sol:Amor. Un sentimiento que mi yo de diecisiete años no pensaba encontrar y se limitaba a escribirlo con la única intención de tratar de sentirlo.
Mi abuela solía ser fiel creyente de que todos podemos vivir una historia de amor. No importa el tiempo, las dificultades o la situación. Simplemente todos merecemos recibir ese mismo afecto que pensamos dar.
A veces me parece escucharla en mis sueños, soltando alguna que otra risa en específico para Dean, quien le juró que jamás se enamoraría y ahora se traga sus palabras.
Una mano golpea mi frente de forma inconsciente y me distrae de mi escritura.
La aparto para seguir escribiendo pero se coloca en mi hombro esta vez, acompañado de un balbuceo que me hace reír.—Estoy tratando de escribir.—me quejo.
—Y yo ne normi...—vuelve a murmurar de forma incompresible.
—¿Qué? No te entiendo sí tienes tu cara aplastada en la almohada.—digo con diversión.
Dean se voltea y abre uno de sus ojos oscuros con pesadez para mirarme con fijeza. Mantiene ambas cejas fruncidas y un pálido tono rojizo se encuentra en sus mejillas debido a que acaba de despertar.
—Te decía que trataba de dormir.
—Ya estás despierto, dudo mucho que vuelvas a dormir.
Levanta ambos brazos encima de su cabeza para estirarse, flexionando los músculos de su torso y seguramente los de su espalda.
—Buenos días.—dice con voz grave de recién levantado.
—Eso tenías que decirlo hace segundos atrás. Ahora ya no cuenta.
—Buenos días.—repite.
—No te responderé.
En un movimiento rápido me hace rodar en la cama hasta que se coloca encima mío y lleva sus labios a mi oído, provocando cosquillas.
—Buenos días.—vuelve a decir, pero esta vez con suavidad.
Cuando ve que no respondo, restriega su naríz por mi mandíbula y deja repetidos besos por mi cuello que causan cosquilleos en otras partes.
—¡Bien! Buenos días.—me rindo finalmente.
Sonríe con orgullo al haberme hecho caer y se acomoda de nuevo en la cama de forma inocente.
Esta vez soy yo la que actúa más rápido y se coloca encima suyo, para comenzar a besarle la mandíbula y apoyar mis dos manos en sus hombros.—Amaneciste de buenas.—murmura con burla.
—Puedo bajarme de aquí sí quieres.
—No, me gusta estar así—sonríe— ¿Y sí te quitas la ropa para que esto nos guste más?
Niego con una risa y después de darle un último beso en el cuello, regreso a mi lado de la cama y coloco mi diario en una mesita que tengo cerca.
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Inefable
RomanceSol escribe en su diario todas las cualidades que debe tener su chico perfecto. Por supuesto que esto no va dirigido a alguien en específico, se podría decir que es a alguien producto de su imaginación... ¿O tal vez no? ___________ Obra original mía...