Inefable

4. Gas pimienta

Capítulo 4:

Gas pimienta.

***
Una de las ventajas de vivir en la casa de la abuela Sarah es el gran espacio que hay.

—¿Y jamás pensaste en vender la casa y mudarte?—le pregunto.

—Fue una herencia de tu abuelo, tiene un gran valor sentimental.

—Pero pasas todo el tiempo sola, ¿no te asusta un poco?

—¿Te refieres a que me salga un espanto?

—O un delincuente, mira el susto que me llevé con Dean.—río ante el recuerdo y continúo barriendo la sala.

—Dean es un buen chico, solo que aveces llega sin avisar y te puede sacar grandes sustos.

—Eso no lo niego.

—Pero volviendo al tema... miedo nunca he sentido, quizá melancolía.

—¿Extrañas al abuelo?

—Es imposible no extrañarlo, Sol. Fuimos esposos por mucho tiempo, y aún recuerdo el día en que nos conocimos como si fuera hoy.

—Nunca me has contado la historia.

—Te la contaré con más tiempo, pero todo comenzó en el muelle que está en la entrada al bosque Palma.

—¿El muelle está desde entonces?

—Si, por supuesto que le han hecho mejoras, pero todo sigue igual.

—¿Y qué sentiste al momento de ver al abuelo por primera vez?

—Es difícil de explicar... quizá en ese instante no estaba muy al pendiente de mis emociones, pero luego me puse a analizar y me di cuenta que no sentí nada.

—¿Qué?

Ríe al ver mi reacción.

—No sentí nada porque todo en mi se paralizó, era como estar en un cuerpo sin vida porque mi alma estaba muy distraída detallando al hermoso joven que tenía frente a mis ojos.

Pestañeo al escuchar sus palabras.

—No te había escuchado hablar así de bonito.

—Todos tenemos nuestro lado cursi, Solecito. Pero hay que saber con quién demostrarlo, no puedes hacerlo con la primera persona que tengas al frente.

Mi abuela puede llegar a ser muy sabia cuando se lo propone.

—¡Sol!—Marina baja con rapidez las gradas que dirigen a las habitaciones.

—¿Si?

—¡Tengo noticias de la universidad!

Alzo ambas cejas y mis manos comienzan a temblar.

—¿Qué pasó?, ¿no me aceptaron?

—Todo lo contrario, hermana, ¡estás dentro!