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HAYLEY MARSHALL PRESIONÓ EL BOTÓN VERDE EN SU TELÉFONO Y SEGUNDOS DESPUÉS EN SU PANTALLA APARECIÓ KLAUS MIKAELSON LUCIENDO COMPLETAMENTE SERIO.

¿Que sucedió? —habló él primero al ver a la madre de su hija.

—La maldición está fuera. —informó con una sonrisa y sus ojos empañados, viendo la cara de confusión e ilusión del híbrido.— Le quito el vacío, Hope esta más feliz y energética, dice que sintió una libertad inexplicable.

Klaus desvió su mirada atónito, por un lado estaba furioso porque Hayley haya dejado que un desconocido use su magia en su hija pero por el otro quería tomar un avión hasta Nueva Orleans y abrazar fuerte a su hija.

—¿Como lo hizo? —preguntó minutos después de silencio absoluto.

—No lo sé, le quitó algo oscuro hasta que quedó solamente lo claro. —explicó de igual manera como lo había hecho la pelinegra hace un rato.— Pero aún falta.

—¿Que cosa? —preguntó nuevamente frunciendo su ceño.— ¿Que quiere a cambio?

—El tener la maldición es su precio, no quiere nada más. —contestó Hayley negando.— Faltan aún los demás... y tú.

—No haré... lo que sea que ese loco haga. —negó inmediatamente caminando por su habitación.— ¿Y arriesgarme a que me deje siendo humano? ¿Que me quite mi poder?

—No lo va a hacer, tu poder no le importa, ni que seas híbrido. —habló rápidamente antes de dejarlo seguir con su paranoia.— Ella solamente quiere a The Hollow.

—¿Y para que? —se detuvo a un lado de la ventana de su habitación de hotel y miró la oscuridad, gran coincidencia.

—Es difícil de explicar, usará ese poder contra otra persona a la cual le tiene ganas de vengarse. —explicó muy resumidamente.— Se parece a ti en ese aspecto.

Un breve silencio se adueño de la llamada y Hayley solamente veía a su amigo mirando lejos en silencio, como si estuviera pensando en aquella situación.

—Escúchame, Klaus. —murmuró la castaña viendo al híbrido volver su atención a ella.— Se que esto suena muy poco creíble pero créeme, funciona, lo que sea que haga, si funciona. —la madre miró con una leve sonrisa a su compañero quien suspiró.— Hope esta muy emocionada porque piensa que vendrás ya. Así que, por favor, ven y déjala que te quite esa maldita cosa.

—Veré el vuelo más pronto. —terminó por decir el original viendo con una corta sonrisa el alivió de la Marshall.— Hasta pronto, Hayley.

—Nos vemos, Klaus.

Mientras tanto Hope se encargaba de acompañar a la pelinegra en su habitación de invitados mientras le contaba un poco de su vida, como por culpa de esa maldición que ella tanto quería, su familia se había separado y tenían una vida propia ahora.

También le pregunto por ella, pues era alucinante saber que quien te acompañaba en ese momento era una criatura mitológica de hace muchísimos años, criatura que muchos especulaban que era mentira y había sido inventada por historiadores.

Por lo que la ahora conocida como Thalia le explicó tranquilamente parte de su vida; cuando fue creada, su gran hazaña y su caída al inframundo. Luego se saltó todos los años encerrada ahí y le contó cómo había aparecido entre los humanos en su misma forma con su único objetivo de llegar a Nueva Orleans, de llegar a ella.

—¿Por que quieres la maldición? —preguntó Hope sentada en su cama y habló nuevamente cuando la vió fruncir su ceño.— Si, para tu venganza. Pero, ¿por que?

La pelinegra se quedó en silencio unos segundos viendo por el balcón de la habitación mientras negaba muy lentamente.

—Es por lo que fui creada. —alzó sus hombros volviendo su vista a la menor.— Y tengo cuentas pendientes con él.

—¿Por dejarte en el inframundo? —preguntó en un susurro.

—...Si. —terminó por asentir la mujer suspirando.

Hope asintió en silencio intentando comprender a la mujer frente a ella, una parte de la adolescente creía que ella estaba enfadada por haber sido abandonada en un lugar tan tenebroso como sonaba el inframundo.

Y en ese momento recordó a su padre, todas las historias que contaban en su escuela sobre sus grandes hazañas en contra de brujas, vampiros y demás. Creía que Thalia y su padre tenían en común aquel sentimiento de abandono, el cual querían cubrir con sangre.

Pero ella se encargaría de hacerla cambiar de opinión, así como su padre cambió un poco con su nacimiento.

—¿Quieres ir a dar una vuelta? —preguntó la adolescente después de un rato en silencio, viendo la confusión en el rostro de la mujer.— Te prometo que vale la pena pasear de noche.

La pelinegra negó levemente pero terminó siendo arrastrada igualmente por la menor. Juntas bajaron a gran velocidad las escaleras del complejo y Hope atinó a gritarle a su madre que saldría junto a Thalia a pasear.

Hayley al oír aquello pensó en negarse pero después de que aquella extraña haya curado a su hija, podría permitirse confiar un poco, así que solamente les pidió tener cuidado y volver temprano.

—Casi siempre los artistas de la ciudad exponen sus pinturas en el parque. —comentó Hope caminando tranquilamente por la calle, viendo a algunas personas con sus instrumentos.

—Jamás he pintado. —soltó sin pensar la pelinegra con sus manos en sus bolsillos.

Hope abrió sus ojos sorprendida ante su confesión y tuvo que hacerse a un lado al casi chocar con un poste de luz, pero rápidamente se posicionó a su lado otra vez aunque no tenía ni idea de que decir. Ella había nacido con el amor a la pintura, recordaba de pequeña siempre dibujar y cuando se reunió con su padre, este le dio pequeñas clases para perfeccionar su técnica.

Pintar era su vida.
Pintar era su padre.

—Cuando lleguemos a casa, puedo enseñarte unos dibujos en los que estoy trabajando y quizás puedas ayudarme. —sonrió levemente la menor, viendo a la pelinegra mirarla de reojo y con su ceja alzada.— Bueno, no es que tengas algo mejor que hacer.

Thalia terminó por reír junto a la menor y asintió aceptando su plan para más tarde.

Finalmente después de unos minutos de caminar vieron a unas cuantas personas admirando los cuatros que los artistas valientes se atrevían a exponer y lentamente comenzaron a verlos uno a uno.

Para Hope era ver arte y referencias para su próximo cuadro a pintar, mientras que para Thalia era una ventana a otro mundo.

Debía admitir que habían cuadros preciosos, algunos cuantos retratos y cosas abstractas pero lo que más le gusto fueron los paisajes. Si, básico pero ella jamás vería algo así, Nueva Orleans era la primera ciudad que visitaba y exploraba, el primer lugar el cual veía con determinación sus detalles y su gente, y era muy probable que sea la única ciudad que pise.

Así que con ese pensamiento recorrió el parque junto a la menor que le contaba sus teorías de como habían pintado los diferentes cuadros que veían.

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