09.

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NUEVA ORLEANS.
actualidad.

Klaus y Hayley se habían encerrado en una habitación lejana para poder conversar todo eso que estaba pasando tranquilamente mientras Hope irrumpió en la habitación de Thalia en silencio, viendo a esta misma sentada en la silla a un lado de la ventana.

—¿Thalia? —llamó la adolescente a un lado de la puerta, viendo a la mujer mover su cabeza en señal de que la escuchaba.— ¿Puedo pasar?

—Claro que si, niña.

La adolescente entró completamente a la habitación cerrando la puerta detrás de si y pronto se acercó hasta la cama de la mujer, desde donde vería su espalda pero estaría más cerca.

—¿A donde te irás? —preguntó curiosamente la rojiza.

La pelinegra frunció su ceño aún viendo por la ventana pero pronto se dió la vuelta para ver a la menor.

—¿Después de tener el poder? —murmuró la mujer ladeando su cabeza, viendo a la adolescente asentir.— Pues a cumplir con mi venganza, niña. ¿A donde más?

—¿Pero donde? —ladeo su cabeza la adolescente.— ¿El Olimpo o el Inframundo?

Thalia entrecerró sus ojos viendo a la menor en completo silencio, ambas permanecieron en las mismas posiciones durante un par de minutos hasta que finalmente fue la adolescente quien bufó moviéndose primero sacándole una sonrisa burlona a la pelinegra.

—Al Olimpo, ahí reside Zeus. —se encogió de hombros adoptando una pose despreocupada.

—Y también los demás Dioses. —comentó obvia Hope.— ¿De verdad irás contra todos?

—...Si. —comentó también obvia Thalia.

Hope negó suspirando cuando de repente una idea se plantó en su cabeza y en silencio se levantó de la cama extendiendo su mano hacia la mayor, quien ladeó su cabeza confusa pero igualmente terminó por aceptar su mano y sintió sus fuerzas levantarla.

—¿A donde vamos? —preguntó Thalia siguiendo a la adolescente por los pasillos.

—A hacer mi idea. —rio la adolescente risueña logrando que la nueva integrante de la mansión frúnzanse su ceño.

Finalmente ambas llegaron hasta el patio central del complejo y la joven bruja utilizó su magia para traer hasta ellas utensilios de arte.

Para Hope la mirada curiosa y confusa de la pelinegra no pasó desapercibida pero decidió ignorarla completamente.

—Ayer dijimos que pintarías conmigo. —inició la adolescente acomodando sus cosas en la mesa.— Pero caímos dormidas de inmediato.

—Jamás creí que una cosita pequeñita pudiera caminar tanto. —murmuró la mujer recibiendo un empujón leve de la menor.

—No soy pequeña, ni una cosita. —rodó sus ojos Hope mientras tomaba asiento y miraba directamente a la pelinegra para que se siente junto a ella.

Thalia tomó asiento haciendo una mueca cansada pero igualmente siguió las indicaciones de la adolescente para poder dibujar algo básico en la hoja blanca que había frente a ella.

Estuvieron ahí bastante tiempo, Thalia poco a poco se iba interesando más en el arte del dibujo y con la ayuda de Hope iba mejorando sus técnicas de plasmado hasta que, en una de las habitaciones de arriba finalmente ambos padres salieron de su larga conversación.

Klaus y Hayley se acercaron al borde de la baranda para ver de donde venían las voces que habían escuchado, encontrando el panorama de la adolescente y la desconocida.

—Hope ya confía en ella. —murmuró la castaña viendo a su hija reír con la pelinegra.

—Es una niña. —murmuró Klaus segundos más tarde, negando levemente.— Aún no sabe diferenciar en quienes depositar tu confianza.

—Te equivocas, Klaus. —Hayley miró a su amigo quien no desviaba su mirada de aquel dúo.— Hope es muy inteligente, sabe en quienes confía y en quienes no.

Hayley miró por un último segundo a su hija quien intercambiaba hojas con la adulta y con una sonrisa en su rostro se alejó de la baranda para irse a su habitación.

Mientras Niklaus fruncía su ceño viendo aún la interacción entre su hija y aquella mujer, quien parecía bastante concentrada en su dibujo y en todo lo que la adolescente le indicaba y enseñaba, así que en un acto de impulso ya se encontraba bajando las escaleras.

Hope, al oír los pasos en la escalera, volteó a ver quien era el nuevo integrante y sonrió ampliamente al ver a su padre, quien le devolvió la sonrisa levemente acercándose a ellas.

—¿Hay espacio para mí? —preguntó el híbrido viendo el dibujo de su hija.

—Si. —exclamó la adolescente emocionada y rápidamente le tendió una nueva hoja en el espacio libre a su lado.

Niklaus tomó asiento en aquella silla teniendo frente a él a la pelinegra que en ningún momento había levantado su cabeza para verlo o responderle, parecía entretenida y concentrada pintando el cielo de alguna ciudad.

Los minutos pasaron, Thalia continuó colocándole color a la hoja en blanco mientras que padre e hija dibujaban en silencio, dándose de vez en cuando miradas emocionadas y esperanzadas, después de todo, habían pasado cinco años desde que se habían visto y no sabían cómo interactuar entre ellos pero la emoción de estar juntos de nuevo estaba ahí.

—Ya vuelvo. —habló Hope después de un rato.— ¿Sabes, papá? Thalia jamás había dibujado en su vida, ¿por que no le enseñas algo mientras vuelvo?

Y corrió lejos.

Thalia finalmente elevó su cabeza despegando sus ojos de su hoja viendo directamente al híbrido frente a ella quien también la veía insignificante aunque sorprendido por lo dicho por su hija.

—¿Nunca habías hecho esto antes? —preguntó Niklaus después de unos segundos.

—No, en mi celda nunca me dieron... cosas. —respondió esta finalmente después de unos segundos de silencio, sorprendiendo nuevamente al original.

—¿Que eres? —murmuró el híbrido frunciendo su ceño.

—"Quien eres" es la mejor pregunta. —apuntó ella con su lápiz color celeste al hombre.— Soy Tifón.

—¿Tifón? —repitió el rubio incrédulo.— ¿Que demonios es eso?

—Ouch... —exclamó dramáticamente, acercando su lápiz a su pecho donde estaba su corazón humano.— Una estaca en el corazón.

La pelinegra rió al ver la expresión de fastidio del híbrido.

—Por donde empiezo... —murmuró finalmente Thalia recostándose en su silla mientras jugaba con su lápiz.— Había una vez...

Desde lo alto de la escalera, Hope vió con una sonrisa la cara de fastidio de su padre ante las bromas simples de la pelinegra pero este igualmente le prestaba atención a su historia.

Y la adolescente se palmeó su propio hombro dando por iniciado su plan maestro de unir a su padre con su nueva amiga, por lo que corrió rápidamente a contarle a su cómplice número uno; su tío Kol.

Tifón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora