Narra Lev:
Caminó apresurado en busca de mi compañera de sangre.
Las horas se me pasaron mientras meditaba sobre el peso que mi padre ha puesto sobre mis hombros, a la vez que me aseguraba de que todo estuviera listo en el nuevo cuarto de mi compañera de sangre, junto en la puerta de la habitación continúa a la mía.
Abro la puerta frente a mí sin pensar demasiado.
Me quedo inmóvil, mi compañera se encuentra liberada de toda la mugre que cargaba desde que la conocí en la ceremonia. Sin la suciedad en su cuerpo se puede apreciar su belleza.
Es una especie única y exótica.
Su piel es demasiado blanca y perfecta, no tiene ninguna cicatriz o marca visible, excepto por la marca de nuestra unión en su cuello. El cabello blanco, totalmente blanco cae por su espalda hasta casi tocar sus glúteos. Sus ojos carecen de color, sentimientos, son negros, totalmente negros, profundos, nunca había visto unos ojos así antes. Nunca había visto una chica como ella antes.
—Disculpen, pensé que habían acabado —obligo a las palabras a salir de mis labios.
—Ya terminamos —informa Tanit, nuestra sanadora del reino y la compañera de sangre del sacerdote.
—¿Cómo está? —pregunto.
—Su estado físico es perfecto, cosa que me sorprende después de haber vivido tanto tiempo, ya sabes cómo.
—Perfecto. —muestro mi sonrisa antes de continuar hablando— Nos vamos.
Camino por los pasillos con la chica siguiéndome de cerca, si no es porque me ha hablado en la ceremonia juraría que es muda.
Observo disimuladamente a mi compañera, puedo asegurar que mide aproximadamente un metro sesenta, muy inferior a mi metro noventa.
—Te mostraré cuál será tu habitación a partir de hoy, aún necesitamos comprarte algo de ropa, lo único complicado con eso es que no podrás elegirla porque mamá no dejara que salgas del palacio ni con mil guardias —miro a mi compañera, pero esta no me sigue como unos segundos atrás, en su lugar camina hacia la puerta de salida del palacio, exactamente lo que le estaba diciendo que no podía hacer— ¡Oye! ¿Qué haces? ¡Detente!
Pero no me escucha, solo apresura más el paso, por lo que corro atrás de ella.
Al atravesar la puerta continúa avanzando unos metros y mira al cielo con los brazos abiertos.
Los últimos rayos del sol del día la abrazan, la hace brillar aún más de lo que ya brilla por si sola.
Doy unos pasos hasta estar a su lado.
—¿Cuándo fue la última vez que viste el sol?
—Esta es la primera vez —me asombra que respondiera mi pregunta, pero más me asombra su respuesta.
—¿Cómo alguien puede vivir sin conocer el sol?
—En el reinó oscuro no tenemos sol y todo el tiempo que he pasado en Baruch ha sido en esa cerda encerrada —confiesa
Al estar tan cerca de ella puedo notar un puñado de pecas sobre su cara.
—Soy Lev, no nos hemos podido presentar formalmente —extiendo mi mano.
Sonríe por primera vez en mi dirección, tiene labios carnosos y colmillos afilados, formando una sonrisa perversa.
—Circe —dice el nombre en el dialecto de nuestro reino.
—¿Sabes hablar Barych? —asiente mordiendo su labio, como si me acabara de revelar uno de su mejor guardado secreto mientras me mira directo a los ojos.
—¿Qué creen que hacen? —Aparece Mamá por la puerta gritando histérica.
Narra Circe:
—¿Qué creen que hacen? —Aparece Ashira por la puerta gritando histérica solo por vernos a Lev y a mí bajo el sol.
Aparto los ojos de su hijo para ponerlos en ella, cuando nota que tiene mi atención y que solo estamos nosotros tren en algunos metros a la redonda me observa aterrada. Teme de mí y lo confirmó cuando giro mi cuerpo por completo en su dirección y esta no puede evitar dar algunos pasos atrás.
Doy unos pasos hacia ella para comprobar mi teoría y sí, la reina todopoderosa no puede evitar huir de mí.
—¡Detente! —habla Isa apareciendo por la puerta desde el interior del palacio y me congeló.
El rey es alto, imponente. Su voz es profunda, pero calmada como la de su hijo, aunque unos tonos más grabé. Su buena forma me impide saber su edad con exactitud. Su tono de piel y ojos es compartido con su hijo.
—¿Cómo lograste escapar de la prisión? —que el rey me haya ordenado detenerme le da un poco de valor a Ashira para escupir la pregunta en mi cara.
Poso los ojos en Lev, este parece apenado por la actitud de su madre, su mandíbula se encuentra tensa, pero no se opone a este espectáculo.
Todos parecen esperar mi respuesta, ansiosos.
—Responde.
El rey cuenta con el poder de la palabra, si pide algo la persona que recibe la orden la cumple sin siquiera darse cuenta.
Miro directo a los ojos de Isa. Y sé que puede ver lo que le muestro.
No puede conmigo, lo sabe.
Los demás no parecen darse cuenta aun, Ashira espera la respuesta que estoy obligada a dar por orden de su marido, pero que no recibirá.
—¿Antes mencionaste algo de una habitación para mi verdad? —Hablo hacia Lev, pero no en Barych, no necesito que sus padres se enteren de que le digo.
—¿Cómo? —sé que me va a preguntar como pude evitar el poder de su padre.
Soy más poderosa, no existe otra explicación. Eso y que el poder de Isa es para mí como la reja de óxido que me mantenían cautiva.
Cuando tenía doscientos años me afectaba, recuerdo la primera vez que alguien lo uso, estaba asombrada de tal poder, también fue mi respuesta de desconocimiento total lo que logro que no cortaran mi cuello en ese entonces.
A los trescientos cuando uno de los antepasados del rey vino preguntando sobre mis intenciones no me vi tan en la necesidad de responder, pero lo hice igualmente, mintiendo un poco en la respuesta para así sentirme poderosa.
Ya para cuando llego Isa, con el poder que heredó de su abuelo era totalmente inmune a él.
—Me la muestras por favor.
Lev toma mi mano y me lleva dentro de la mansión, dejando atrás a su madre, a su padre y escapando sin dudarlo junto a mí.
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Reinos
FantasyHuesos rotos. Polvo. Cenizas. Oscuridad. La hora del rey inmortal se aproxima. El reino bendito caerá. Celeste perderá su brillo, el azul se teñirá de negro. El fin se acerca. No estamos preparados. Las sombras se aproximan, huelen a polvo y cenizas...