8

2 0 0
                                    

Narra Circe:

Veo como atrás de la ventana de la cocina un vaso de leche se resbala de los dedos del príncipe chocando contra el suelo y rompiéndose en mil pedazos, no escuche cuando llego, estaba demasiado concentrada.

—¿Qué acabas de hacer? —me pregunta cuando llego junto a el, está confuso, aun así no hay temor en su voz.

—¿Qué crees que acabo de hacer? —me acercó para que más nadie pueda escuchar nuestra conversación.

—Ese conejo, ¿por qué?

Me inclino para comenzar a recoger los pedazos de vidrios rotos.

—No sé que estará pasando por tu cabeza en este momento, pero ese animalito estaba sufriendo, su pata no tenía remedió, era una presa fácil para otros animales, acabe con su dolor. Así asemos las cosas en mi reino —el príncipe analiza mis palabras.

—Así que no lo has hecho por placer —parece aliviado. Tiro en la basura los pedazos de cristal poniendo distancia nuevamente entre nosotros— deja eso, ya alguien lo limpiara mañana.

—No puedo dejarlo así, y sí viene otra persona, no lo ve y se corta, o resbala —Lev asiente.

—Entonces te ayudaré —comienza a recoger los pedazos de vidrio que quedan en el suelo.

—¿Por qué estas despierto?

—No podía dormir ¿y tú?

—Quería ver las estrellas, en el reino oscuro tampoco tenemos de esas —soy sincera.

—Te molestaría un poco de compañía —muestra sus dientes. Niego con la cabeza, nada que venga de Lev me puede molestar.

Terminamos de limpiar el desastre del suelo y vamos hacia las tumbonas. Toma asiento en una y el príncipe en otra continúa a la mía.

—Son hermosas —me refiero a los pequeños puntos que brillan en el cielo.

—Sí —asiente, cuando juraría que estaba a punto de decir otra cosa.

Permanecemos inmóviles con la mirada hacia el cielo, no puedo evitar que mis ojos viajen hacia el príncipe después de unos largos minutos, está dormido. Le sonrió aunque no pueda verme y continuó mirando las estrellas hasta quedar dormida igual que él.

Desearía decir que el cálido sol que abraza mi piel ocasiona que me despierte, pero no lo hace, me despierto debido a los gritos de la Reina.

—Estás loco, ¿cómo puedes haber dormido aquí afuera? Puedes enfermar, ¿sabes lo que he sentido al ir a tu dormitorio y no encontrarte? Todo es culpa de ella, seguramente es la causante de que durmieras aquí afuera.

—Ella no tiene culpa de nada mamá, ha sido mi idea salir aquí, —Lev, miente por mí— para qué me buscabas de todos modos.

—Han llegado noticias, los ciudadanos están nervioso de no conocer el nombre de tú compañeras de sangre, piensan que algo malo ha pasado, y aunque si sea así no podemos demostrarlo, causaría desesperación, por lo que Circe será presentada en sociedad hoy. Me has escuchado niña maldita, sé que estas despierta, te he visto mover los ojos —asiento hacia ella— el sastre debe estar al llegar, como su ropa no estará lista para hoy mismo, Salma puede prestarle algo.

—Está bien mamá.

—Hijo, hoy todo tiene que salir perfecto.

—Todo saldrá bien.

—Eso espero. Latif ha llegado hace un momento, supongo que quieres verlo —Ashira desaparece.

—¿Quién son Salma y Latif? ¿Y a que se refiere tu madre con ser presentada a la sociedad?

—Salma es mi prima, estaba ayer en la cena, Latif es mi mejor amigo, te caerá bien. Lo de ser presentada es más complejo, eso significa que habrá una fiesta hoy en el palacio. —Lev mira al horizonte— Una gran fiesta.

—¿Qué haces aquí escondido? No quieres verme —un chico se acerca a nosotros.

—Latif —el príncipe corre a abrazarlo

—¿Quién es esta hermosa dama? —el mejor amigo de Lev toma mi mano la y besa.

—Ella es Circe, mi compañera de sangre —informa orgulloso.

—Ya veo, el demonio del que tu madre me ha hablado antes —Lev ríe.

—No le hagas caso a mamá, sabes como es. Circe es solo una chica común y corriente.

—Una chica común y corriente demasiado hermosa —Latif termina la frase.

Nos alejamos de las tumbonas frente a la piscina cuando Ashira regresa para informar que el sastre llego.

Soy escoltada hasta mi habitación donde me quedo sola con el hombre. No es un señor muy mayor, su edad estará sobre los cincuenta.

Toma mis medidas y comienza a hablar de que vestidos me quedarían bien, sobre los colores que combinan con mi tonalidad de piel, las telas.

Asiento a todo sin entender demasiado.

Cuando se retira soy informada que ya están llegando los primeros invitados a la fiesta por Lev y él mismo se encarga de llevarme al cuarto de Salma.

—Nos vemos en el gran salón, yo también tengo que arreglarme —se despide dejándome con estas palabras.

Cuando veo el rostro de la chica al abrir la puerta enseguida la reconozco, era una de las mujeres que me miraban mal en la cena.

—Entra. —escupe. Salma viste un vestido amarillo que llena por completo con altos tacones. Dudo que me silba algo de su armario, soy demasiado delgada en comparación con ella— Toma lo que quieres.

Señala su armario.

Pensé que me ayudaría. Veo que no, no le digo nada.

Rozo la tela de los vestidos con mis dedos, escuchando como la puerta se cierra detrás de mí. Salma se ha ido y me ha dejado sola.

Reinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora