La Arcángel

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Caminabas tranquilamente después de un día de trabajo, arreglabas motoras y autos a domicilio. Llegaste al final de la acera frente la casa de un cliente satisfecho y con una buena suma de dinero en el bolsillo. Encendiste el Bluetooth de tu teléfono conectandolo a una bocina que instalaste en tu motocicleta.

Estudiaste en la UA claramente como mecánica y diseñadora de utensilios

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Estudiaste en la UA claramente como mecánica y diseñadora de utensilios. Tienes 20 años y una vida... Digamos que algo envidiable desde la vista ajena. Conducías por una calle principal tarareando la música a buen volumen y el viento en tu cuerpo. Hasta que se anunció que todas las personas en esa respectiva area abandonaran el lugar. Extrañaste el porqué hasta que un pedazo de concreto cayó frente tuyo el cual lo esquivaste wiliando (así se le dice en mi país no se ustedes) la motora pero el susto había causado tu corazón latir abruptamente. Te detuviste un segundo para respirar para seguir el camino con más rapidez. Ya no había nadie alrededor, al parecer por el trabajo no habías estado pendiente a las alarmas. Conducias a gran velocidad ahora, hasta que viste a un tipo tirado en la calle sobre un matre amarrado.

Detuviste la motocicleta haciendo las gomas chillar dando una vuelta repentina para bajarte y correr hacia el joven más o menos de tu edad. Estaba desmayado y tenía una máscara de lado, había manchas de alergias en su cuerpo. Te preocupaste, esto se veía como un acto de odio pues en su piel pálida se veía lo enfermizo que era. Le quitaste los amarres notando la sangre y la falta de brazos.

-Dios mío...- Lo cargaste a lo que su sangre manchó tu camisa de manguillas color roja llevándolo a un tono más intenso y parte de tus pantalones marrones anchos. Lo montaste dejando el rostro en tu pecho y sus piernas abrazando tu cadera pues la presión del aire lo mantendría en esa posición. Aceleraste la motocicleta para conducir a tu hogar con algo de dificultad. Tenías un mal pasado con los hospitales, y ellos no serían delicados con las alergias del joven. Además ni siquiera sabías si tenía seguro, y en Japón ayudar a alguien hacía que tuvieras que responsabilizarte de todos los gastos.

Llegaste a tu casa, una pequeña pero cómoda casa algo apartada de la ciudad. Pues te gustaban las motoras y todo pero el ruido 24/7 de los autos y la gente te era insoportable. Lo cargaste hasta una habitación que tenías extra. Lo metiste en una tina para no manchar las sábanas en sangre. Buscaste ropa y un jabón sin ninguna propiedad en específico pues no sabías que causaba su alergia. Quitaste la ropa y cortaste la camiseta y ropa interior pues no sería fácil quitarlos. Agarraste la manguera de la regadera y limpiaste sus heridas para después vendarle los brazos. Ahora te diste la tarea de ducharlo mejor y buscarle ropa. Lo sacaste de la ducha teniendo que hacer más fuerza a causa del agua y su cuerpo. Seguía vivo, pero perdió mucha sangre.

Tu casa era en parte un laboratorio, hacías muchos experimentos tanto medicinales como mecánicos pues de ellos te ganabas la vida, además que eran una pasión. Examinaste su sangre, tipo -O, la misma que la tuya por casualidad, aunque esté tipo de sangre es bastante común. Te sentaste a su lado para por una intravenosa bastante complicada por sus brazos, pero sencilla por su tono de piel. Administraste la sangre suficiente para hacerte marear un poco. Le diste algunas pastillas de la alergia y encendiste el aire de la habitación para que descansara. Te duchaste y cambiaste de ropa a una camisa blanca y unos pantalones cortos. Limpiaste el suelo, y la ropa ensangrentada. Escuchaste ruido desde arriba, subiste las escaleras para ver al chico sin brazos peleando con tu gato por subirsele encima. Cómo sospechaba, era misofobico.

-Salte maldita peste con gérmenes!- Movía sus brazos sin lograr quitar al regordete gato de encima suyo. -Quitenmelo!!- Gritaba.

-Te lo quitaré cuando dejes de gritar- Dijiste recostada en el marco de la puerta. El chico te miró de arriba abajo, tenías algo de músculos por el trabajo y tenías una estatura mediana.

-Tú quien eres? Y quítame este gato!!-

-Nah-

-Nah?-

-No lo haré, no quitaré a albóndiga de encima tuyo-

-Sabes con quién te metes idiota?-

-Con un idiota que perdió los dos brazos?-

-...Tsk...- Se quejó mirando a otro lado pero se notaba nervioso por el gato encima suyo pues lo miraba varias veces. Te acercaste y lo cargaste.

-Asi está mejor- El gato enorme recostó la cabeza en tu pecho. -Encuentra otra cama Albódiga.- Lo dejaste en el suelo nuevamente y este se estiró para caminas fuera de la habitación. -Maldita bola con patas- Reíste. Miraste al joven.

-Quie eres?- Preguntó nuevamente, ahora más calmado.

-T/n T/A, me llaman La Arcángel-

-Y a mi el diablo- Te miró serio.

-Ah si? Pues no me das miedo, diablo-

-Mgh...-

-Dime tu nombre-

-No-

-Está bien, Kai-

-Espera qué?- Señalaste a la computadora cerca de él la cuál tenía una foto suya.

-Examiné tu ADN, por eso estás vivo, por la sangre que corre en tus venas, la cuál ahora en parte, es la mía.-

-Mgh... Gracias...- Se rehusaba interiormente de tener que agradecerte.

-Ahora, a comer!-











//Nueva historia lol :v

No puedo con la otras tres y hago una más es q yo soy el especial ❤️

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La arcángel y el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora