Maldita sea

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Los dias empezaro a ser más relajados. Kai empezaba a acostumbrarse a la vida solitaria y tranquila. Sin explosiones, sin sangre, se sentía como un hombre arrepentido de sus pecados en una iglesia o un templo. Limpio, sereno, tranquilo...

-Bu-bu-bu-bueeeeenas tardes!!- Y ahí acabó su paciencia, abrió los ojos, estaba en el sofá con la cabeza recostada hacia atrás, mirando el techo. La chica que lo había rescatado había regresado de un arduo día de trabajo. Llena de grasas encima y manchas. Ella saludó al chico y caminó directo al baño. Él, quien odiaba que llegara sucia, se levantó y con una pierna tomó un paño, era gordo y grande, lo pasó por el suelo donde había caído algo de aceite con sus pies. Ahora caminaba descalzo, pues sus piernas eran su única ayuda cuando la mujer no estaba.

Había aprendido a bañarse y entre otras cosas con sus piernas. Aunque la chica estuviera trabajando en sus prótesis, aún no estaban listas para empezar a usarse. Así que se propuso a sí mismo a aprender a ser un poco más independiente sin sus brazos, ahora podía ducharse aunque aún así necesitara algo de ayuda. La chica hizo algunos inventos para ayudarlo con sus baños. Como una pared de esponjas para que se lavara la espalda, una alfombra pequeña para sus pies y otras para partes prohibidas ideas las cuales la escritora no va a mencionar porque pues se empieza a reír feo.

Pero ya literalmente se podía bañar solo, y eso lo hacía sentir mejor. Aunque, le pedía a la chica limpiar su cara y lavar su boca en las mañanas y en las noches para poder sentir sus suaves dedos. Era algo raro, pues no solía agradarle el contacto físico. Pero la chica también parecía ser algo compulsiva con su limpieza aunque su trabajo la hiciera llegar llena de suciedades.

La vió bajar al rato, limpia, con el cabello mojado en una toalla pequeña amarrada con una banda de cabello. Ella le agradeció por la ayuda y pasó un último paño al suelo. Él no pudo evitar quedarse le mirando, pensando en qué, realmente ella era una buena compañía, y además, se le hacía guapa. Pero al notar que la miraba demasiado directo al trasero agitó la cabeza. ¿Porque siempre se disociaba en los peores momentos?

-Maldita sea, necesito un aruñazo de ese gato para que me saque las ideas locas...- Se quejó consigo mismo para salir al patio trasero.
-Misu Misu, dónde andas maldito?- No lo admitiría jamás, pero ese gato le caía bien. Era un maldito, pero le agradaba.

-Meow- Se escuchó entre los arbustos y el gato recordete salió de su escondite. Tenía literalmente un hoyo dentro de los arbustos con una camita en la que dormía.

-Ven aquí- Se puso de conclillas frente al gato para sentarse con dificultad en las lozas del suelo trasero para sentir como este se restregaba en su abdomen y bajo su cuello.
- Atish!- El chico estornudó, el gato le daba algo de alergia, pero la chica siempre lo solucionaba, así que le había perdido el miedo a la alergia que le causaba el gato.

-Me llamaste?- La chica estaba junto a él con un vaso de agua y una pastilla. El chico dió una sonrisa leve.

-Parece que sí- Dijo mirándola a los ojos y ella sostuvo esa mirada con una sonrisa más amplia. Para poner la pastilla entre sus labios y darle del agua con delicadeza. Él sonreía, hasta que se atrapó a sí mismo y recordó que tenía una imagen que mantener. Carraspeó y volvió a poner su mano neutral.
-Gra...gracias- Miró hacia enfrente, aún dejando que el gato se acurrucase en sus piernas.

-Oye...-

-Si?- el voltió a verla nuevamente.

-Aqui, no tienes que fingir ser alguien rudo, o que puede aguantar todo...- Dijo acercándose a él para darle caricias en la espalda.

-No finjo-

-Si lo haces... Te estoy observando, tus ojos me dicen cuando eres tú, y cuando intentas cubrir a esa hermosa personalidad- Ella sostuvo el rostro del chico con ambas manos haciendo que la mirara, esos ojos dulces regresaron, eran ojos de un soñador frustrado.

-No... No tuve una vida fácil...quizás por eso... Intento ser fuerte- Bajó su mirar.

-Está bien ser fuerte... Pero siento que, por mucho tiempo, haz dejado de ser tú. Para cumplir con expectativas de los demás, expectativas demasiado grandes...- el suspiró.

-Tienes razón... Y... Estás aquí, me ha dado mucho tiempo para pensar... Me arrepiento, de tantas cosas... No soy una buena persona tn...- Quitó su rostro de entre las manos angelicales (en su opinión) de la chica.

-Si lo eres... Solo te han lastimado tanto que te han vuelto como ellos...quien fuera que te llevara a este destino...-

-Yo mismo me descarrilé...- Cerró los ojos para abrirlos hechos cristales.
-Yo mismo planeé todo lo que hice, planeé cada asesinato, cada secuestro, cada orden- Cerró los ojos dejando caer lágrimas. La chica se quedó algo impactada con lo que decía.

-Pertenecías a alguna mafia?-

-Era...el líder de los hayakuza (esa era?)- Te miró.
-Por favor... Solo no me dejes solo otra vez. No deseo descarrilarme... Y... Soy indefenso sin mi kosei... -Bajó la mirada.

-Yo, no te dejaré solo...- Se acercó a él más para que el gato se saliera de dónde estaba.
-Conozco mucha gente del bajo mundo, gracias a mi carrera y a mi niñez. Así que, no te tengo miedo... Y sé que hacen muchas cosas incluso cuando no lo desean.- El la miró para dedicarle una sonrisa. Se acercó, y puso su cabeza sobre la de ella para suspirar. Ella puso una mano en su pecho para recostar la cabeza en su hombro ambos acomodándose, quedando un rato en silencio. Un silencio profundo. Justo cuando en el corazón del chico algo hace sentido.

"maldita sea"






//lamento la larguísima espera, he estado ocupada con la escuela y esas cosas, gracias por esperar.

Las amo!!

En mi perfil hay info para que sean candidat@s para un canas Asmr +18 dirigido por mí.

La arcángel y el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora